Nobel a Memorial, que sacó a la luz los crímenes soviéticos

Organización memorial

Hace ya mucho que considero el premio Nobel un castigo cruel, un galardón que desacredita irremediablemente a su receptor. Como trato de no regocijarme en la desgracia ajena, presto escasísima atención a los premios que otorga la Academia sueca.

Este año, no obstante, leí de refilón que le habían concedido el Nobel de la paz a la asociación rusa Memorial junto al Center for Civil Liberties ucraniano y al disidente bielorusso Byalyatski. Y recordé cuando hace ya bastantes años tuve noticia por primera vez de su existencia y de la impresionante labor que realizaban para documentar los crímenes del comunismo en la Unión Soviética. Puede valer la pena recordar su historia.

Memorial nació en 1988, cuando en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona todavía nos enseñaban que al capitalismo le quedaban dos telediarios y que su colapso era inminente debido a sus contradicciones internas, mientras que la Unión Soviética era el modelo sobre el que se iba a construir el futuro de la humanidad. Algo que solo se podía sostener desde el papanatismo propio de tantos intelectuales occidentales fascinados por el totalitarismo comunista desde sus confortables vidas bien lejos de aquella realidad. Decía que Memorial nació un año antes de la caída del Muro de Berlín, después de una manifestación de disidentes en el parque Druzhba, junto a Moscú, en la que pedían que se erigiera allí un monumento a las víctimas del terror comunista durante el periodo estalinista. Aquello no cayó en saco roto y el 30 de octubre de 1990 se erigió el Monumento a las Víctimas del Gulag en la Plaza Lubianka de Moscú, cerca de la sede del KGB. Durante nueve meses, hasta la disolución de la URSS, el monumento estuvo junto a la estatua de Félix Dzerzhinsky, el asesino al que se le atribuye la siniestra Cheka. Pero Memorial no se contentó con erigir monumentos, sino que asumió como tarea propia la creación de una base de datos de las víctimas del terror soviético (con más de 1.300.000 nombres) y la organización de la asistencia, tanto legal como financiera, a las víctimas del Gulag.

Entre los fundadores de la asociación e encontraba el célebre físico y disidente Andrei Sajarov y el que fuera su primer presidente, Sergei Kovalijov. En el caos que acompañó el colapso de la Unión Soviética, Memorial se extendió por todo el país con el fin de sacar a la luz un pasado que hasta aquel momento había sido ocultado, cancelado diríamos hoy, por el régimen comunista, y así recordar y rehabilitar a las tantísimas víctimas del terror soviético.

En aquellos momentos el apoyo a Memorial y a su tarea de documentar y hacer público el devastador impacto del régimen soviético fue casi unánime. Las historias que salieron a la luz, como ya antes había dado a conocer Solzhenitsyn y luego lo harían muchos otros, eran estremecedoras. Pero como explicaba el historiador Arsenij Roginskij, director de Memorial de 1998 a 2017, año de su muerte, era importante preguntarse «¿quién desencadenó el terror? ¿quién lo realizó? Si no lo comprendemos, no iremos más allá de un gesto de luto». Y de eso se trataba, de revelar, sí, pero también de comprender para así evitar que se volviera a repetir.

Luego, a finales del año pasado, Memorial fue clausurado. Tras sacar a la luz los crímenes del comunismo soviético, estaban investigando crímenes ocurridos en la Rusia actual. Un atropello que, no obstante, hace más necesario que nunca aquel objetivo que se habían marcado en sus estatutos: «Promover el reconocimiento de la verdad sobre el pasado histórico y perpetuar la memoria de las víctimas de la represión política ejercida por los regímenes totalitarios».

Una tarea, sin duda, crucial y casi más necesaria hoy en día que a finales del siglo pasado. En Rusia y también en España. Cuando estaba escribiendo estas líneas me ha llegado la invitación a la celebración de la festividad litúrgica de los mártires españoles sacrificados en la persecución religiosa de los años 1934 a 1939 (son ya 2.000 los mártires españoles elevados a los altares) que tendrá lugar el próximo lunes 7 de noviembre de 2022 a las 18,30 horas de la tarde en la Capilla de la Adoración Nocturna Femenina Española de la calle Aragón 268 en Barcelona. Me huelo que la Academia Nobel no verá con tan buenos ojos este Memorial español (en realidad lo único que de veras le importa del Memorial ruso es atacar a Putin, lo que le ha llevado a acertar, aunque sea por motivos equivocados). Pero si importante e impresionante es el Memorial ruso, no lo es menos el español. Ojalá no lo olvidemos y demos nuestro apoyo a ambos, empezando, como en todo amor bien ordenado, por lo más cercano.

 

2 comentarios

  
África Marteache
Yo creo que Memorial se estaba mereciendo el Nobel hace tiempo, pero no deja de ser "chungo" que se hayan acordado de ella precisamente en el 2022. Siempre queda en el aire qué hubiera pasado si Putin no llega a invadir Ucrania.
28/10/22 2:42 PM
  
Alfil
Occidente fue desde un principio y ha sido complice del genocidio perpetrado por socialistas/comunistas, con su silencio y también con su cobardía. Salvo España, al menos durante 40 años. Desgraciadamente en la España actual el socialismo/comunismo goza de una injustificada y lamentable buena salud. Sin duda, es evidente el aliento de satanás (lo de la minúscula es a propósito).
Coincido plenamente con su opinión. El premio se limita y aprovecha la actual coyuntura para meterle el dedo en el ojo a Putin, simplemente.
Dos cosas se me ocurren. La primera, defender la verdad allá por donde vaya, poniendo de manifiesto la maldad de esta criminal ideología. Y la segunda, aún más importante, ir a Misa el 7 de noviembre y pedirle a Dios y a sus Mártires que nos mantengan firmes en la fe y que nos den fuerzas para perdonar a nuestros enemigos, que son los de Cristo. ¡Viva Cristo Rey!
Un abrazo al autor y a todos. ¡Feliz día!
29/10/22 6:53 AM

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