P. José Calvín (FSSP): “En Covadonga hubo sana amistad, alegría y gran fervor, piedad y devoción”

El P. José Calvín Torralbo nació en Jerez de la Frontera el 29 de abril de1963. Ordenado sacerdote en la iglesia del seminario de la Fraternidad San Pedro en Baviera el 24 de junio de 1994 por el obispo auxiliar de Augsburgo, Mons. Maximiliano Ziegelbauer. Licenciado en derecho canónico en 1996 en la pontificia universidad de la Santa Croce (Opus Dei) en Roma.

Desde 1996 formador residente en la casa de formación de la Fraternidad San Pedro, profesor de latín y de derecho canonico. Entre 2000 y 2006 y por segunda vez entre 2012 y 2018 asistente del superior general de la Fraternidad San Pedro.

¿Qué supone para usted como español haber podido participar en la primera peregrinación tradicional de España?

Ha supuesto muchísimo. Como español, como católico y como sacerdote. He vivido esos días con los ojos atónitos y el alma llena de júbilo. He sido testigo una vez más de la omnipotencia de Dios, de la fecundidad de su gracia. Hace treinta años la liturgia tradicional no existía en el catolicismo español. Andaba olvidada, postergada. Este pujante renacer solo puede ser fruto de la acción divina, solo Dios puede crear algo de la nada, ex nihilo.

Además en Covadonga, que es un lugar muy emblemático para un español con sangre en las venas.

Efectivamente. Covadonga, como Caná de Galilea, nos recuerda que las gracias de Dios nos vienen siempre por la intercesión de la Virgen María.

La batalla de Covadonga, por su proporción, no cuenta entre las grandes batallas de la historia, esas donde se enfrentaron millares de soldados y tambien por millares contaron sus victimas. Desde ese punto de vista Covadonga fue una modesta victoria, algunos historiadores la verían incluso como una pequena escaramuza. La verdadera dimension de esa batalla está en que supuso un punto de inflexión, el inicio de un movimiento de recuperación de lo perdido, de reconquista. Es por eso que, a pesar de su modesta dimensión, la batalla de Covadonga representa un hito fundamental en la historia de España y de occidente.

Mi impresión es que esta primera peregrinación tradicional ha sido espiritualmente algo semejante. Hace decenios que el catolicismo está retrocediendo en nuestra patria, vamos perdiendo continuamente terreno en todos los aspectos. Si no reaccionamos ya, pronto será demasiado tarde. Si no hubiese existido don Pelayo y el puñado de héroes que lo secundaron la cristiandad española hubiese desaparecido para siempre, como la que fuera floreciente cristiandad del norte de África que sucumbió sin remedio hasta el día de hoy.

¿Cómo fue el ambiente que ha percibido en los peregrinos, en sus hermanos sacerdotes…?

Para ser escueto intentaré resumir lo esencial en una frase: una devoción alegre y una alegría devota. Suena a paradoja, a juego de palabras, así que lo explico: Por un lado reinaba un ambiente festivo, espontáneo, de sana amistad y alegría. Y al mismo tiempo se respiraba una atmósfera de gran fervor, piedad y devoción. Evidentemente según el momento y la actividad predominaba uno u otro de esos aspectos, pero siempre indisociables. En ese ambiente me parecía palpar esa alianza optimista entre la naturaleza y la gracia que es quizás uno de los signos mas propios del catolicismo.

Una buena oportunidad de hermanar y compartir experiencias entre sacerdotes de diferentes grupos de la antigua Ecclesia Dei.

Si no me equivoco, tres fueron los institutos dichos de Ecclesia Dei los que tuvieron representación : el Instituto de Cristo Rey, el Instituto del Buen Pastor y la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, de la que formo parte.

Estas sociedades han sido erigidas en la Iglesia para la atencion pastoral de los fieles que desean vivir y nutrir su fe en el cuadro de la liturgia romana tradicional. Cada uno según su estilo y su índole peculiar, todos trabajamos por la misma finalidad próxima: la acción apostolica a partir y a través de la liturgia tradicional.

Aunque los tres institutos ya tienen numerosas casas en la mayor parte de Europa occidental, en España, que yo sepa, por ahora solo el instituto de Cristo Rey tiene una presencia estable en nuestra nación, con una casa en Madrid y otros puntos de apostolado. Esta realidad revela el desfase en que nos encontramos en este punto con relación a otros países occidentales.

Una de las causas de la escasa presencia de estos institutos entre nosotros ha sido, hasta ahora, la falta de vocaciones españolas. Sin embargo en los últimos años están empezando a surgir en nuestra patria jóvenes valerosos y audaces que no tienen miedo de seguir la llamada del Señor y entregar su vida como sacerdotes en esta misión específica.

En las diocesis donde se instalan estos institutos aportan con su apostolado una contribución apreciable a la nueva evangelización. Por eso estimo que sería muy positivo que su presencia en España se incrementase. Mientras tanto sigamos pidiendo al Señor con perseverancia que envíe numerosos operarios a trabajar en esta parcela de su viña.

