"El Núcleo de la Caridad" denuncia la profanación silenciosa de las ínfimas partículas de la Eucaristía

César Augusto Castro Almeida (Las Palmas, España, 1983) es un cristiano católico, licenciado en Administración y Dirección de Empresas, casado en santo matrimonio, y autor de los libros “La Fragua de la Caridad” (2016) y “El Núcleo de la Caridad” (2021), los cuales se encuentran a la venta en Amazon, en versión tapa blanda y tapa dura, y en formato electrónico para los suscriptores a Amazon Unlimited.

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En esta entrevista nos habla de “El Núcleo de la Caridad", un libro que denuncia el escándalo de la profanación silenciosa por gran parte del Pueblo de Dios de las ínfimas partículas de la Eucaristía.

¿Por qué un libro sobre los abusos que se dan hoy en día al tratar de la Sagrada Eucaristía?

Especialmente a partir de la desescalada, fue creciendo en mí la preocupación de ver cómo la mayoría de fieles que optaban por recibir la Santa Comunión en la mano (porque así lo desean, no porque esté prohibido recibir la Santa Comunión en la boca, ya que recibir la Santa Comunión en la boca es un derecho del fiel -amparado por ejemplo por el numeral 161 de la Instrucción General del Misal Romano y por el numeral 92 de la Instrucción Redemptionis Sacramentum-) tras llevarla a su boca, no se cercioraban de que en aquellos dedos con los cuales habían cogido la Santa Comunión de la palma de su mano, y en dicha palma de la mano, no quedaran pequeñas partículas de la misma (por ínfimas que fueran éstas). Adicionalmente, a partir de la desescalada, también creció en mi la preocupación de ver cómo gran parte de los ministros Ordenados no hacen un uso meticuloso del purificador de tela después de tocar la Sagrada Forma.

Actualmente podemos observar cómo gran parte del Pueblo de Dios muestran una celosa preocupación por higienizar sus manos con hidrogel, pero una casi nula preocupación en cuidar de que ninguna partícula de la Santa Comunión se pierda (por ínfimas que sean estas).

Todo lo mencionado anteriormente: el escándalo de la profanación silenciosa y sistemática de las partículas de la Sagrada Forma (un problema con décadas en su haber que se ha visto agravado a raíz del azote mundial que estamos sufriendo), ha sido la génesis del presente libro.

¿Por qué algunos sacerdotes no tienen muchas veces el debido respeto al tratar la Sagrada Forma, permitiendo que caigan al suelo partículas del Cuerpo de Nuestro Señor?

Los motivos pueden ser diversos. Es posible que un si un ministro Ordenado no le dispensa el respeto debido a las partículas de la Sagrada Forma (en las cuales, por pequeñas que sean éstas, está Nuestro Señor Jesucristo realmente presente en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad) dejándolas caer al suelo (por ejemplo cuando administran la Santa Comunión a los fieles sin hacer un uso adecuado de una bandeja de Comunión, o en su lugar, administran la Santa Comunión a los fieles sin acercar el copón a la boca o a la mano del fiel comulgante) o dejándolas depositadas en cualquier sitio (por tocar cualquier objeto: el cuerpo del cáliz, el Misal, el interruptor de la petaca del micro, el micro del altar, etc.) por no hacer un uso adecuado del purificador de tela con el que cuenta, sea porque aún no haya interiorizado que la transubstanciación obrada por el Espíritu Santo poco tiempo después de finalizar la epíclesis (durante la consagración), la obra en la totalidad de la forma de pan usada para confeccionar la Eucaristía, y por lo tanto hasta en las más ínfimas partículas.

¿Hasta qué punto es grave que suceda esto?

Si a Dios mismo en su presencia eucarística, no le dispensamos el cuidado que se merece en sus más pequeñas partículas, en cada una de las cuales se encuentra realmente presente y al completo, estaremos descuidando lo fundamental de nuestra fe católica. Si no cuidamos nuestro manejo eucarístico, si no cuidamos el trato que le dispensamos a la persona de Nuestro Señor Jesucristo en su presencia eucarística, estaremos maltratando a Aquel que deseamos anunciar con nuestras palabras y con nuestras obras.

La Eucaristía es lo más grande que tenemos, es el Gran Milagro, el Gran Misterio de nuestra Fe, y si no la respetamos, ¿de qué nos servirá todo lo demás?, ¿cómo podremos evangelizar el mundo, si estamos maltratando a Aquel que queremos anunciar, es decir, a Jesús, el Señor?

