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30.07.21

P. González Alfaya: “Peregrinar a Covadonga me produjo un gozo interior inmenso y llorar de alegría”

José Manuel González Alfaya es sacerdote diocesano de Toledo, vicario parroquial de Santo Tomé de Toledo y encargado, junto con el P. Carlos Vecino Carou, de la celebración de la Misa tradicional en la Iglesia del Salvador de Toledo, iglesia en la que desde el año 2009 se celebra diariamente la Misa así como el canto coral del Oficio Divino según el misal de S.S. Juan XXIII.

¿Qué balance hace de la I peregrinación Nuestra Señora de la Cristiandad?

Desde mi experiencia personal, siento un gozo interior inmenso y que sobrepasa mi capacidad de decirlo con palabras. No suelo ser muy efusivo en la expresión de mis sentimientos, pero cuando volvíamos en autobús desde Covadonga a Oviedo, cansado de los tres días de caminata y con una afonía total, me saltaban las lágrimas pensando en lo que había acontecido durante esta peregrinación.

Objetivamente, ha sido la primera vez que en España se realiza algo semejante vinculado a la Misa tradicional, con una respuesta muy grande principalmente de jóvenes y familias, venidos de los diferentes lugares de nuestra patria donde se celebra la santa Misa gregoriana e incluso personas que no habían asistido nunca, con presencia de Institutos sacerdotales tradicionales (Instituto Cristo Rey, Fraternidad san Pedro e Instituto Buen Pastor) junto con casi una treintena de sacerdotes diocesanos y religiosos.

Logísticamente, todos los voluntarios trabajaron a destajo para que todo resultase bien. Gracias a Dios, se pudo resolver la dificultad de no poder celebrar la santa misa tridentina en los templos, resultando celebraciones muy dignas y bellas, como requiere todo culto a Dios.

Desde el punto de vista espiritual, creo que han sido muchas las gracias derramadas por Dios nuestro Señor antes, durante y después de la peregrinación. La peregrinación ha sido una ocasión de reafirmarnos en la fe y adherirnos a la tradición, de encuentro con el Señor en el sacramento de la confesión, en la santa Misa, en la comunión y adoración eucarística. Una peregrinación totalmente mariana donde la Virgen Santísima como Madre de la Iglesia reúne a sus hijos en torno así para disponerlos a través de la oración perseverante, la penitencia y la práctica de las virtudes a recibir el don del Espíritu Santo a través del rezo del rosario completo cada día y la Consagración a la Virgen como colofón de nuestro caminar. Todo ello guiados por el ejemplo de san José a quien también hemos conocido más, para más amarle a través de las meditaciones del Libro del peregrino.

Una peregrinación en la que el encuentro, la convivencia, la alegría profunda nos recordaba el salmo “Ecce quam bonum, et quam iucundum habitare fratres in unum.”

En resumen, valga el testimonio de un peregrino, que me dijo: “Padre, estos días he estado en el cielo".

¿Hacía falta un Chartres a la española?

Nuestro tiempo está marcado por el individualismo vivido personalmente o incluso en grupo que puede degenerar en cierto sectarismo o localismo. Creo que era necesario para todos en beneficio de cada peregrino, de cada grupo de fieles que en nuestra patria está adherido a la Misa de siempre y de cara a la misma iglesia de nuestra patria y hacia la misma sociedad, mostrarnos públicamente en un acto de estas características. Era necesario para cada uno de los peregrinos, porque muchas veces, en el día a día, nos movemos en ambientes mundanos o incluso totalmente adversos a la Tradición. La peregrinación fue lugar de comunión y encuentro de personas que pensamos y vivimos lo mismo.

Era necesario para cada grupo y apostolado de la Misa tridentina para darse cuenta de la grandeza de la Iglesia y la catolicidad. Si es cierto que cada grupo tiene una idiosincrasia y una forma propia de ser, esto no es excluyente sino enriquecedor. El ser capaces de trabajar juntos nos hace más fuertes y sobre todo aumenta los lazos reales de fraternidad cristiana.

La peregrinación era necesaria para darnos a conocer a nuestros pastores y hermanos en la fe, pero que no comparten con nosotros la atracción hacia la Sagrada Liturgia según el misal de 1962. Muchas veces somos etiquetados con prejuicios y clichés que no son reales. La imagen que transmite la peregrinación es la de “normalidad". Somos gente normal, que queremos vivir nuestra fe en la Iglesia y en la Tradición de nuestros mayores.

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