(CNA/InfoCatólica) El villancico «Tu scendi dalle stelle» es considerado desde hace generaciones como el canto navideño más querido de Italia. Su historia se remonta al siglo XVIII y está profundamente ligada a la fe católica popular, a la devoción al misterio del Nacimiento del Señor y a la figura de san Alfonso María de Ligorio, obispo, doctor de la Iglesia y fundador de la Congregación del Santísimo Redentor.
San Alfonso compuso el himno en 1754 durante una misión en la localidad de Nola, cuando era ya obispo. Su intención no fue artística ni comercial, sino pastoral: transmitir de forma sencilla y comprensible el amor de Dios manifestado en la Encarnación. El canto describe con ternura el descenso del Hijo de Dios desde el cielo hasta la pobreza del pesebre, subrayando el contraste entre la grandeza divina y la humildad con la que Cristo quiso nacer.
La letra original fue escrita en dialecto napolitano bajo el título «Quanno nascette Ninno», lo que permitía que el pueblo sencillo comprendiera fácilmente el mensaje teológico del villancico. Posteriormente, san Alfonso adaptó el texto al italiano estándar, dando lugar a la versión hoy conocida como «Tu scendi dalle stelle», que se difundió rápidamente por todo el país.
La melodía, sobria y profundamente emotiva, favoreció su transmisión oral y su incorporación a la liturgia popular de la Navidad. Con el paso del tiempo, el villancico se convirtió en una parte inseparable de las celebraciones navideñas en hogares, parroquias y plazas italianas, siendo cantado tanto por niños como por adultos.
El contenido del himno refleja una sólida doctrina católica sobre la Encarnación: Cristo, verdadero Dios, se hace verdadero hombre por amor a la humanidad, aceptando el frío, la pobreza y la fragilidad de un recién nacido. Esta enseñanza, expresada en versos sencillos, ha servido durante siglos como auténtica catequesis cantada para generaciones de fieles.
A diferencia de muchas composiciones modernas desprovistas de contenido religioso, «Tu scendi dalle stelle» conserva intacto su carácter sacro y su orientación al misterio central de la Navidad. Por ello sigue siendo interpretado no solo como una tradición cultural, sino como una auténtica oración cantada.
En una época marcada por la secularización y la banalización de la Navidad, este villancico permanece como testimonio vivo de una fe que supo expresarse con belleza, profundidad y humildad, recordando que el centro de la Navidad no es otro que Jesucristo, Dios hecho Niño para la salvación del mundo.








