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4.06.21

Colectánea. Una cruzada contra el espíritu del siglo, un libro de Alonso Pinto que llama al combate

Alonso Pinto, antes incluso de su conversión era una persona inquieta intelectualmente y con sed de verdad, estudiando la doctrina de los Padres de la Iglesia….Aunque su formación ha sido autodidacta, no le gusta esa palabra y, afirma con el filósofo, que todo autodidacta es, precisamente por ello y en la misma medida, teodidacta. En esta entrevista analiza su primer libro: Colectánea. Una cruzada contra el espíritu del siglo.

Colectánea… ¿Por qué un titulo tan culto, cuando desgraciadamente a veces no favorece las ventas? ¿O no busca tampoco una venta masiva?

Es una palabra que encontré por primera vez leyendo la Carta al duque de Norfolk de John Henry Newman. Coincidió con el inicio o proceso de mi libro, y me pareció adecuado utilizarla. Después el editor me pidió un subtítulo para orientar al posible lector desde la misma portada, y entre otros propuse “una cruzada contra el espíritu del siglo". Todo escritor quiere que su obra se lea masivamente (lo que no siempre va en proporción al número de ventas), pero ciertamente las cuestiones que trato en mi libro, con independencia del modo en que sean tratadas, no son demasiado atrayentes para el lector moderno.

¿Realmente con qué objetivo lo escribe?

En un primer momento no tenía ningún objetivo, más allá de plasmar algunas reflexiones que se me habían presentado con motivo de mi conversión o vuelta a la Iglesia católica. Poco a poco y conforme fueron aumentando los textos, vi que todos guardaban entre sí cierta conexión, y que podían conformar un libro.

Un libro, fruto de una conversión, que puede ayudar a otros a llegar a la fe…

No hay instrumento demasiado inútil si quien se sirve de él es Omnipotente. De hecho, en el libro menciono cómo Dios puede servirse incluso de un libro antirreligioso para provocar la conversión de alguien, y puede que de hecho a mí me pasara algo parecido al leer el Anticristo de Nietzsche. No digo que su lectura me hiciera directamente católico, pero sí es posible que me sirviera de impulso para alejarme del ateísmo, ¿y quién sabe si esa misma fuerza inicial no fue la que me siguió empujando en la búsqueda de la Verdad?

Este autor era al menos coherente con su profundo error, y en vez de disfrazar su odio al cristianismo reivindicando de alguna forma los propios valores cristianos pero separados de la religión, como hacen la mayoría, confesaba al contrario que el cristianismo había introducido en el mundo la compasión, la fraternidad, la igualdad, el amor por los débiles, etc., y que era eso precisamente lo que le repugnaba de nuestra religión. Para alguien que todavía cree en esos valores, leer de un erudito enemigo del cristianismo que sólo esta religión es el fundamento real de todos ellos, causa verdadera impresión e invita a replantearse muchos falsos prejuicios sobre el cristianismo, y puede ser el primer paso para conocer su historia. Obviamente nadie debe leer libros así cuando ya se ha convertido, ni es recomendable para quienes quieren convertirse, pero si se da la circunstancia sin buscarlo con ese fin, Dios es capaz de usar incluso un libro y un autor tan enfermizos a su favor. En mi caso no sé si lograré provocar tantas conversiones escribiendo a favor de la religión católica como habrá provocado Nietzsche muy a su pesar escribiendo contra ella, pero sin duda puedo decir que mi intención es mejor que la suya.

¿Por qué tuvo la inquietud de estudiar a los Padres de la Iglesia?

Cuando descubres que muchas de las cosas que te habían contado para mantenerte hostil al cristianismo son falsas, y que han logrado hacértelas creer durante mucho tiempo a pesar de estar claramente desmentidas por la realidad de los hechos, comienzas a estudiar la historia de la Iglesia católica para cotejar otros errores concretos que te habían inoculado, y eso te lleva insensiblemente, por la misma vastedad del objeto de estudio, a encontrar otras verdades colaterales que no buscabas en particular, y a retroceder en la historia llevado por esa misma inercia. Por ejemplo, cuando un ateo o anticristiano descubre por primera vez que Galileo no murió quemado en la hoguera por la Inquisición, su primera respuesta suele ser la de ver un enemigo en quien le ha descubierto esa verdad, porque necesitaba esa mentira y siente que la echará de menos. Por eso en el libro escribo que «si hay algo que los enemigos de la Inquisición jamás le podrán perdonar, es el no haber quemado en la hoguera a Galileo». Pero cuando se da el caso de que el desengañado tiene un verdadero deseo de encontrar la verdad, considera que su enemigo es quien le había mantenido engañado hasta entonces, y comienza a investigar en busca de otras posibles falsedades. Si es tenaz en esa búsqueda, poco a poco el campo de estudio se irá expandiendo, y cada punto que toque, al estar conectado con otros mil, le llevará a abrazar la totalidad y, finalmente, a estudiar el origen del cristianismo y a concebir su posterior desarrollo a partir de ese núcleo.

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