Las llagas de Cristo… y de la Iglesia

Las llagas de Cristo… y de la Iglesia

La Iglesia debe recuperarse, ante todo, de la crisis interna que la afecta, para cobrar relevancia en el orden cultural y social, de modo que pueda ayudar al hombre a orientarse hacia su auténtico destino.

Las llagas de Cristo, de sus manos, sus pies y su costado, son objeto de nuestra veneración y nuestro amor. La tradición eclesial atesora numerosos documentos de la fe de los fieles expresada, multiplicadamente, en la actitud del Apóstol Tomás, quien al verlas y tocarlas confesó: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20, 28). Presento a continuación algunas oraciones clásicas, que solían rezarse privadamente después de la comunión; dos de ellas conservan vigencia todavía.

La primera es la pequeña letanía, que ha sido atribuida a San Ignacio, como «Aspiraciones al Santísimo Redentor»: Anima Christi; en muchos lugares se la recita en el momento correspondiente de la misa. Esas invocaciones comienzan: «Alma de Cristo, santifícame», e incluyen una contemplación del Cuerpo herido del Señor, con varias referencias a la pasión, fuente de ánimo, aliento y consuelo para los afligidos, que reciben de ella vigor, espíritu, fuerza. Se ruega ser embriagado por la Sangre preciosa, lavado por el agua que brota del costado abierto, ser escondido en las benditas llagas. Son expresiones de altísima y entrañable devoción.

Otra plegaria, que era también muy popular, dirigida a Jesús crucificado comienza En ego... «Aquí estoy, bondadoso y dulcísimo Jesús». El texto indica que el orante, de rodillas bajo la mirada del Señor, ruega con el mayor fervor recibir impresos en su corazón sentimientos de fe, esperanza y caridad, dolor de los pecados y propósito de enmienda. Sentimientos (sensus) que no tienen nada de sentimentales, ya que no excluyen el conocimiento, la conciencia; se pide con firmísima voluntad asumir, vivir, esas realidades espirituales. La contemplación de las cinco llagas se hace con amor y dolor, con una identificación de com - pasión, mientras se medita el pasaje del Salmo 21 al cual se alude en el relato de la Pasión según San Juan (19, 36-37): han taladrado mis manos y mis pies, y puedo contar todos mis huesos (Sal 21, 17-18). Los relatos evangélicos del sacrificio del Señor citan implícita o explícitamente otros versículos del salmo para ilustrar hechos como el reparto de las vestiduras y el sorteo de la túnica y las burlas blasfemas; sobresale el clamor final del Crucificado, que asume la frase inicial del salmo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46). Se recoge en la oración la convicción de muchos Padres de la Iglesia que atribuían la autoría del poema a David, y lo consideraron una profecía.

Una publicación de la Editorial Pustet, de Ratisbona (edición 13ª de 1927) reúne oraciones para antes y después de la misa, destinadas especialmente a los sacerdotes. Una de esas plegarias comienza: Obsecro, te dulcissime Domine Jesu Christe. Se pide en ella «que tu pasión sea para mí una fuerza que me proteja y defienda, que tus llagas sean alimento y bebida por las que yo sea apacentado, embriagado y deleitado». En este caso se indica que la oración está dirigida a Jesús crucificado, y que ha de rezarse de rodillas.

En la misa colección se encuentra otra a las llagas del Señor, heridas que son fuente de la Sangre salvífica. Se ruega que las llagas nos llaguen (vúlnera como sustantivo y como verbo en imperativo) con el dardo encendido de la caridad, que la lanza del amor nos traspase, de modo que el alma pueda decir: «Estoy herida de amor», y que de esa herida broten lágrimas incesantes de amor y dolor. Aquí se nota una cita del Cantar de los Cantares (2, 5). Me permito una breve digresión semántica. Las versiones modernas de ese pasaje bíblico traducen, según el hebreo, «estoy enferma de amor». El original dice jolat, término que denota consternación; la versión griega de los LXX traduce tetromene agápes (estoy herida, de la raíz de tráuma). Continuando con la oración, en tercer lugar se pide que la cúspide de la dilección, como punta aguda y extrema golpee un alma dura como la nuestra y penetre profundamente en nuestra intimidad. Es la caridad, don divino, el amor, la dilección lo que hiere, traspasa, golpea al alma como un dardo, una flecha, la agudeza de una lanza. Todas estas son expresiones de altísima contemplación que podemos nosotros asumir con la esperanza de que alguna vez nos acerquemos a esa relación con Jesucristo.

En su libro «Miremos al Traspasado» (1984), Joseph Ratzinger comenta ampliamente y con elogio la encíclica de Pío XII Haurietis acquas, sobre el Corazón de Jesús, destacando en ella la teología del cuerpo referida a la encarnación y al misterio pascual. Cita una bella expresión de San Buenaventura: «Las heridas del cuerpo muestran las heridas del alma... ¡Contemplemos por las heridas visibles las heridas invisibles del amor!». En el trabajo que voy glosando, el gran teólogo muestra que esa teología del cuerpo «es a la vez, entonces, una apología, una defensa, del corazón, de los sentidos y del sentimiento, también y precisamente en el ámbito de la piedad». Como ya lo he apuntado, no hay aquí nada de sentimentalismo, sino teología y mística, la experiencia de un amor que se torna contemplativo; la veneración de las llagas conduce al conocimiento de la persona de Jesús, Dios y hombre verdadero. La liturgia, en diversas ocasiones, hace referencia a este rasgo del misterio pascual, y también asocia a él la compasión y la intercesión de María. En la célebre secuencia Stabat Mater, se dice: Crucifixi fige plagas cordi meo valide, «graba con fuerza en mi corazón las llagas del Crucificado». Valga, para no alargar la nota, este único ejemplo.

