Cesaropapismo y bolchevismo

Hace un siglo que estallaba la Revolución Rusa, un fenómeno más complejo de lo que habitualmente se nos presenta y que marcó el siglo XX (y cuyos efectos aún tienen una importante influencia en el mundo en que vivimos).
Como ya van apareciendo revisionistas que quieren recuperar la “parte buena” de la Revolución Rusa, voy a dedicar una serie de entradas a este tema. No creo que Mauricio Valiente, el concejal de Carmena que ha declarado “tengo un póster de Lenin, me parece un referente fundamental", lea mi blog… pero nunca se sabe.
Hoy me limitaré a señalar un aspecto previo. Se suele señalar que Marx estaba convencido de que la revolución comunista iba a iniciarse en primer lugar en el Reino Unido, el lugar más industrializado y donde, por consiguiente, las contradicciones internas del capitalismo se suponía que estaban más exacerbadas. No fue así. La revolución cuajó en Rusia, la atrasada, semifeudal, campesina Rusia. Todo un fracaso de Marx como analista.



Bueno, en realidad a quien respondió fue a Elvidio, pero como la Caram ha dicho lo mismo que Elvidio, la respuesta de San Jerónimo vale para ambos.
Dado los tiempos que corren, con disputas doctrinales de primer orden y discusiones sobre lo que está en consonancia con el Magisterio y la Tradición y lo que supone ruptura con los mismos, decidí alejarme del fragor de la batalla e ir a descansar en “prados seguros". En concreto, en el “Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana” del Cardenal Newman. Y como no podía ser de otro modo, encontré un libro preciso, revelador, de una enorme erudición y muy realista; eso sí, no es de lectura sencilla, pero el esfuerzo se ve recompensado.




