Obligan a cambiar de sede una conferencia sobre las agresiones de judíos a cristianos en Tierra Santa
Jerusalén | Snowscat en Unplash

Por presionde del ayuntamiento de Jerusalén

Obligan a cambiar de sede una conferencia sobre las agresiones de judíos a cristianos en Tierra Santa

Una conferencia sobre la creciente violencia de los judíos contra los cristianos en Tierra Santa, prevista inicialmente en el museo de la Torre de David, tuvo que celebrarse en otro lugar debido la «presión» desde el seno del ayuntamiento de Jerusalén. El rabino jefe de la ciudad criticó el evento y el vicealcalde utilizó la acusación favorita de muchos judíos cada vez que alguien se queja de algo respecto a sus actuaciones: «antisemitismo».

(Asia News/InfoCatólica) Una conferencia centrada en los ataques contra los cristianos en Tierra Santa, programada para ayer en el museo de la Torre de David en Jerusalén, se celebró en un lugar diferente al previsto inicialmente a raíz de «presiones» por parte de altos funcionarios del municipio. Fuentes locales apuntaron a algunos allegados del alcalde Moshe Leon, que supuestamente amenazaron con «expulsar» al director de las instalaciones, Eilat Lieber, si no se cancelaba el evento. Acusaciones negadas por los responsables, para quienes «jamás ocurrió nada de esto», a pesar de que los organizadores tuvieron que reprogramar el encuentro en otro lugar.

La conferencia, titulada «Why Do (Some) Jews Spit on Gentiles» («¿Por qué (algunos) judíos escupen a los gentiles?»), había sido promovida y organizada por el Centro para el Estudio de las Relaciones entre Judíos, Cristianos y Musulmanes de la Open University de Israel. En el centro del debate estaba precisamente la escalada de ataques contra cristianos en la ciudad santa en los últimos meses, que había suscitado más de una preocupación -y condena- por parte de los dirigentes de la Iglesia local. En la mira figuran sacerdotes, monjas, lugares de culto y peregrinos objeto de escupitajos, blasfemias, violencia física y moral, y actos de vandalismo por parte de judíos ultraortodoxos y nacionalistas.

A pesar de haber recibido una invitación, tanto funcionarios municipales como miembros del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí no quisieron participar en un encuentro que también fue atacado frontalmente en una carta por el rabino jefe de Jerusalén, Rabbi Shlomo Amar. El líder religioso habló de un evento promovido por quienes «buscan confundir y convertir a judíos inocentes» y acusó al museo de operar en Shabat, razón por la cual debía boicotearse. Uno de los primeros en lanzar el ataque fue el vice alcalde Arieh King, que habló abiertamente de una conferencia con tonos «antisemitas». Hay que señalar aquí, sin embargo, que el rabino Amar ha sido el dirigente judío más autorizado en condenar explícitamente la violencia anticristiana de los últimos meses. La respuesta de la organización fue inmediata a través de Yaska Harani, según el cual la reunión pretendía «construir el cambio, no ofender ni atacar a la sociedad ultraortodoxa. El objetivo es realmente librar a la ciudad de los escupitajos».

La polémica surgida en torno a la conferencia no es más que el último capítulo de una larga serie de episodios que han suscitado inquietud por el presente y el futuro de los cristianos en Tierra Santa, que a menudo se enfrentan a enemigos externos y escollos internos dentro de la propia comunidad. Prueba de ello es lo que sucedió entre los armenios, en medio de una disputa por una venta de propiedades y terrenos en la Ciudad Vieja de Jerusalén que amenaza con crear una enorme fractura. En el origen del enfrentamiento estuvo «el arrendamiento por 99 años» (una expropiación de facto) de bienes inmuebles a un empresario judío australiano con un opaco imperio económico, al que le gusta moverse -y permanecer- detrás escena.

Fue un choque sangriento que llevó al sacerdote implicado en la venta a huir a Estados Unidos y al propio primado armenio a atrincherarse en el patriarcado, mientras más de un creyente exigía su dimisión y Jordania y Palestina «congelaban» de facto su autoridad. El asunto estalló en mayo, pero el contrato se firmó con gran secretismo en julio de 2021 y prevé el arrendamiento del terreno conocido como el «Jardín de las Vacas» (Goveroun Bardez) durante casi un siglo.

El sacerdote «traidor» que medió y firmó la escritura es Baret Yeretzian, administrador de los bienes inmuebles del Patriarcado Armenio de Jerusalén, ahora «exiliado» en el sur de California. Junto a él participaron de la maniobra el patriarca ortodoxo armenio Nourhan Manougian, el arzobispo Sevan Gharibian y el empresario Daniel Rubenstein, que pretende construir un hotel de lujo en la zona.

Situado cerca del barrio armenio, en una zona estratégica de la ciudad santa, el Jardín de las Vacas está gestionado desde mayo de 2021 por la municipalidad como estacionamiento para quienes acuden a rezar al Muro de los Lamentos. El contrato data de 2020 y es válido por un periodo de 10 años, pero su uso por parte de los judíos ha provocado la ira de los armenios, que llevan luchando desde 2012 para volver a utilizar plenamente la zona, donde las excavaciones arqueológicas han descubierto mosaicos de una iglesia bizantina. Además, el acuerdo -criticado por los palestinos, que hablan de «venta» de terrenos de la ciudad santa a los israelíes- no sería válido porque carece de la aprobación por votación del Sínodo armenio (8 clérigos) y del visto bueno de la Fraternidad de San Jaime del Patriarcado Armenio. El contrato incluiría también cuatro casas armenias, el famoso restaurante Boulghourji, actividades comerciales y edificios Tourianashen en la calle Jaffa, a las afueras de la ciudad vieja.

Un asunto intrincado y espinoso, que corre el riesgo de alimentar la tensión en Tierra Santa y sobre el cual, al menos por el momento, los protagonistas eligen la vía del silencio. De hecho, ningún comentario proviene del empresario judeo-australiano, ahora instalado en Londres, donde tiene sede su empresa. «No concedo entrevistas- Soy un ciudadano particular», declaró Rubenstein a Associated Press (AP). Una postura similar a la del Ministerio de Exteriores israelí, el patriarca encerrado en palacio y las bocas selladas también entre la cúpula directiva de One&Only, la empresa hotelera con sede en Dubai, en Emiratos Árabes Unidos (EAU), que según el plan debería gestionar el hotel de lujo una vez finalizada su construcción. Y aquí es donde entran en juego los «Acuerdos de Abraham» y los intereses comunes -y cada vez más cercanos- entre el Estado judío y parte de los países árabes del Golfo.

De momento, lo único cierto es la amargura y la preocupación de la comunidad armenia, cuyo barrio ocupa alrededor del 14% de la ciudad santa. «Nuestra tierra», dijo Setrag Balian, armenio de Jerusalén de 26 años, «fue comprada centímetro a centímetro, al precio de nuestra sangre y nuestro sudor. Con una firma, la vendieron».

 

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