El Conde Antonio Rosmini Serbati (1797 - 1855), sacerdote, hoy beato, fue un pensador original, escritor y fundador de la congregación clerical Istituto della Carità. No se limitó a contemplar las llagas del Cuerpo físico del Señor, sino que inspirado en esa contemplación de amor y dolor, se atrevió a descubrir polémicamente las llagas del Cuerpo místico, o más bien de la organización y vida de la Iglesia de su época. Entre sus obras sobresale Le cinque piaghe della Santa Chiesa; en este libro describía, por referencia a las heridas de las manos, los pies y el costado de Jesús, defectos que hallaba en el catolicismo contemporáneo suyo. La obra fue condenada, como otros escritos de su autoría, y él se sometió humildemente a la decisión de la Santa Sede. A partir de la reivindicación de Rosmini, Las cinco llagas de la Santa Iglesia fue una obra reconocida con autoridad para la historia de la Iglesia en el siglo XIX.

Yo me aventuro a presentar una hipótesis de actualización de las llagas de la Iglesia, las que sufre en estos días; lo hago modestamente, como expresión del respeto y amor que profeso a la Catholica, y del dolor que me causa reconocerlas. No son ocurrencias mías; muchos autores con mayor sabiduría y autoridad que yo han manifestado su preocupación, e incontables fieles, a veces con arrebatos de indignación, opinan sobre la situación eclesial y no esconden, incluso, posiciones ideológicas. Las «redes» constituyen una tribuna mundial, un areópago confuso. No localizaré las llagas, como hizo Rosmini, cuál en qué mano o en qué pie, cuál en el costado. Solo enumero cinco males, sobre los que he hablado en diversas ocasiones, o han sido objeto de escritos míos.

1. Comienzo por la llaga que considero más abarcadora y profunda: el relativismo, un mal con raíces históricas que se expandió en el siglo XX, impregnando la cultura, el pensamiento y la actitud de multitudes. El relativismo ha penetrado en la Iglesia, y se manifiesta en ella como duda, descuido y preterición de la doctrina de la fe y de la gran tradición eclesial, como un intento de acomodo con la cultura mundana. Una de las causas principales ha sido, en opinión de muchos, una interpretación sesgada del Concilio Vaticano II, la negación de su continuidad homogénea con el magisterio anterior. Los maestros del relativismo suelen afirmar que aquella gran Asamblea ha sido una revolución que determinó un cambio de época. Desde el punto de vista metafísico la posición relativista equivale a la negación del Absoluto, y se camufla en proposiciones ambiguas. Como actitud de pensamiento significa el abandono de los criterios objetivos y la primacía del subjetivismo. De hecho, cualquiera dice lo que se le ocurre, y no hay quien lo corrija; peor, quien debiera corregir promueve la confusión. Durante las últimas décadas, numerosos autores expresaron el relativismo teológico, con el consiguiente daño en la formación de los sacerdotes y en la orientación pastoral del clero. El relativismo ético incluye la negación de la naturaleza, de la cual se siguen principios de comportamiento objetivos, universalmente válidos: ni la ley natural, ni los Mandamientos de la ley de Dios son expresamente recordados y urgidos a los fieles como norma de vida personal y de relación con los demás. El reduccionismo sociológico insiste en destacar el condicionamiento de los factores epocales y la vigencia cultural. La difusión del relativismo y sus consecuencias actuales frustran la intención del Vaticano II: «Es obligación de toda la Iglesia de trabajar para que los hombres se capaciten a fin de establecer rectamente todo el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo» (Apostolicam actuositatem, 7). El Cardenal Robert Sarah escribió en su libro Le soir approche et dèjà le jour baisse: «Es determinante que valores fundamentales rijan la vida de las sociedades. El relativismo se nutre de la negación de los valores para afincar su empresa deletérea» (pág. 283). Contamos con recursos extraordinarios para superar la tentación relativista: el Catecismo de la Iglesia Católica, y el magisterio completo y clarísimo de San Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Si el relativismo se instala permanentemente en la Iglesia, el mundo marchará a la perdición.

2. La devastación de la liturgia. No fue tenida en cuenta una severa advertencia del Vaticano II: «Que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia» (Sacrosanctum Concilium, 21§3). Es verdad que muchos sacerdotes celebran dignamente la misa y logran incorporar a los fieles a «una celebración plena, activa y comunitaria» (ib.). Pero no se puede negar, y yo me refiero al caso argentino, que se ha generalizado el manoseo del rito más sagrado del catolicismo, y se han impuesto la improvisación, la abolición de la belleza -sobre todo en la música-, gestos y actitudes tales como gritos, aplausos, bailoteo, completamente ajenos a la índole sagrada de la celebración. Lo sagrado queda menoscabado o ha desaparecido. Yo mismo he oído decir a colegas obispos que ya no hay distinción entre sagrado y profano, y se felicitaban por esta evolución. La concepción unilateral de la misa como encuentro fraterno ha oscurecido su índole sacrificial; no se advierte que lo que hermana a los fieles es una realidad sobrenatural: la común participación por la fe y la caridad en el sacrificio pascual del Señor que se hace sacramentalmente presente en el rito de la Iglesia. En algunos casos la celebración se convierte en un espectáculo o en una fiestita para niños; el culto de Dios desaparece, es la satisfacción, el «sentirse bien» de los presentes lo que se busca. Con esa declinación que describo someramente, la fe es puesta entre paréntesis y la referencia a Dios queda reemplazada por la centralidad y primacía del hombre. La fenomenología de la religión muestra lo errado de semejante postura; probablemente un hombre de la Edad de Piedra se escandalizaría ante algunas celebraciones católicas de hoy; no encontraría en ellas la irrenunciable referencia a «lo otro», a la trascendencia, al mundo de los dioses. La pérdida del sentido de la adoración tiene un efecto cultural destructor de la auténtica humanidad del hombre. El Cardenal Robert Sarah ha escrito: «El sentido de lo sagrado es el corazón de toda civilización humana». Me detengo aquí; los lectores seguramente podrán sumar a los datos precedentes sus propias reflexiones y experiencias.

