(ElDebate/InfoCatólica) Para muchos, el café es parte de la rutina diaria, pero en Estados Unidos ha pasado a ser también una forma de misión. En varias ciudades, cafeterías vinculadas a parroquias católicas están mostrando que evangelizar puede comenzar con un gesto sencillo y cotidiano.
En Pittsburgh, el Brother André’s Café combina inclusión y fe. Gestionado por la organización Move a Mountain Missions, abrió en 2021 con 25 empleados con discapacidad intelectual o del desarrollo. La iniciativa surgió gracias al padre Chris Donley y los padres de Patrick Fitzgerald, un joven con autismo que no encontraba empleo. Hoy, el proyecto cuenta con dos locales parroquiales, el apoyo de figuras públicas y la bendición del Papa León XIV.
Más allá de su éxito, su impacto espiritual es notable: el primer cliente que cruzó la puerta, alejado de la Iglesia desde hacía 30 años, se confesó ese mismo día. «Ayudamos a personas que suelen ser ignoradas por la sociedad a integrarse en una comunidad cristiana donde se sienten queridas y valoradas», explica el padre Donley.
En Baltimore, el Sexton’s Lodge Café, abierto en 2024 en la basílica del Santuario Nacional de la Asunción, busca unir a feligreses y personas sin hogar. «Ha fortalecido nuestra parroquia en su amor a Dios y al prójimo», afirma Abby Kourtz, impulsora del proyecto. Con ayuda de donaciones y voluntarios, el café ofrece desayuno y compañía dos días por semana, fomentando relaciones fraternas entre quienes viven en la calle y los fieles de la comunidad.
En Shreveport (Luisiana), la Carpenter Coffee House, ubicada en la parroquia de San José, se ha convertido en un lugar de encuentro para jóvenes, familias y estudiantes. «Cuando disfrutas de un café aquí, te pedimos que te preguntes: ¿qué podrías construir con tu café?», se lee en su web. Dirigida por Roxanne Chumley, ofrece bebidas con nombres inspirados en la fe, promueve el comercio justo y apoya a caficultores hondureños. A pocos metros, una capilla de adoración perpetua invita al silencio y la oración; muchos visitantes terminan acercándose a los sacramentos.
De Pittsburgh a Luisiana, estas cafeterías muestran que la evangelización puede comenzar con algo tan simple como compartir una taza. Allí donde se sirven café y amistad, también se sirve amor, fe y esperanza.






