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1.04.24

Aurora entró al templo por curiosidad y el sacerdote fue hacia ella y le bendijo con Jesús en la custodia

Aurora Castro Romero es una católica venezolana, residente en España, que se define así misma como sierva inútil de Dios, nos cuenta la historia de su conversión, como el Señor dejó a las 99 ovejas y fue a buscarle a ella. Tras estar vendiendo ropa y juguetes fuera del templo y entrar al recinto por curiosidad, vio como Jesús Sacramentado (a través de la custodia que llevaba el sacerdote) fue a su encuentro y se posó en su cabeza. Desde ese momento se enamoró de Jesús Eucaristía y su alma le anhela como el ciervo sediento busca el agua fresca.

¿Por qué vivía alejada de la fe?

Porque al hacerme mayor, el mundo llenó de brillo mi vida y me hizo ciega y sorda a las cosas de Dios. Aun cuando creía en Dios y me gustaba hablar con Él, hice un Dios a mi medida. Si quería iba a Misa, pero si salía algún otro plan, pues no.

¿Cómo se puede vivir tanto tiempo sin Dios?

La verdad que en ese momento uno no es consciente, pero ahora también me hago la misma pregunta, como pude vivir sin Dios, como pude ser tan indiferente.

Y la única respuesta posible es que no sabía que alguien podía amarme tanto, como para estar siempre buscándome y yo sin verlo.

¿Cómo nace la historia de su conversión?

Nace porque Dios siempre me buscó. Desde pequeña sentía algo que no era normal en una niña de tan solo 7 años, era un deseo fervoroso de estar con Jesús Eucaristía, estudiaba donde las hermanas adoratrices del Santísimo Sacramento de Santa María Micaela y cada día en mi tiempo del patio, en vez de ir a jugar o a merendar como las demás niñas, me iba para la capilla para adorar a Jesús, pasando antes delante de la imagen de la Virgen Milagrosa para decirle que iba a adorar a su hijo.

Sin embargo, con los años y la adolescencia y una vez sus padres le cambiaron de colegio este santo deseo se fue evaporando…

Así es, pero ha habido varios episodios en mi vida, en los que el Señor ha salido a buscar a su ovejita perdida. El más significativo ocurrió un día, en el que me fui a vender ropa y juguetes a una iglesia cercana a mi casa.

Ese día la capilla estaba a reventar de gente. Una vez instalada la mesa con la mercancía fuera del templo, me pasó tal cual como en la palabra de Dios, cuando Jesús sacó el látigo a los mercaderes del templo, algo así pude vivirlo yo.

Le dije a la amiga que me acompañara que se quedara cuidando las cosas, pues yo iría a ver que estaba pasando en la iglesia, porque se me hacia raro ver tanta gente. A medida que iba caminando por el patio central de la iglesia, sentía que mi corazón se aceleraba como si hubiese corrido muchos kilómetros. Pero una vez en la puerta de la capilla, era más rápido, como si el corazón se me saliese del pecho, en ese momento. El sacerdote, que luego sería mi director espiritual, vino hacía mí y me puso la mano en la cabeza y la custodia con Jesús Eucaristía. Yo sentí desvanecerme y casi me caigo. Me dio tanto miedo, que salí corriendo a recoger la mesa e irme a casa. Así comenzó mi encuentro con Jesús.

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