3. Secularización de la vida sacerdotal y deficiente formación en los seminarios. Ha sido este uno de los capítulos más notorios de la crisis que siguió al Vaticano II. Las causas y el sentido de esa crisis tendrán que ser esclarecidos por los historiadores, pero no es posible negar que, como lo lamentó Pablo VI, «esperábamos una floreciente primavera y sobrevino un crudo invierno». Jacques Maritain, gran amigo del Papa Montini, en El campesino del Garona evoca «la fiebre neomodernista contagiosa, al menos en los círculos llamados 'intelectuales'; en comparación con ella el modernismo de tiempos de Pío X fue un modesto catarro». Habla, también, de «una especie de apostasía inmanente que estaba en preparación desde hacía años, y cuya manifestación fue acelerada por ciertas expectativas oscuras de partes bajas del alma, imputadas a veces, mendazmente, al espíritu del Concilio». El clero resultó especialmente afectado; miles de sacerdotes abandonaron el ministerio; una especie de «liberación» llevó a muchos a descuidar la vida espiritual; fueron numerosos también quienes se dedicaron a la «militancia» social y política; el celibato sacerdotal, cuyo incumplimiento puede registrarse con mayor o menor intensidad en cualquier época, fue criticado por principio, y actualmente arrecia la campaña para lograr su abolición.

El luminoso magisterio de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fue causa de una cierta recuperación, ya no cuenta demasiado, y no solo en el asunto del celibato. Se multiplicaron las experiencias de reorganización de los seminarios, y la agitación y las dudas continúan. He notado que a veces se pone una atención ridícula en descalificar y perseguir a los alumnos en los que puede hallarse un apego a la tradición, que desearían estudiar bien el latín y usar sotana (y hasta se prohíbe vestirla), pero no se cuida la rectitud de la formación doctrinal, espiritual y cultural. Se suele oponer el estudio a «la pastoral», y se precipitan experiencias presuntamente pastorales para las que los jóvenes no están preparados, y que carecen de valor educativo. ¿Cómo puede florecer la Iglesia con el descuido de una seria preparación filosófica, teológica y espiritual de sus futuros ministros?. Humildemente, puedo exhibir una cierta autoridad en este tema: he sido organizador de un seminario diocesano y rector del mismo por una década, como también profesor en la Facultad de Teología, donde estudiaban seminaristas de diversas diócesis. Durante mi ministerio arzobispal de 20 años he ido al seminario todos los sábados y he pasado siempre mis vacaciones con los seminaristas. Algo he aprendido. Ek toû kósmou ouk eisìn«ellos no son del mundo» (Jn 17, 16), dijo Jesús de los apóstoles en su íntima conversación con el Padre. Los sacerdotes tampoco son «del mundo»; su secularización - mundanización es una llaga abierta en el corazón de la Iglesia.

4. Ruina de la familia cristiana y del orden familiar natural. Nunca como en estas últimas décadas contó la Iglesia con un magisterio tan amplio sobre el amor conyugal, el matrimonio y la familia. Sin embargo, la cultura vigente se impone con una fuerza arrolladora. La naturalización del divorcio, favorecida por las leyes, ha llevado a que muchísima gente no se case, sino que viva en concubinato, el cual ya no es mal visto. Ahora no se habla de marido y mujer, esposo y esposa, sino de «pareja». En la casi totalidad de los femicidios, el asesino es el novio o ex novio, la pareja o ex pareja. Debemos lamentar, también, que los matrimonios -cuando los hay- no duren; los pésimos ejemplos de gente de la «farándula», a la que se suman deportistas y políticos, y los medios de comunicación con su continuo martilleo, han llevado a desvalorizar el amor conyugal y la estabilidad familiar; muchos niños son huérfanos de padres vivos, o hijos «monoparentales». Los abusos sexuales ocurren, en un ochenta por ciento de los casos, en el ámbito familiar, y el culpable suele ser la pareja de la madre. No se aprecia debidamente el sacramento del matrimonio, y se desconoce la gracia que de él dimana. El control artificial de los nacimientos se ha convertido en una práctica habitual. La encíclica Humanae vitae fue resistida por vastos sectores de la Iglesia, y su cincuentenario pasó inadvertido.

Los pastores de la Iglesia no reiteran oportunamente una enseñanza que es valiosa no solamente para la vida cristiana, sino que tiene una dimensión cultural, social y política. La aprobación legal del «matrimonio igualitario», y otras leyes inicuas inspiradas en la ideología de género alteran la constitución del orden familiar, y se extiende la legalización del aborto. Los fieles se ven sometidos a presiones inéditas. Un fenómeno gravísimo es la imposición, por parte del Estado, de programas de educación sexual escolar contrarios a la ley natural y divina, que violan los derechos de los padres. Los jóvenes necesitan ser acompañados para que puedan reconocer el valor, belleza y utilidad, personal y social, de la virtud de castidad, pero esta no parece una prioridad pastoral. En los colegios católicos se hace muy difícil la formación de los jóvenes en esas realidades esenciales, y por lo general las familias no colaboran; en muchos casos, por todo lo antedicho, no están en condiciones de hacerlo.

