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26.11.21

Manuel Acosta: “La visión peyorativa medieval fue una obra de ingeniería social urdida por la Ilustración”

Manuel Acosta Elías es licenciado en Geografía e Historia, máster en literaturas hispánicas, doctor en filología hispánica y tiene nivel superior de catalán. Es diputado de Vox en el Parlamento de Cataluña. En esta entrevista, como experto en estudios medievalistas, analiza con objetividad las características esenciales de la sociedad medieval.

¿Por qué decidió especializarse en estudios medievalistas? ¿Qué es lo que más le atrajo de este período?

La inquietud por la historia, su atracción, me interpela desde niño. El punto de inflexión, sin duda, para decidirme a estudiar la carrera de Historia radica en el influjo de Jesús Fernández, un excelente profesor que me encandiló con su maravillosa forma de explicar la Historia en el colegio, en la que combinaba elocuencia y pedagogía.

¿Por qué me decidí a estudiar la Edad Media? Mi carácter inconformista me impulsó a reflexionar sobre el menosprecio, el denuesto constante del Medievo por parte de los agentes del pensamiento único o de lo políticamente correcto (escritores, cineastas, comunicadores o políticos). Al estudiar rigurosamente la época medieval hallé todo un magnífico acervo civilizador que cimentó una sociedad altamente avanzada como fue la medieval.

Una época que fue sin duda el gran esplendor de la cristiandad.

Como en cualquier época de la humanidad, se conjugaron luces y sombras. La Iglesia, no ajena a la sociedad ya que es una institución conformada por hombres, también se vio afectada por momentos de esplendor y de regresión en su misión de salvación de las almas. No obstante, la sociedad medieval estaba fundamentada en Cristo: los gobernantes, las instituciones, las leyes, las costumbres, el arte y la economía respetaban los principios universales de la Iglesia Católica.

¿Por qué nos la presentan como una época bárbara y oscura?

La visión peyorativa de la época medieval fue una obra de ingeniería social, una calumnia -un fake, diríamos hoy- urdida por la Ilustración, por el liberalismo relativista promotor de la Revolución Francesa, con la intención de denostar y destruir la sociedad medieval de base cristocéntrica, fundamentada en la Ley Natural, en la existencia de verdades absolutas.

¿Cómo se puede refutar esta leyenda negra sobre la etapa más esplendorosa de la cristiandad?

Estudiando la historia, sin apriorismos, con espíritu crítico. De este modo descubriremos personajes protagonistas en la difusión de esta patraña liberal como Washingtown Irwing, quien en su novela La vida y viajes de Cristóbal Colón propagaba en 1828 que durante la Edad Media el retraso intelectual y científico era de tal envergadura que, por ejemplo, se creía que la Tierra era plana. No obstante, lo cierto es que en la Edad Media se sabía perfectamente que la Tierra era redonda: Tolomeo en el siglo II, Sisebuto y el Venerable Beda en el VII, Ahmad al-Farghani en el IX, Francis Bacon y Tomás de Aquino en el XIII, entre otros, lo demostraron científicamente.

¿Cuál es el principal legado de esta época que nos ha llegado hasta nuestros días?

La Verdad, la Belleza y el Bien. Es decir, los sólidos cimientos necesarios para construir una civilización capaz de ofrecer a las personas el bienestar común en plenitud, tanto material como espiritual.

Lamentablemente, nuestra actual sociedad está substituyendo la roca firme por arena. Por eso el edificio se desvanece a pasos agigantados por el hedonismo, el materialismo, la hipersexualización, las pasiones desordenadas, la subversión de la naturaleza humana…

La Iglesia tuvo un papel decisivo en la creación de las Universidades. ¿Por qué no se resalta?

Efectivamente, la institución destinada específicamente a crear la ciencia y a difundir la cultura superior, la Universidad, nació en la Cristiandad medieval al albur de los colegios catedralicios, alcanzando reconocimiento público inmediatamente. Inicialmente se la denominó studium generale, al impartir las siete artes liberales en general y como consideración a su carácter de corporación de maestros y alumnos. Sin embargo, en el contexto europeo medieval, la denominación universidad se fue imponiendo debido a su espíritu universalista, supranacional, ya que maestros y estudiantes circulaban libremente por las universidades europeas teniendo en cuenta el prestigio de la entidad, así como sus propios intereses y posibilidades.

Para los que pretenden construir, desde hace tres siglos, una sociedad de espaldas a Dios, resulta muy incómodo reconocer que la ciencia y la cultura avanzaron gracias al mecenazgo e impulso de la Iglesia Católica.

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