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16.04.24

Blanca Llantada cuenta como el Señor le sanó y le hizo ser instrumento de su misericordia por el mundo

Blanca Llantada Sacramento nació en Valencia un viernes 22 de julio de 1977 a las 15.00 pm, de padre vasco y madre canaria. Está casada y tiene 2 hijas. Estudió la diplomatura de Turismo, realizó un Master en liderazgo, formadora en coach con caballos, Técnico en laboratorio clínico y micro biológico y Técnico en salud mental y drogadicción. Antes de la conversión trabajó en coordinación de aérea para Air Nostrum en la T4, en el Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid. Trabajó en British Telecom y Xerox. También fue fundadora del Instituto europeo de training con caballos.

Después de la conversión participó en las Peregrinaciones a Jesús por María, organizadas por su esposo. En cuanto a otros apostolados es impulsora del apostolado Veni Sancte Spiritus y de la escuela del Espíritu Santo. Da a conocer las enseñanzas sobre el Espíritu Santo que nos dejaron la beata Elena Guerra, Santa Catalina de Siena y la beata Concepción Cabrera de Armida. Imparte conferencias por todo el mundo sobre la importancia de la sanación interior con los sacramentos y temas relacionados.

¿Cómo pudiste vivir tanto tiempo alejada de Dios?

Esta es una pregunta que me repito cada día de mi vida. Me gusta definirlo, como que pude sobrevivir que no es lo mismo que vivir. En un mundo vacío y sin sentido donde quería y deseaba encajar. Un mundo donde quería agradar a todos a costa de destruirme y ser la perdición para mí misma.

Una situación que me llevó a un enfado con Dios y una gran herida en mi adolescencia, me llevó a alejarme por completo de la Iglesia. Me dejé arrastrar en el mundo, buscando lo que yo creía que era la felicidad… Fueron muchas situaciones de dolor que me llevaron a grandes depresiones. No quería sufrir, nada y nadie sabían darme un sentido del porque sufrir, el mundo va en contracorriente y quiere enseñarte un estándar, de que o sientes una alegría y un placer o no eres feliz, y entonces me planteé, ¿y por qué vivir si siempre se sufre? Gracias a mis hijas, que fueron los motores más importantes para darme una fuerza para continuar en cada circunstancia , aunque ahora me doy cuenta, de que Dios actuó a través de ellas muchas veces para acercarme de nuevo hasta Él. Mi hija mayor constantemente me reclamaba que la llevaba a catequesis, pero que luego, no la llevaba a la Misa. Con 9 años ya me reñía prácticamente para que fuéramos a la Iglesia. Yo seguía metida en un mundo creyéndome ser feliz, cuando la realidad era que pesaba 45 kilos, y solo pensaba en mí y en agradar a los demás, a todos menos a Dios.

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