En suma, una llaga abierta que sangra abundantemente; con esa sangre se escurre la vida de la sociedad. ¿Es una llaga de la sociedad?. Por cierto, pero también una llaga de la Iglesia. Allí está el drama.

5. La descristianización de la sociedad. El proceso así titulado es, contemporáneamente, un proceso de deshumanización. Su causa es, en primer lugar, de carácter interno, religioso: cristianos que no viven como tales; bautizados que o bien no han completado la Iniciación Cristiana, o después de cumplir con el rito de la «única comunión» no perseveran en la praxis sacramental, no han recibido una formación en las verdades de la fe, y han sido devorados por la cultura pagana. San Pablo advertía ya ese problema, por ejemplo, en la comunidad de Corinto; llega a decir que ni entre los paganos se encontraban vicios tan graves (cf. 1 Cor 5, 1; 6, 8 ss.). Esa debilidad intrínseca de la Iglesia, la caída espiritual de sus miembros del nivel que corresponde a una comunidad cristiana, impide una presencia vital de la misma en la cultura y en las estructuras de la sociedad. Hace imposible que los fieles brillen en ella hos phosteres en kósmo, como luminarias en el mundo, según enseñaba el mismo Apóstol (Fil 2, 15). La descristianización no se identifica con el cambio de las formas de organización política. León XIII exponía que «se puede escoger y tomar legítimamente una u otra forma política... mas cualquiera que sea esa forma, las autoridades del Estado deben poner la mirada totalmente en Dios, Supremo Gobernador del universo, y proponérselo como ejemplar y ley en el administrar la república» (Encíclica Inmortale Dei opus, 6-7).

En aquel documento de 1885 recordaba que «hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados», y la energía propia de la sabiduría cristiana había compenetrado las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos; impregnaba todas las clases y relaciones de la sociedad.

Se ha verificado un desarrollo homogéneo de la Doctrina Social de la Iglesia; en el Compendio promulgado por Juan Pablo II, en 2004, se incluye una queja contra el laicismo que en las sociedades democráticas «obstaculiza toda forma de relevancia política y cultural de la fe, buscando descalificar el empeño social y político de los cristianos, porque estos se reconocen en las verdades enseñadas por la Iglesia, y obedecen el deber moral de ser coherentes con la propia conciencia; más radicalmente se llega a negar la misma ética natural» (n. 572). Como se señala en esta última afirmación, la negación del orden superior del espíritu lleva a la deshumanización, a la negación de la naturaleza humana y sus exigencias.

La Iglesia debe recuperarse, ante todo, de la crisis interna que la afecta, para cobrar relevancia en el orden cultural y social, de modo que pueda ayudar al hombre a orientarse hacia su auténtico destino. La ausencia católica de los ámbitos en que se gestan nuevas vigencias culturales deja al mundo en manos del Padre de la mentira (cf. Jn 8, 44). Se impone la necesidad de una reacción y de un trabajo coherente y decidido para forjar una contracultura como verdadera alternativa. Es lo que propone Rod Dreher en su magnífico libro «La opción benedictina. Una estrategia para cristianos en una nación postcristiana» (2017).

Las cinco llagas que veneramos no fueron las únicas que laceraron el Cuerpo del Señor en la pasión; habría que sumar las heridas de la flagelación y de la coronación de espinas (cf. Mt 27, 26. 29; Mc 15, 15). Tampoco, seguramente, eran solo cinco las que sufría la Iglesia en el siglo XIX cuando Rosmini las puso en evidencia. Ni son solo cinco ahora

Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata

Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

Escrto el lunes 22 de junio de 2020. Memoria de los Santos Juan Fisher, obispo, y Tomás Moro, mártires.

 

32 comentarios

Juan de Barcelona
Genial, magistral... hace tiempo que no leía algo semejante. DIOS LE BENDIGA por esas Verdades que apuntan a la Verdad,el Camino y la Verdad.

