El contagio psíquico en la génesis de la epidemia transgénero

Un daño irreversible

Un daño irreversible, el libro de investigación de la periodista del Wall Street Journal Abigail Shrier sobre la locura transgénero que está destruyendo las vidas de, principalmente, miles de chicas, llegó con importantes credenciales: había sido declarado libro del año por The Times y The Economist. No es que me fije yo mucho en estas recomendaciones, pero que un libro crítico con la ideología de género más extrema hubiera conseguido romper el muro de silencio y colarse en esos «respetables» medios tenía que significar algo.

Y en efecto, el libro es una impactante investigación, que tiene mucho mérito por cuanto Shrier no parte de una postura contraria a la ideología de género: solo la constatación de sus nocivos efectos después de cientos de testimonios y conversaciones le hacen lanzar este grito de alarma.

Shrier va revisando todos los aspectos de este estremecedor fenómeno, combinando narración de casos concretos con datos y reflexiones de expertos en la materia. Las cuestiones a comentar son muchas y muy interesantes, pero me quiero fijar en una que me ha llamado la atención porque tiene consecuencias más allá de la locura transgénero.

La autora conversa con una psicóloga, Lisa Marchiano, y en la conversación aparece el aspecto epidémico del fenómeno: de repente miles y miles de chicas dicen estar atrapadas en un cuerpo masculino. Marchiano detecta en este fenómeno algo ya muchas veces repetido a lo largo de la historia y que califica como epidemia psíquica. Es lo que sucedió con las lobotomías y el trastorno de personalidad múltiple, en la Alemania de los años 30 y 40, un caso bien documentado de contagio psíquico.

Un daño irreversibleExplica Marchiano que «cuando sentimos malestar psicológico queremos explicarlo de modo que incite a los demás a tomarlo en serio». Y añade que si manifiestas tu angustia de un modo novedoso, lo más probable es que nadie te haga caso o, aún pero, te tomen por un chalado. Pero si presentas tu caso de modo que «encaje en una narrativa prescrita» no solo te hacen caso sino que tu inconsciente se aferra a ello: «para ti tiene un valor explicativo y recibes cuidado y atención». Tienes un problema, lo haces encajar en lo que está de moda y no solo te sientes mejor, sino que te hacen caso. Un negocio redondo.

Algo que está muy estudiado por el historiador de la psiquiatría Edward Shorter: «los pacientes se sienten atraídos por «grupos de síntomas», listas de formas culturalmente aceptables de manifestar la angustia que llevan a diagnósticos reconocidos». Y va más allá: «los pacientes se esfuerzan de modo inconsciente por producir síntomas que se corresponderán con el diagnóstico médico de su época». Muchos contagios sociales se propagan de esta manera.

Uno de los ejemplos es el de la anorexia en Hong Kong. Era algo que nunca se había experimentado hasta que en 1994 los medios de comunicación locales dieron amplia cobertura a la muerte de una chica que fue interpretada por la prensa como ejemplo de una dolencia occidental desconocida llamada anorexia nerviosa. «Pronto se produjo un brote de niñas que presentaban los síntomas… la anorexia se generalizó sólo cuando se convirtió en una «expresión culturalmente consensuada de la angustia interna».

Es justo lo que ocurre con la epidemia de casos transgénero: al hacerlo culturalmente aceptable, estamos provocando una epidemia de casos. Claro que, como bien saben cada vez más chicas víctimas de esta epidemia, tras pasar los años, los tratamientos hormonales, las intervenciones quirúrgicas… los problemas siguen ahí. El problema es que las «detransicionadoras», en muchos casos, tienen ya daños irreversibles (el título precisamente del libro).

Tremenda la responsabilidad de las personas, instituciones y sociedades que han provocado esta epidemia psíquica.

 

7 comentarios

  
Marta de Jesús
No hay daños irreversibles. A todos se nos ha regalado la Redención. En nuestras manos está aceptarla. El cuerpo y la mente pueden terminar irreconocibles. Pero nuestra alma, en manos de Dios, resplandecerá como el oro. Y eso hará que resplandezca lo demás a su debido tiempo.