Además más ahora con la pandemia han aumentado estos abusos.

Como comentaba anteriormente, muchos miembros de la Iglesia viven más preocupados de higienizar sus manos que de dispensarle un cuidado exquisito a las ínfimas partículas de la Sagrada Forma: ¿cuántas veces hemos visto en las celebraciones de la Eucaristía que los ministros ordenados después de tocar la Eucaristía usan el hidrogel sin hacer un uso previo del purificador de tela?, ¿cuántas veces hemos visto que aquellos que reciben la Santa Comunión en la mano usan el hidrogel si esmerarse previamente de que no queden partículas de la Santa Comunión en sus dedos o en la palma de la mano? Nuestro Señor Jesucristo restregado por las manos: una imagen terrible.

Aprovecho para decir que aquellas personas que opten por recibir la Santa Comunión en la mano (algo que no recomiendo), para cerciorarse de que no queden ínfimas partículas de la Santa Comunión en los dedos, y en la palma de la mano, pueden optar por pasar la lengua (una o varias veces) con delicadeza por la zona de la palma de la mano en la cual haya estado depositada la Forma, y por chupar los dedos con los cuales cogieron la Sagrada Forma, tras lo cual deberían de asegurarse de que no se observe partícula alguna ni en la palma de la mano ni en los dedos.

¿Cómo se podría evitar que suceda?

Para cortar el problema de raíz, en primer lugar desde la Santa Sede se deberían de anular los indultos que se concedieron a las Conferencias Episcopales para que se pudiera depositar la Sagrada Forma en las manos de los fieles. Aquí cabe recordar, que desde la Santa Sede no se impulsaron los indultos (como algunos erróneamente pueden pensar), y que la aplicación de dichos indultos no era obligatoria (no era automática) por parte de los obispos que formaban parte de cada Conferencia Episcopal solicitante, sino que éstos siempre (según su prudencia y conciencia) tenían la potestad de sumarse o no al mencionado indulto.

Adicionalmente, después de lo anterior, o mientras llega la deseada anulación, habría que formar intensivamente a todo el Pueblo de Dios en el cuidado que merecen las ínfimas partículas de la Eucaristía.

¿Podría poner ejemplos de cómo los santos, los doctores, nos han enseñado a tratar la Eucaristía?

Recientemente hemos celebrado la Memoria de San Pío de Pietrelcina: un enamorado de la Eucaristía. Existe una fotografía en la cual se puede ver al Padre Pío recibiendo la Santa Comunión de rodillas y en la boca, una instantánea en la cual se puede observar también cómo el ministro Ordenado es auxiliado por un acólito que porta una bandeja de Comunión.

¡Cuánto tenemos que aprender de Padre Pío en la Iglesia!, ¡cuánto tenemos que aprender de su forma de comulgar y de su forma de celebrar la Santa Misa!

¿Cómo nace en usted su delicadeza y sensibilidad hacia Jesús Eucaristía?

Ha sido un enamoramiento paulatino.

¿Por qué considera usted tan importante la Misa diaria y la Adoración?

En la Misa diaria los fieles se pueden alimentar de la Palabra de Dios (palabra viva y eficaz, que en tantas ocasiones los Modernistas, que ya denunciaba el Papa San Pío X a principios del siglo XX, tergiversan), y además aquellos fieles que se encuentren bien dispuestos (es decir, aquellos que se encuentren en Gracia de Dios -una situación que en el caso de haberse perdido por el pecado mortal se recupera con una buena confesión sacramental- y que hayan efectuado el oportuno ayuno eucarístico) se pueden alimentar de la Eucaristía, en donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo realmente presente, resucitado, y que nos permite recibirle, no porque tengamos derecho a recibirle, porque recibir la Santa Comunión es un don de Dios al que nadie tiene derecho, sino que es un don que Nuestro Señor Jesucristo instituyó el Jueves Santo en la Última Cena para el bien de nuestras almas, para ayudarnos en nuestro peregrinar hasta la Patria Celestial, hasta el Cielo que Dios ha prometido a aquellos que le aman, por lo tanto, hasta la santidad.