El mundo seguirá estando enfermo hasta que no regresamos al Médico divino para curarnos.
23/06/20 12:16 PM
Fred
Cierto, y el Concilio Vaticano II tiene mucho que ver en esto. La crisis que desató el CVII, no sólo se llevó por delante a la mayoría de congregaciones religiosas, que ahora están a punto de desaparecer, sino que también, desarmo la doctrina de siempre, en favor del buenísimo, ecumenismo, indeferentismo religioso, etc.
Hasta que no se acabe la crisis de la Iglesia, veo difícil la restauración de la cultura cristiana en la sociedad. Además Vemos con estupor e indignación que, la mayoría de la jerarquía está más pendiente de lo políticamente correcto, que de predicar a Cristo
23/06/20 1:12 PM
carlos saez Argentina
Magnifica nota que leo justo el 23 el día que veneramos al padre Pio, hoy aquí en Buenos Aires esta nublado, pero en cada frase me ilumina para ver mejor el camino, lleno de dificultades, no solo por el virus . El lenguaje hablado es el instrumento natural, pero no el único, de comunicarnos, en este magnifico escrito demuestra su labor constante como Sacerdote, bien formado, me gustaría que nos ilustrara con sus Maestros que deben sentirse Orgullosos, en el lugar que nuestro Señor tendrá sus Almas.No podemos cargar todo sobre la Iglesia, el comportamiento de los políticos, empresarios y encargados de la Educacion, a lo largo de las cuatro décadas posteriores ha dejado mucho que desear. Sólo veo hombres y mujeres del montón, arribistas vulgares que no me inspiran ninguna confianza. Gracias Eminencia por Iluminar mi semana, junto a las llagas del Padre Pio
23/06/20 2:58 PM
maru
Monseñor Aguer, hace una exacta demostración de cómo está la sociedad actual y también la Iglesia. Le aplaudo sinceramente!
23/06/20 3:17 PM
San Miguel ruega por nosotros
Un artículo muy revelador y necesario en estos tiempos de gran oscuridad, donde urge poner en palabras, como hace el escritor, las inquietudes y zozobras del alma de los cristianos en su caminar por el mundo. Totalmente de acuerdo con lo expresado y con el detalle de los graves problemas que afectan a la Iglesia.
Cuantas personas sumidas en el relativismo; ahora bien, cuando se sientan a punto de morir, ¿se les va a dar también por el relativismo?
Esa desesperación de reducir la Santa Misa a un encuentro fraterno; si toda situación comunitaria es encuentro fraterno, entonces están igualando la Misa a un paseo en comunidad. Falta al primer mandamiento el que no diferencia debidamente lo sagrado de lo profano.
El fiel debe respetar al ministro de Cristo, pero también existe la corrección fraterna si la formación del sacerdote o su devoción es menor a la del laico, aunque tradicionalmente siempre fue a la inversa. Y el fiel no está obligado a seguir instrucciones contrarias a las verdaderas enseñanzas de la Iglesia.
La cultura posmoderna actual es un desastre y se permea en todas las instituciones y ámbitos públicos. Los medios de comunicación mejor desconocerlos a todos, en todas sus variantes. Los laicos tienen que recordar las enseñanzas de siempre de la Iglesia.
La sociedad enfrenta muchos desafios. El consumismo es la negación de la dignidad humana, reemplazada por el valor de los bienes materiales; la tecnología es excesiva y aleja a las personas de la verdadera lib
23/06/20 3:50 PM
Percival
De una perspicacia, lucidez creyente y capacidad de síntesis asombrosa. Bendigo a Dios por Mons. Aguer y por los Obispos que "fieles a la verdad promueven la fe católica y apostólica".
Una voz que clama en el desierto apocalíptico del momento presente. Ese desierto que se extiende por la Iglesia como las arenas del Sahara que corren ahora por el Atlántico...
23/06/20 4:30 PM
Tobías
Y si, además de subrayar cataclismos que se abaten sobre la Iglesia, hablásemos de vez en cuando de los misioneros que se baten el cobre en primera linea de miseria en lugares inimaginables; y si hablasemos un poco más de la atención exquisita de Caritas a tantos desfavorecidos; y si subrayásemos el papel de tantas universidades católicas y pontificias que ponen la fe a la altura de la cultura del hombre contemporáneo; y si hablásemos del gozo de tantas familias que celebran unidas la eucaristía dominical...; hay muchos "y si" que los creyentes nos ocupamos de ocultar con nuestra permanente prevención a todos y al todo. Los apóstoles no procedían de un centro de poder; Galilea estaba alejada de Jerusalén... y todo recomenzó en la Galilea de los gentiles. Necesitamos más inteligencia evangélica y menos lamento. Nadie prospera con el lamento, sino con la conversión sincera que aprecia lo avanzado y busca modos de abrirse paso hasta lo nuevo por llegar. El Reino de Dios es un relato de vida, con avances y retrocesos, pero con una invitación firme a la esperanza que todo lo puede en Cristo. Del lamento a la ilusión creativa, ya es hora.
23/06/20 4:52 PM
Emanuel
Perfecto como siempre monseñor pero con respecto a la opción benedictina no es ora que los católicos tengamos otra ves nuestro propio país los judíos y los musulmanes siendo religiones falsas tienen los suyos y nosotros para cuando
23/06/20 5:24 PM
San Miguel ruega por nosotros
Decía que: la tecnología es excesiva y aleja a las personas de la verdadera libertad de los hijos de Dios; las personas no están teniendo criterio personal, ¡no están pensando mucho! Se guían y repiten los mensajes de los comunicadores mediáticos que consumen obligadamente, estos son los formadores de opinión en la gente. Y es por eso, que algo que antes hubiera sido considerado un escándalo, hoy por hoy pasa como algo intrascendente, en espera de la próxima novedad periodística, y así en un círculo pervero. No al relativismo ni al buenismo ni al presumido bienintencionismo, no al amiguismo ni al sentimentalismo. Muchas gracias Monseñor por su artículo magistral. Bendiciones y que María Santísima lo cubra con su manto.
23/06/20 5:29 PM
Roberto
Este comentario que voy a hacer , quizá parezca una tontada; pero lo extraigo de la realidad social pura y dura.

El caso es que habría que hacerse una pregunta, donde se juega todo:
¿que es y que significa ser católico? Porque aquí el abanico de posibilidades es extenso, ahí va una aproximación:

-Católico bautizado por cultura y tradición , pero sin grandes convicciones.
-Católico a "la carta", en temas de moral y doctrina; igual cree en Cristo, como en la reencarnación.
-Católico creyente, pero apenas o nada practicante; camino de la indiferencia.
-Católico activista, la fe para el es motivo de trabajar en movidas solidarias, voluntariados, etc. Mucho idealismo , pero poca espiritualidad y experiencia de fe.
-Católico nostálgico del pasado, miedo al futuro. Todo es negativo y vamos hacia la catástrofe.
-Católico que ha hecho una experiencia de fe personal y que tiene cierto grado de formación sólida (entiendo que son minoría).

