(Torreciudad) El domingo posterior a la festividad de la Asunción de María se celebra la fiesta de la Virgen de Torreciudad. Ese día revive una de sus tradiciones más entrañables, el pesaje y presentación a Nuestra Señora de niños nacidos en los últimos doce meses. Tras un paréntesis de dos años sin poder llevarse a cabo debido a la pandemia, hoy ha vuelto a celebrarse con la participación de familias de las cercanas poblaciones de Artasona, Graus, Monzón y Barbastro, y otras que veranean en la zona procedentes de ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Pamplona, Sevilla y Zaragoza. En total, han sido ofrecidos por sus padres a la Virgen María 22 bebés, 10 niñas y 12 niños, con edades que empezaban en los 18 días de vida de la barcelonesa Blanca.
El rector del santuario, Ángel Lasheras, ha celebrado la misa con la que han comenzado los actos, en la que ha cantado la mezzosoprano valenciana Cristina Gallud, acompañada por la organista titular de Torreciudad, Maite Aranzabal. En su homilía, el rector ha subrayado que «esta fiesta bien podría llamarse la fiesta de la continuidad, porque en este nuevo santuario se perpetúa una historia de amor que empezó hace casi mil años en la ermita a la que bajaremos luego en procesión». También afirmó que «en Torreciudad la actitud de la Virgen es de escucha atenta a lo que sus hijos le cuentan: siempre nos mira, nos contempla, nos atiende, y está pendiente de nuestros pequeños gestos, de toda nuestra vida. Ella es la puerta privilegiada para acceder a Jesús, porque en el centro del corazón de María lo que encontramos es el Corazón de Cristo, Dios con nosotros».
Al término de la Eucaristía, las familias han recorrido en procesión el sendero de los Dolores y gozos de san José desde la explanada hasta la ermita. Mientras rezaban el Rosario, han acompañado a la imagen peregrina de la Virgen de Torreciudad, réplica de la original, adornada con flores y colocada sobre unas andas de madera. Al llegar, han cantado los antiguos Gozos a la Virgen de Torreciudad y han ofrecido diversos productos de la tierra.
Después, y según manda la costumbre, el rector ha introducido por turno a los bebés en una canasta de mimbre colocada en uno de los brazos de la antigua balanza, forjada en hierro y puesta bajo uno de los arcos del porche para la ocasión. Los padres han hecho el ofrecimiento de la niña o el niño a la Virgen y han igualado el peso de la criatura poniendo ofrendas de sus lugares de origen en el otro plato de la báscula.
En esta ocasión, la antigua balanza ha pesado aceite, paletas de jamón, vino, embutidos, manzanas, melones, arroz y varios productos de huertas aragonesas, navarras, valencianas y catalanas. Estos alimentos se distribuyen después entre familias necesitadas de la zona en colaboración con Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón.
La alcaldesa de El Grado, Mª Carmen Obis, acompañada de María José Olivera, concejal en el municipio gradense, ha destacado que «había muchas ganas de volver a celebrar estas tradiciones como siempre, tal y como se han vivido desde hace muchísimos años, como recuerdo que me contaban mis padres, por ejemplo».
Tras la tradicional foto de grupo de todos los padres con sus bebés, los actos han terminado con el popular reparto de La Caridad, piezas de torta elaborada en el horno de Secastilla, municipio al que pertenece el santuario.