(InfoCatólica) El Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha publicado la nota doctrinal «Mater Populi fidelis» («Madre del pueblo fiel»), un documento que intenta clarificar el papel de la Virgen María en la obra de la salvación y desaconseja el uso de ciertos títulos que a su entender pueden generar confusión teológica. El texto, firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández y aprobado por León XIV el pasado 7 de octubre, pone fin a décadas de debate sobre la cooperación mariana en la Redención.
Un documento nacido de la «necesidad pastoral»
La nota responde, según el prefecto del Dicasterio, a «numerosas consultas y propuestas que llegaron a la Santa Sede en las últimas décadas sobre cuestiones relacionadas con la devoción mariana». El documento busca distinguir la sana piedad mariana popular de las propuestas de grupos minoritarios que, según advierte Fernández, «proponen un determinado desarrollo dogmático y se expresan intensamente a través de las redes sociales despertando, con frecuencia, dudas en los fieles más sencillos».
El cardenal argentino subraya que existen «algunos grupos de reflexión mariana, publicaciones, nuevas devociones e incluso solicitudes de dogmas marianos» que no presentan las características de la devoción popular tradicional, sino que pueden llevar a equiparar a María con Cristo, provocando tensiones ecuménicas.
El precedente de acudir a argumentos como «numerosas consultas recibidas», sin más, después de lo que se ha sabido con respecto a la gestión que hizo el Papa Francisco con «Traditiones Custodes» más que reforzar el objetivo de la Nota la debilita.
Al margen del contenido teológico, a algunos analistas les ha llamado la atención que se haya recurrido al mantra del ecumenismo, como en los años 70. La ruptura reciente más fuerte del ecumenismo es el documento «Fiducia Supplicans», del propio Cardenal Fernández, y no parece que haya revisión. Aunque más hilarante ha resultado que en el número 22 el Cardenal Fernández afirme que «cuando una expresión requiere muchas y constantes explicaciones, para evitar que se desvíe de un significado correcto, no presta un servicio a la fe del Pueblo de Dios y se vuelve inconveniente» Todavía está intentando explicar cómo Fiducia Supplicans es capaz de hablar de bendiciones que no son bendiciones a parejas que no son parejas y los infructuosos intentos suyos y del Papa Francisco por 'aclarar'. ¿Presta un servicio «a la fe del Pueblo de Dios»?
El rechazo categórico al título «Corredentora»
El documento se muestra categórico respecto al título de «Corredentora»: «es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora para definir la cooperación de María». La nota explica que este término «corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo y, por tanto, puede generar confusión y un desequilibrio en la armonía de verdades de la fe cristiana».
La posición de Doctrina de la Fe se fundamenta en el precedente del Concilio Vaticano II, que «evitó utilizar el título de Corredentora por razones dogmáticas, pastorales y ecuménicas». Y señala que aunque San Juan Pablo II «lo utilizó, al menos en siete ocasiones, relacionándolo especialmente con el valor salvífico de nuestro dolor ofrecido junto al de Cristo, al cual se une María sobre todo en la cruz». El documento recoge también la opinión contraria del entonces cardenal Joseph Ratzinger, quien en 1996 argumentó que «el significado preciso de los títulos no es claro y la doctrina en ellos contenida no está madura».
Más tarde, en 2002, el futuro Benedicto XVI fue aún más explícito: «La fórmula 'Corredentora' se aleja demasiado del lenguaje de las Escrituras y de la patrística y, por tanto, provoca malentendidos... María es lo que es gracias a Él. La palabra 'Corredentora' ensombrecería ese origen».
El Papa Francisco expresó en al menos tres ocasiones su posición contraria al uso del título Corredentora, alegando que María «jamás quiso para sí tomar algo de su Hijo. Jamás se presentó como co-redentora. No, discípula». La nota doctrinal recoge estas declaraciones para reforzar que «Cristo es el único Redentor: no hay co-redentores con Cristo».
Respecto al título de «Mediadora», el documento reconoce que puede tener un sentido aceptable cuando se entiende en términos de intercesión materna, pero advierte que «no podemos hablar de otra mediación en la gracia que no sea la del Hijo de Dios encarnado». La expresión bíblica sobre la mediación exclusiva de Cristo es «contundente»: «Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús».
Los límites del título «Mediadora de todas las gracias»
Uno de los aspectos más desarrollados del documento se refiere al título de «Mediadora de todas las gracias». La nota explica que este apelativo «tiene límites que no facilitan la correcta comprensión del lugar único de María», ya que «ella, la primera redimida, no puede haber sido mediadora de la gracia recibida por ella misma».
El texto es claro al afirmar que «ninguna persona humana, ni siquiera los apóstoles o la Santísima Virgen, puede actuar como dispensadora universal de la gracia. Sólo Dios puede regalar la gracia y lo hace por medio de la Humanidad de Cristo». Sin embargo, reconoce que la expresión «gracias», referida a la ayuda materna de María, «puede tener un sentido aceptable» cuando se entiende como «todos los auxilios, aun materiales, que el Señor puede regalarnos escuchando la intercesión de la Madre».
María como «Madre del pueblo fiel»
Frente a estos títulos, el documento propone y valora especialmente denominaciones como «Madre de los creyentes», «Madre espiritual» y «Madre del pueblo fiel». La nota subraya que la maternidad espiritual de María «de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia».
El texto concluye con una reflexión sobre la piedad popular mariana, citando la Conferencia de Aparecida: «El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia».
            
  
 
	 
 
	 
 
	 
 
	 
        
            
            
            
        
 
           
        
        