Se que esto es una tipología muy simplista, pero para orientarnos, creo que funciona.
El caso es que si vamos haciendo cribas, el término "católico",puede que se queda en una minoría social.
23/06/20 5:49 PM
hornero (Argentina)
“La Iglesia debe recuperarse, ante todo, de la crisis interna que la afecta, para cobrar relevancia en el orden cultural y social, de modo que pueda ayudar al hombre a orientarse hacia su auténtico destino”.
Cinco llagas de Cristo, señala Mons. Aguer, que se corresponden con otras tantas de la Iglesia de nuestros días. Cinco llagas que fueron de DOLOR y Resucitaron GLORIOSAS. Así debe suceder con la Iglesia, hoy, Tras su pasión dolorosa, debe esperar con Fe,Esperanza y ardiente Caridad, su RESURRECCIÓN. “No está muerta, duerme” (Mat 9, 24). Pero, ¿quién puede despertar y volver a la vida a la Iglesia que duerme?, o expresado con la parábola de Jesús. “si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la salará?” (Mat 5, 13). Dice el adagio: “Es imposible pedirle peras al olmo”. No esperemos que la Iglesia, esto es, los miembros de la jerarquía, y los que no lo son, puedan despertarla de su largo y creciente letargo. La experiencia de varios siglos lo está mostrando. Nadie, ni Papas, ni santos y mártires, ni doctos, ni hombres espirituales, bastaron para contener el mal que la carcome, anquilosa y la vuelve insípida, al punto de parecer una simple organización simbólica de una cultura que fenece. Como bien señala Mons. Aguer, es una situación más que lamentable. Me permito colorear la prudencia del obispo, diciendo que es YACENTE. Ahora bien, sólo el PODER DE CRISTO puede despertarla como a la niña del Evangelio, mandarle que camine, que vea, que oiga, o que salga del sepulcro, porqu
23/06/20 6:05 PM
Pedro Amate de Torrejon
Estamos viviendo el " Segundo Cumplimiento " de la Historia de la Iglesia. ...

Cómo decía el Apóstol San Juan: " El mundo entero yace en poder del maligno " .Esto lo dijo en el siglo primero de nuestra era común ; cuando en Imperio Romano perseguía a muerte a los primeros cristianos .Después vino el triunfo definitivo de la Iglesia sobre la Roma Imperial ; y los emperadores doblaron la rodilla ante Jesucristo Muerto y Resucitado. En el Nombre de Jesús ; toda rodilla se doblegó en el cielo, en la tierra ; y hasta en los abismos del infierno. Y toda lengua proclamó : " Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre ".
(Cómo nos dice San Pablo ) .

Hubo un " Primer Cumplimiento " de la Historia de la Iglesia . Y ahora nos estamos enfrentando a la " Prueba Final ", para muchos .Y para otros está resultando ser una oportunidad para subirse al carro de " la Gran Apostasía ".

Muchas gracias Señor Obispo.
23/06/20 6:56 PM
Anibal Baeza
Excelente como todos sus escritos, Monseñor. Desde los tiempos en que tenía mi programa "Signo de Encuentro" en la radio, adquirí una deuda con Vd. por su constante disposición al magisterio, después ejercido en el suyo "Los dos reinos". Dios lo bendiga y nos bendiga a nosotros, que hace tanto estamos sin la Misa dominical. Nuestros obispos, mientras tanto, se solidarizan con uno de ellos que habría sido espiado. No sé qué tendría que ocultar, pero qué triste es verlos conformando una agrupación política.
23/06/20 7:51 PM
enrique
Excelente exposicion.
El prblema de todo ello lo encontramos a partir que aparcamos la teoria antropologica fundado en el derecho Natural y le dimos entrada al derecho positivo, alimentado por el subjetivismo y de ahi nace el RELATIVISMO que ya estamos viendo las consecuencias.
La Iglesia, tiene que aprender de Juan el Bautista que le dijo a Herodes que no estaba bien engrasar su fusil fen la armeria de la mujer de su hermano. Y Jesus mando: " ir y decir a esa zarra,...".
Pues eso hay que denunciar a pulmon abierto las aberraciones y tropelias que esta sufriendo la humanidad por culpa de esta cultura relavista y corrupta. enrique.
23/06/20 11:48 PM
Perplejo
Gracias, monseñor. Su articulo me parece de una claridad meridiana y de gran valor diagnóstico sobre la situación actual de la iglesia. Hablar de llagas (de heridas) es siempre doloroso, y hasta contradictorio, máxime en la Iglesia, que es una realidad sobrenatural injertada, nada menos, que en Cristo Resucitado, que la sana y le da Vida. Pero analizar esas llagas es tarea ineludible para todo pastor que se sienta como tal, especialmente si éstas son tan lesivas como las que en este tiempo aquejan a la Iglesia. Y esto es lo que hace monseñor Aguer con evidente respeto, poniendo a cada cual ante sus responsabilidades respectivas.