Con respecto a la Adoración Eucarística, es muy importante participar semanalmente de un ratito de Adoración Eucarística, aunque sea corto, ya que en cada Adoración Eucarística tenemos la oportunidad de ponernos a la sombra del Dios altísimo y de pregustar el Cielo en la Tierra. De la misma forma que en el Cielo los ángeles y las almas de los bienaventurados contemplan a Dios cara a cara, también en una Adoración Eucarística los fieles cristianos contemplan a Dios cara a cara, aunque en este caso, éste se encuentra velado.

Usted aboga por sacar tiempo de otras cosas para no perderse nunca la Santa Misa…

Un cristiano que, teniendo la posibilidad, no acuda diariamente a la Santa Misa es un cristiano que aún no ha descubierto la importancia de la Eucaristía, es un cristiano que aún no se ha enamorado de la Eucaristía. Dentro de sus posibilidades el cristiano debe de procurar acudir diariamente a la Eucaristía, y estar bien dispuesto para poder comulgar para así no solo alimentarse de la mesa de la Palabra, sino también de la mesa de la Eucaristía. Hay que tener por seguro que si en el bautizado hay un sincero deseo de acudir diariamente a la Santa Misa, y se abandona en las manos de Dios, Él le ayudará a que la Santa Misa encaje amablemente (con docilidad) en sus quehaceres y obligaciones cotidianas. Tal vez dicho cristiano tendrá que renunciar a ciertos pasatiempos o actividades, pero sin lugar a dudas, si el cristiano desea acudir diariamente a la Santa Misa podrá hacerlo compatibilizándolo con aquellas actividades esenciales de su vida ordinaria, con aquellas actividades esenciales de su vocación.

Por Javier Navascués

14 comentarios

  
Ramón montaud
Dos cuestiones:
El problema que se puede plantear al sacerdote al dar la comunión se puede multiplicar con los seglares que también la dan.
Objetivamente podemos hablar de una profanacion silenciosa pero también subjetivamente?.
La definición clásica de pecado es la de que es la transgresión voluntaria a la ley de Dios, no creo que los feligreses sean consciente de esta temática.
08/10/21 9:10 AM
  
Mario
Si pensasen un momento en qué lugar se va a encontrar la eucaristía después de ingresar por la boca, en compañía de lo que va a estar en unos minutos, no estarían inventando historias y haciendo dramas por recibirla del sacerdote en la mano.
08/10/21 9:31 AM
  
Fernando Cavanillas
Lex credendi, Lex orandi... y dado que la forma en que se trata la liturgia muchas veces pareciera desconocer la transubstanciación y el carácter Sagrado e impresionante del Santísimo Sacramento, entonces los fieles actúan acorde a la liturgia mal implementada y al anti-testimonio que presencian. Realmente la misa Tridentina es maravillosa en este campo, en ella se unen la Lex credendi y la Lex orandi de manera maravillosa.

La misa novus ordo podría reflejar la Lex orandi si se hiciera de la forma que previó el propio Concilio Vaticano II (preferiblemente en latín, Ad-Orientem, sólo el canon primero, música sacra, guardando al máximo el culto, la reverencia y la presencia de lo Sagrado, sin ministros extraordinarios (salvo extrema necesidad), y comulgando
OBLIGATORIAMENTE arrodillados en reclinatorios y sin tocar con las manos la Sagrada Forma). Aún así muchos preferirían la misa Tridentina, pero serían bastante parecidas y ambas reflejarían la Lex credendi .

Hay tanto que recuperar... pero estamos donde estamos. Mientras tanto la dolorosísimas e inaceptables profanaciones silenciosas mencionadas en el artículo se producen cada día, exponencialmente aumentadas por la cuasi obligatoriedad de comulgar en la mano.
08/10/21 12:10 PM
  
M.Angels
Totalmente de acuerdo. Sólo una precisión: comulgamos en la mano porque nos lo mandan. Al menos en mi diócesis. Al menos, yo. Yo no lo había hecho jamás, y lo primero que hago después de comulgar es pedir perdón al Señor y pedirle que se termine este abuso.
La alternativa es quedarte sin comulgar, pero eso no se puede mantener mucho tiempo. O coger el coche y desplazarte 40 km a una parroquia donde el sacerdote sea más flexible (no tan "rígido", como diría el papa), pero eso muchas veces no es posible.
Una experiencia personal: en una homilía en la Adoración nocturna fuimos calificados de fariseos, soberbios, desobedientes y orgullosos los que nos resistíamos a esta práctica. Por cierto que jamás he oído epítetos semejantes para los que comulgan en pecado.
En fin, toca aguantar.
Pero vaya, gracias por decir estas cosas, es un gran consuelo.
08/10/21 4:31 PM
  