Por lo demás no conozco el libro ni nada del contagio psíquico. Con la eutanasia creo que manejan eso mismo. Quieren que ocurra un efecto contagioso. Pero repito, desconozco el tema. Lo que sí conozco son personas que pretenden justificar sus opciones sexuales como si fueran objetivas, cuando es simple hedonismo contra natura. Eso nos arrastraría a todos. Tienen bombas hormonales para desquiciarnos. Cuidado con la desobediencia. Satanás puede fingir humildad, pero es incapaz de ponerse el manto de la obediencia. Eso dijo Santa Faustina. Los satánicos hacen igual que su amo. Génesis más que nunca. Aunque no entiendan. Aunque no entendamos. Aunque no sepamos que pasa. Hasta que la cordura y la verdad en el tema vuelvan a brillar. Obediencia, ésa es la estrella que lleva al Cielo. Por María a Jesús. Con Jesús al cielo.

Que Dios les bendiga. Defiendan a sus hijos.
29/12/21 5:21 PM
  
Juan Mariner
Un reconocido psiquiatra argumentó que el perfil de los pacientes que recibía en visita médica antaño produciéndose autolesiones con cortes en los brazos y piernas, en la actualidad, se presentan ante él queriendo cambiar de sexo.
29/12/21 7:57 PM
  
África Marteache
No hay más que asomarse a Youtube. Últimamente aparecen videos monotemáticos sobre las personas muy inteligentes con títulos como "Diez características de las personas muy inteligentes", "Problemas a los que se enfrentan las personas con un CI muy elevado", "Cómo saber si tu inteligencia es excepcional", etc...Estoy segura que los que ven esos videos han llegado a la conclusión de que si son solitarios es porque los demás no están a su altura, que si no les entienden es porque sus argumentos están demasiado bien estructurados para la media, que si...Con lo que podríamos enfrentarnos a una epidemia de personas que se ven a si mismos como superdotados. El contagio psíquico funciona en muchas direcciones ya sean físicas o mentales.
29/12/21 10:01 PM
  
Marta de Jesús
Ayer leí un artículo donde hablaban de las sociedades surgidas del cristianismo. Las ponían como prósperas e individualistas. Prósperas no sé. También el imperio romano era próspero y todas las sociedades esclavistas. El cristianismo combatió el esclavismo y defendió la propiedad privada y el pan ganado con el trabajo, siempre que fuera posible. Si eso trajo prosperidad, pues muy bien. Pero lo importante es hacer lo debido y obedecer a Dios. Respecto al individualismo, somos más individualistas que en Oriente, con mucha fuerza individual, surgida de la fuerza familiar, pero no creo que seamos tan individualistas como los neopaganos. Porque no estamos ni a derecha ni a izquierda de nada. Estamos o debemos estar, en el centro. Velamos por el Bien Común. Y eso sabemos que solo lo da Dios. Y ahí entra esta noticia. Esos que creen poder autoafirmarse rechazando la obra de Dios, son pasto de Satanás. Que tengan cuidado. Alguien debería avisarles del riesgo de condenación. Salvo que sea lo que quieren.
30/12/21 3:41 PM
  
Cos
Qué poco liberales resultan estos estudios.
31/12/21 2:25 PM
  
Carmen L
Y ¿Qué dice la autora sea la causa de esa angustia? No me cabe duda que angustia equivale a desesperanza y ya sabemos quién induce esas ideas en la mente, cada vez me inclino más a pensar que un sacramental como el agua bendita, según la fórmula anterior al concilio debería ser recuperada.
01/01/22 5:13 AM
  
gustavo perez
Ojalá que esta epidemia transgénero que contamina el mundo joven pueda ser puesta ser no solo denunciada sino puesta en evidencia ante un mundo torpe e irracional que sigue como borregos la propaganda de los medios,. para que ese mundo equivocado vuelva sobre sus fueros, recapacite y piense, ahora sí de manera positiva en los peligros que enfrenta.
02/01/22 5:00 PM

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