¿Que ante todo, hay que orar y confiar? Es evidente. En el Señor confiamos. Él conduce nuestra barca, y por más que amenacen
tempestades, la iglesis subsistira para siempre.
24/06/20 12:04 AM
Horacio Castro
Roberto. A su clasificación correspondería agregar *católico no sectario*. El que, por ejemplo, lee con sentido crítico los artículos de Monseñor Aguer.
24/06/20 2:00 AM
Eduardo
SUPER, SUPER, ¡¡¡CON CUANTAS ANSIAS AGUARDO LOS ATINADOS Y EXCELENTES COMENTARIOS DE MONS. AGUER!!!. EL PASTOR SIEMPRE ESTÁ PRESENTE, CUIDANDO, GUIANDO, CORRIGIENDO. GRACIAS MONS. POR ESTAR. DIOS TE BENDIGA.
24/06/20 3:02 AM
mercedes
muy bueno
24/06/20 5:53 AM
Hector León
Monseñor Aguer aborda en este artículo un análisis valioso de las llagas de la Iglesia, a partir de una mirada teológica de las llagas de Cristo. Sus consideraciones sobre 5 llagas del cuerpo mistico de Jesús son a mi parecer razonables. El relativismo fue denunciado por el Papa Benedicto XVI quien lo combatió desde el magisterio. La Liturgia se ha dejado permear de la cultura del mundo perdiendo su caracter sagrado. La formación de los sacerdotes hoy va muy orientada al ejercicio intramuros de la parroquia, mientras que la gente que sufre y tiene sed de Dios esta en las calles y en las comunas. Hace falta una verdadera vocación a la formacion de pequeñas comunidades de fe y a su inserción en la pastoral parroquial. De otra parte, la persecución a la familia para debilitarla, acompañada de la opcion gay, la promoción del aborto y la eutanasia, son una verdadera amenaza al orden creado por Dios. La descristianizacion es en parte el resultado de una Iglesia (todo su cuerpo mistico) que sufre una falta de animación espiritual, un muy poco acompañamiento a los fieles laicos y una ausencia de verdadera acción evangelizadora. El pastoreo de algunos Obispos a los sacerdotes de su diocesis, se reduce a una visita pastoral anual y durante las confirmaciones. Hace falta mas trabajo de campo. Si se hace mas construccion de comunidad se podrá influir más a nivel cultural e incluso politico. Aún podemos corregir el rumbo.
24/06/20 6:50 AM
JSP
1. Monseñor Aguer excelente análisis de la corriente interna que hiere al Sagrado Corazón de Jesús.
2. La valentía de la evangelización, de ser luz y sal en el mundo se está reduciendo en la Iglesia y ha crecido la cobardía en muchos hijos de la Misma de integrarse/acomodarse en el mundo, a su espíritu, y de protestantizarse desde una idolatría antropocéntrica personalista.
3. Un medidor de que va mal la Iglesia y el mundo es que los Confesionarios están vacíos. Muchos "católicos" y el mundo están alejados de Dios y de la Cristiandad. Pero, mientras un pequeño rebaño y su pastor celebre la Eucaristía dignamente, la Iglesia y el mundo saldrán adelante y en el fin de los últimos tiempos el Inmaculado Corazón de María triunfará llevándonos al Sagrado Corazón de su Hijo.
24/06/20 9:21 AM
Carlos
La culpa es del Papa Francisco no hace nada de nada de nada contra obispos sacerdotes y diáconos y laicos que abiertamente van en contra de la doctrina y dogma. Para eso está el derecho canonico.
24/06/20 12:30 PM
Héctor Alonso
La liturgia fue despojada de toda solemnidad, como si fuera un mérito, y los seminarios se volvieron lugares donde jóvenes educados en la fe eran escandalizados por sus mayores y huían de allí. En otros casos, llegaron a recibir el Orden Sagrado, pero en la convivencia parroquial también fueron escandalizado, y finalmente, la mayoría de los que se quedaron lo hacen por comodidad o por militancia política, sin fe y sin doctrina.
24/06/20 9:43 PM
Octavio
La vida moderna lleva consigo el consumismo no solo de cosas; si no de una "cultura" propiciada por las películas de consumo masivo: lo central ya en muchos casos no es la vida en familia; si no mi relación con mis artefactos tecnológicos o con mi grupo de contemporaneos de la escuela, o del club etc. Y no se habla en las homilías de los anticonceptivos, de estar abiertos a la vida y de los métodos naturales que debían impartirse en cursos en las parroquias, muchos católicos creen que usar anticonceptivos artificiales y en la mayoría de los casos abortivos pues desconocen este factor por que no se habla de eso, creen que no es pecado. Pero no he oído a ningún sacerdote en una misa hablar de eso.
25/06/20 2:09 AM
Oscar Alejandro Campillay Paz
Como acertadamente señalan Tobías y Perplejo, la Iglesia de Cristo, humana y Divina, estará por ahora signada de sombras y luces; santidad y pecado, mientras camina hacia su última purificación, en donde acompañará a su Maestro en la cruz, para ingresar resucitada y espléndida como una novia, a la gloria eterna.
Bendiciones.
25/06/20 11:22 AM
InfoCatólica
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25/06/20 2:32 PM
Horacio Castro
Cumplo rigurosamente con 1500 caracteres por única vez, prometiendo responder a quien me dirija una refutación. Si el artículo de Mons. Aguer tratara sólo de crisis en la Iglesia yo no enviaría este comentario. Pero en varios párrafos ‘extrapola’ problemas eclesiásticos a toda la sociedad, hoy de más de siete mil millones de habitantes, no todos católicos. Lo primero que se experimenta ante el Sacrificio y Pasión de Nuestro Señor es el sentimiento de compasión. Después de conocer el Evangelio puede surgir la convicción teológica. En el artículo hay referencias contradictorias al sentimiento. Sagrada es la vida; también la temporal y no exclusivamente la eterna. Lo natural ya es sagrado, como la moral que no es exclusivamente religiosa. Del Evangelio aprendemos a amar a Dios también en nuestro prójimo, y que el sufrimiento simplemente es permitido por Él, para que le demos sentido a nuestro paso por el mundo compadeciéndonos y aliviando también el sufrimiento de otros. No se puede imponer a los Estados una forma de gobierno exclusivamente católica. La Iglesia difícilmente pueda ser la única institución aceptada como orientadora del hombre hacia su auténtico destino. Todos, hinduistas, musulmanes, protestantes, etc., podrían pretender que sus religiones sean la forma esencial de gobierno y esto significaría una guerra de religiones. Por cierto que en los seminarios hay que resolver problemas, el más grave de los cuales expuso hace un tiempo Mons. Viganó.
26/06/20 3:17 AM
Nestor
En la lucha contra el relativismo es fundamental volver a poner en el lugar que le corresponde en la Iglesia la filosofía escolástica y especialmente la tomista. El pez, dijo alguna vez Maritain, citando probablemente a otros, comienza a pudrirse por la cabeza. Una filosofía agnóstica, empirista, fenomenologista, existencialista, no puede ser la base de una teología católica ortodoxa, al menos en buena lógica y sin maniobras intelectuales.