Amigo
Dos detalles. La transubstanciación tiene lugar no en la epíclesis sino en el momento de recitar las palabras de la consagración. Y las finas partículas mínimas que no son visiblemente reconocibles como partículas de pan no contienen la Presencia Real (Summa Theologiae III, q.77, art.4 corpus).
08/10/21 5:52 PM
  
Amigo
Con permiso, añado que los dedos del que ha distribuido la sagrada comunión se purifican no en seco con un purificador sino en el agua del vaso de abluciones. También aclarar que la bandeja de comunión se introdujo en 1929, antes bastaba el mantel del comulgatorio.
08/10/21 6:01 PM
  
Amigo
A Mario: precisamente por ello existe el ayuno eucarístico, para que la sagrada eucaristía se disuelva rápidamente y sin contacto con el bocata aún fermentando en el estómago.
08/10/21 6:06 PM
  
Francisco de Argentina
A mi me habian enseñado lo que dice Amigo, que cuando ya no se puede distinguir los accidentes del pan, ya no hay Presencia Real. Es decir, una partícula tan pequeña que no sea reconocible como pan, no es el Cuerpo de Cristo y no habría profanación. Esto resuelve lo que dice Mario, luego de ser consumido, ya no hay mas pan, sino bolo alimenticio, por lo que el Señor ya no esta.
08/10/21 6:43 PM
  
Marco M.
Lo del ayuno eucarístico como forma de "no profanación" es una absurdidad que hoy en día no se aguanta por ningún lado. Ahora va a resultar que por estar unas horitas sin comer, todo el aparato digestivo va a estar limpito, reluciente y puro, desde la boca a los intestinos y más allá, pasando por la garganta, esófago el... Todo impoluto sin un miligramo de "impurezas"... Vamos, hombre!

Y luego, aquí perdidos en tratados teológicos contando no se cuantas micras debe medir una partícula de pan, con no sé cuantas moléculas para no ser "profanable"... Alguien realmente cree que Dios va a condenar a alguien por no haber visto una partícula que media 6,1 micras en vez de las 6 reglamentarias ? Por favor...
09/10/21 3:02 PM
  
Amigo
Marco M, le aconsejo lea lo que al respecto dicen los concilios de Hipona y de Cartago.
09/10/21 6:01 PM
  
César Augusto
“Es dogma que se da a los cristianos,
que el pan se convierte en Carne,
y el vino en Sangre.
[…]
Cuando se divida el Sacramento,
no vaciles, sino recuerda
que Jesucristo tan entero
está en cada parte como antes en el todo.”

Extracto de la Secuencia “Lauda Sion” usada en la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Santo Tomás de Aquino; Misal Romano.
10/10/21 10:27 AM
  
Marco M.
Amigo, por suerte me ha hecho usted un resumen perfecto de lo que ha llegado de Hipona y Cartago a nuestros días:

"...para que la sagrada eucaristía se disuelva rápidamente y sin contacto con el bocata aún fermentando en el estómago...".

Ante una demostración tan apabullante de conocimientos de anatomía, fisiología, y procesos metabólicos, no puedo sino permanecer en silencio y dedicar mi tiempo cosas más útiles para mi fe y la cristiandad que comprobar las nanopartículas de pan sagrado en mi mano que hubieran escapado a mi limitada visión humana.




10/10/21 10:48 AM
  
Cristián Yáñez Durán
Marco,

Cristo esta presente sustancialmente en cada partícula consagrada.
La herejía modernista no lo acepta, lo sé. Pero así lo ha enseñado la Iglesia siempre. Por eso sólo pueden tocarlo manos consagradas.
10/10/21 1:09 PM
  
Odiseo
Me parece que exageras infinito.
Se consagra la forma y ésta es Divina.
COMO TODO.
Al ingerirla, cualquier auténtico cristiano volcarà su atención hacia adentro y sucederá la unión y el fin de la separación.
Así la forma cumple su función de alejar la atención de lo exterior, incluida la mente y su centro, el ego.

Si esa función de la consagración no se acepta y uno se detiene en sí se venera externamente de firma total o no, todo el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, es completamente inútil para aquél que no sigue esa dirección hacia el interior.
Todo lo demás resulta extraordinariamente infantil.
Ya que todo, absolutamente todo es Divinidad hecha forma.
12/10/21 10:23 PM

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