También ha sido positiva la presencia de un buen número de sacerdotes diocesanos, amantes de la liturgia tradicional.

Por supuesto. Aunque para nosotros los sacerdotes de institutos Ecclesia Dei la liturgia tradicional constituye el eje esencial sobre el que gira toda nuestra acción apostólica, ello no significa que tengamos el monopolio de dicha liturgia.

La liturgia tradicional pertenece a toda la Iglesia, es un tesoro común heredado de los que nos precedieron con el signo de la fe. Así que resulta esperanzador conocer a no pocos sacerdotes diocesanos, sobre todo jóvenes, que han descubierto y se han apegado a esta liturgia, encontrando en ella un medio poderoso para profundizar su vocación y vitalizar su ministerio sacerdotal.

Recuerdo gratamente una simpática conversación en fin de jornada donde varios jóvenes sacerdotes contaron la manera como habían conocido esta Misa y los efectos que ello produjo en su vida espiritual. Los caminos de Dios son insospechados..

¿Por qué es tan importante esta gran manifestación pública en defensa de la Misa de siempre?

Es importante por numerosos motivos. Sólo evocaré dos. El primero es esa llamada pública a restaurar la Cristiandad. Es urgente y necesario que vaya aumentando el número de los que se deciden a trabajar, según su posición y sus posibilidades, en esta tarea. Renacer, resucitar son dos palabras claves del cristianismo. Hemos de ponerlo por obra. La cultura de la muerte no puede tener la última palabra.

El segundo motivo es de naturaleza intra eclesial. La peregrinación es una ocasion para mostrar que somos católicos, apostólicos y romanos. Que en la Iglesia estamos en nuestra casa. Que, como bautizados y no afectados por ninguna sanción canónica, tenemos los mismos deberes y derechos fundamentales que los demás bautizados en la Iglesia. En ella no puede instalarse un régimen de segregación, de apartheid, para una categoría de fieles, sea cual sea.

Esto no significa rebelión o desamor a la Iglesia. Al contrario. Es por amor a la Iglesia que no podemos callar. La Iglesia no puede perder su credibilidad. Sería muy triste que las ovejas que salieron del redil, viendo como son tratadas las que permanecen dentro, prefieran quedarse fuera.

Cabe destacar el gran ambiente que ha habido de amor y de fidelidad a la Iglesia.

Es que no podía ser de otra manera, tanto a nivel de la Iglesia universal como de la iglesia local. Este antiquisimo rito ni en sus oraciones, ni en sus ceremonias, contiene el más mínimo germen de error ni de cisma. Por eso no puede llevar a las almas más que a la única Iglesia de Cristo.

Y respecto a la iglesia local, en concreto la iglesia diocesana de Oviedo, en cuyo territorio transcurrió la peregrinación, había un gran sentimiendo de gratitud por la prudencia con la que el senor Arzobispo había gestionado la confusa situacion causada por la aparición inesperada del motu propio y la urgencia inusitada con que se exigía su entrada en vigor.

El hecho de que la peregrinación, con todo lo que ha significado, pudiese llevarse a cabo, se debe en gran parte a la actitud paternal y comprensiva de don Jesús Sanz Montes. Creo que todos eran conscientes de ello. De ahí ese sentimiento de gratitud filial que he evocado.

¿Cómo ha vivido la Santa Misa Solemne de campaña y las Misas privadas?

No hay mal que por bien no venga. Con este refrán la sabiduría popular expresa una verdad de raíz muy cristiana: Dios sabe siempre sacar un bien de algo malo o que nos parece malo. Al saber que no podríamos celebrar la santa Misa dentro de las iglesias, al principio hubo la decepción, la tristeza. Pero no duró mucho, pronto se transformó en alegría.

La peregrinación estaba bajo el patrocinio de San José, así que me parecía que cada día andábamos como él, buscando un lugar donde recibir a Cristo que iba a nacer. Teníamos un pesebre que era el altar, y la tienda que lo cobijaba se asemejaba un poco al portal de Belén que ponemos en casa por Navidad. Era una alegría espiritual inexplicable, sentirse en cada Misa como los pobres pastores que vinieron a adorar.

Para el año que viene se espera de momento duplicar y hasta triplicar el número de participantes, esto parece imparable…

Así lo deseo y lo espero. Quien dice tradición dice raíces. Y un árbol con raices profundas y sanas, por mucho que lo poden, vuelve a brotar con vigor. La poda es incluso conveniente y beneficiosa. Así lo dice el Señor (Jn.15, 2) Por lo tanto hemos ya de mirar al año que viene con ilusión y entusiasmo. Si cada uno de los que hemos participado este año consigue traer a un peregrino más, ya seremos el doble. Y con la ayuda de Dios podremos ser incluso más, ¡seguro que sí!

Por Javier Navascués

1 comentario

  
Ximo
No entiendo cómo en España no hay más implantación de estos institutos tradicionales en nuestras diócesis. Allí donde están dan mucho fruto.
11/08/21 9:40 AM

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