El discurso del Card. Lercaro en el Concilio Vaticano II acerca de que la pobreza de la Iglesia tenía que ser también espiritual y que eso implicaba prescindir de la escolástica y el tomismo fue uno de los fundamentales pistoletazos de largada para la carrera eclesial hacia la muerte que hoy vemos desarrollándose en muy avanzados estadios. Sin duda que esta carrera no va a alcanzar su objetivo, como nos enseña nuestra fe, pero el daño ya es incalculable.

Por otra parte, la Iglesia sí ha podido imponer un gobierno católico nada menos que al Imperio Romano y a las bravías tribus bárbaras que poblaron Europa después de la caída del Imperio Romano, con el detalle de que eso fue consecuencia lógica y natural de un fecundísimo proceso de evangelización, rociado con la imprescindible sangre de muchos mártires, y al mismo tiempo que los Concilios Ecuménicos proveían generosamente a los fieles de los igualmente imprescindibles anatemas.

Saludos cordiales.
27/06/20 11:42 PM
Horacio Castro
En lo que correspondería a mi comentario, una sola puntualización sobre el comentario de Nestor. Por algo la nuestra es la Iglesia Católica Apostólica Romana. Yo me referí a los Estados existentes en la actualidad.
29/06/20 12:43 AM
carlos iavicoli
Creo que la imposicion de gobiernos catolicos como afirma Nestor no se corresponde con la mision encomendada por NSJesucristo a los apostoles.Anuncien la Buena Noticia por todo el mundo. El que crea se salvara y el que no crea se condenara.Si en algun lugar los rechazan sacudanse el polvo de sus sandalias contra ellos y sigan hacia otra ciudad. La propuesta del Señor es eminentemente personal porque nadie podra responder por nosotros pero a la vez muy universal porque su aceptacion por muchos generara que la Vid o sea Cristo dara muchos frutos mediante la accion del Espiritu Santo a traves nuestro..Paz y Bien.Desde Cordoba Ciudad Pcia de Cordoba Argentina Jun/30 hora 17 pm
30/06/20 10:10 PM
carlos iavicoli
La propuesta del Señor es individual ya que nadie podra responder por cada uno de nosotros. Pero la aceptacion dara resultados universales. Una vid Cristo cargada de frutos.que por la accion del Espiritu Santo a traves nuestro dara muchos mas. Crees en el Hijo del Hombre? Señor dime quien es para que yo pueda creer en El.... Soy Yo el que te esta hablando..........Vete en paz tu Fe te ha salvado..
30/06/20 10:50 PM
carlos iavicoli
Reenvio la parte de mi ultimo comentario que habia enviado incompleto Pregunta del Señor al enfermo que habia sanado Crees en el Hijo del Hombre....Dime quien es Señor para que yo crea en El....Soy Yo El que te esta hablando......Creo Señor......Vete en paz tu Fe te ha salvado. Amen Paz y bien para todos
1/07/20 12:44 AM
Martin
Su artículo es demasiado cargado como para deglutirlo como si fuera un articulo de periódico
Lo seguiré rumiando, la ruminatio de la Lectio monástica.

¿Porqué Ud. entre los males no señala también a ciertos grupos de tradicionalistas que fueron excomulgados y ahora están agazapados en un rincón gracias a la Misericordia del Papa Francisco, a los sedevacantistas, y sobre todo a los no pocos que de un modo u otro se dedican ,día tras día, a socavar la obediencia en la Iglesia hacia sus Obispos y el Papa , llegando alguno a decir que el Papa es hereje o Apóstata . En Argentina hay varios, y hasta escriben libros y dan conferencias donde manifiestan epítetos y acusaciones sobe el Papa y Obispos dignos de un adversario de la Iglesia , un poco más gruesas que el Raca Evangélico. Y luego se reúnen en misas muy solemnes y tradicionales, en latín y llena de conmelitones, y creen que son los Cirineos de la Iglesia y El Pusillus Grex. Y se enchufan en modo Apocalíptico , cosa que los hace más parecidos a las sectas de los últimos días Es fácil recurrir al Apocalípsis para decir que es el fin y dispensarse así de la obediencia santificadora.

DE esos no veo que diga nada. Y son parte del mal de la Iglesia.
El camino recto no es ni a derecha ni izquierda es el recto.


Supuestos cristianos que repitan dogmas, hagan y hagan gestos litúrgicos viejos, de poco valen si desprecian a sus Pastores.
Tendrían que ir a aprender un poco lo que es la Oblediencia y confiar que la
5/07/20 4:58 PM

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