(CNA/InfoCatólica) En Líbano se está llevando a cabo una singular iniciativa navideña que combina música, oración y perseverancia: un recital ininterrumpido de himnos de Navidad que se extiende durante 170 horas consecutivas, con la intención de alcanzar un récord mundial. La actividad tiene lugar en la escuela Sacré Coeur de Kfardebian y se desarrolla a lo largo de siete días sin pausas, incluso durante la noche.
El proyecto está organizado por Sandra Akiki, profesora de música y teatro, y cuenta con el patrocinio espiritual de Su Beatitud Béchara Boutros Raï, patriarca maronita de Antioquía y de todo Oriente. Akiki explicó que la iniciativa nació como una inspiración que fue madurando con el paso del tiempo y que encontró un fuerte respaldo entre los estudiantes, quienes constituyen el núcleo principal de los participantes.
Para cumplir con las normas exigidas para este tipo de récords, el recital debe mantenerse activo en todo momento con un mínimo de doce personas presentes en la sala. Cada himno interpretado debe durar al menos dos minutos y el intervalo entre una canción y otra no puede superar los veinte segundos. Con el apoyo de distintas diócesis, se organizaron turnos de participación que garantizan la continuidad del canto día y noche.
Más allá del desafío técnico y organizativo, los promotores subrayan que el objetivo principal no es la notoriedad, sino el mensaje espiritual que se transmite. En un país que atraviesa una profunda crisis económica, social y política, el canto constante de villancicos se presenta como una forma de oración colectiva y un testimonio público de esperanza cristiana.
Akiki señaló que la idea comenzó a gestarse hace tres años y que no estuvo exenta de dificultades, pero que la perseverancia y la colaboración hicieron posible su realización. El recital pretende recordar que, pese a las adversidades, el pueblo libanés no ha renunciado a sus sueños ni a su identidad profundamente marcada por la fe cristiana.
La música sacra, en este contexto, se convierte en un lenguaje de resistencia espiritual. Inspirados por la convicción de que el canto es una forma elevada de oración, los participantes desean que estas largas horas de alabanza no solo queden registradas como una marca histórica, sino que sirvan para elevar los corazones hacia el misterio del Nacimiento de Cristo, fuente de la verdadera esperanza.
