Los doce grados del orgullo

No es infrecuente tener que escuchar aquella tontería de que la fe impide el pleno desarrollo de la capacidad de razonar. Se han llenado páginas y más páginas sobre el tema, demostrando que la realidad es justa la contraria: la fe ilumina el intelecto y nos abre a perspectivas de conocimiento que sin ella no alcanzaríamos. No voy a insistir sobre ello. Me limitaré a compartir con ustedes lo que he descubierto en el libro de Ernest Hello, Fisonomías de santos, en el capítulo que el autor dedica a san Bernardo.
Lo que he descubierto allí es un ejemplo concreto de la hondísima penetración psicológica del santo. Una fina penetración dedicada a sus monjes pero que se puede aplicar a todos los estados y situaciones y que parece, por cierto, escrita para nuestros días.
Hello hace referencia a un texto de san Bernardo, el Tratado de los diversos grados de la humildad y el orgullo, y nos explica cuáles son los doce grados del orgullo:


Lo que estamos viviendo a propósito de la pandemia da para muchos ríos de tinta, especialmente porque el coronavirus ha hecho más evidente algunas tendencias que ya estaban presentes entre nosotros y o no veíamos aún con claridad o preferíamos no verlas. También en lo que se refiere a la Iglesia y su modo de estar presente y actuar en nuestros días.
Escribí hace no mucho





