(DivineBox/InfoCatólica) Hoy, 6 de octubre, festividad de San Bruno, la mente vuela hacia el macizo de la Cartuja (Chartreuse, en francés), en los Alpes franceses, donde a 850 metros de altitud se alza el monasterio de la Gran Cartuja. En ella, tras casi mil años de historia, los monjes mantienen su estricto respeto por la soledad del claustro, la contemplación y la ascesis, según el camino marcado por San Bruno.
La Gran Cartuja, centro de una nueva orden monástica
En 1084, San Hugo, obispo de Grenoble, tuvo una visión de siete hombres que deseaban alabar a Dios en una montaña. Poco después, recibió la visita de San Bruno, un erudito de Colonia, acompañado de seis compañeros. San Hugo los llevó a rezar al macizo de la Cartuja y Bruno y sus compañeros quedaron cautivados. Habían soñado con retirarse para dedicarse por completo a Dios y su sueño por fin se estaba cumpliendo.
La construcción de un monasterio comenzó de inmediato. La nueva orden contemplativa combinaría la vida solitaria y comunitaria. Pequeñas celdas independientes, construidas en hilera, daban a una única galería que conducía a la iglesia y al refectorio. Una vez construido el monasterio, San Bruno partió hacia Italia para fundar una segunda Cartuja basada en el mismo modelo, cuyos cimientos no tardaron en estar terminados. En 1101 falleció el santo fundador, cuando aún no existía una regla escrita que describiera los principios de la vida cartujana. Solo dos décadas después, en 1127, el Prior General, Guigo el Cartujo, redactaría los «Estatutos», la regla de vida de los monjes cartujos. El silencio y la oración ocuparían siempre el lugar central, pero sin desdeñar el trabajo, la vida comunitaria y la obediencia. Los cartujos nunca comen carne y ayunan a pan y agua todos los viernes del año.
A pesar de la dureza de la vida de estos monjes, se extendieron muy rápidamente y en el siglo XIV había 150 monasterios de la orden cartujana. Desafortunadamente, desde finales del siglo XIV, las guerras y los incendios obligaron a cerrar un monasterio tras otro. La Gran Cartuja sufrió varios incendios, obligando cada vez a los monjes a buscar refugio en otros lugares. Entre 1789 y 1816, en el periodo posterior a la Revolución Francesa, no hubo monasterios cartujos en Francia e incluso la Gran Cartuja permaneció cerrada. Tras un breve regreso, otro golpe cayó sobre los monjes en 1903: una ley anticlerical francesa disolvió las congregaciones y órdenes religiosas, incluidos los cartujos. La Gran Cartuja fue desalojada por gendarmes, que claramente se sentían avergonzados por lo que les ordenaban hacer. Los monjes pasaron treinta años en Italia, hasta que pudieron volver a la Gran Cartuja en 1940, esta vez para quedarse.
¿Qué tienen que ver los cartujos con el licor Chartreuse?
La historia del famoso licor cartujano comienza con el elixir de la Gran Cartuja, cuyos orígenes se remontan a 1605. En aquel entonces, el mariscal francés De Estrées entregó a los cartujos de París un manuscrito que contenía la receta de un elixir vegetal. Más de un siglo después, en 1764, el hermano Jerónimo estableció la receta definitiva del elixir en el monasterio, que se ha mantenido inalterada desde entonces. Se trata de una receta misteriosa, de la que solo sabemos que se elabora con 130 plantas diferentes. Este elixir vegetal se ideo en un principio como remedio, utilizado en aquella época para aliviar la epilepsia, la fiebre, el cólera y otros males.
A partir de esta receta original, nacieron los dos licores que disfrutamos hoy:
- Licor Chartreuse verde, cuyo color emblemático (conocido como "verde chartreuse") es único y 100 % natural, gracias a la clorofila de las 130 plantas que contiene. Tras su envejecimiento en bodega, revela su sabor herbáceo, con notas de menta, pimienta, anís, limón y jengibre. Se disfruta mejor frío.
- Licor Chartreuse amarillo, el benjamín de la familia. La técnica de elaboración y los ingredientes vegetales utilizados son los mismos que en el Chartreuse verde, solo varían las proporciones. Su sabor es más suave (43 % de alcohol por volumen), dulce y delicado, y revela aromas de flores, miel y especias.
La Gran Cartuja en la actualidad
En la actualidad, hay unos treinta monjes en el monasterio de la Gran Cartuja (y unos 270 monjes y 60 monjas en todo el mundo). Siguen rigiéndose por los Estatutos escritos en 1127 por Guigo el Cartujo, de manera que llevan una vida muy solitaria, pero aun así disfrutan de diversos aspectos comunitarios, con tres celebraciones litúrgicas cada día (en las que, por pobreza, no se usa ningún instrumento musical) y un rato de recreo en común a la semana.
En cuanto al trabajo, cada monje se ocupa de su celda, especialmente de la leña para la calefacción y del jardín, trabajando con sus manos para enriquecer la creación. Algunos monjes tienen responsabilidades específicas (cocina, limpieza, sacristía, etc.), y otros realizan distintos trabajos, como la elaboración de licores, licoreras de madera o infusiones.
Menos licores y más infusiones
En 2023, los monjes cartujos tomaron la audaz decisión de detener el aumento de la producción que exigía la creciente demanda de licores. El primer argumento de los monjes cartujos fue oponerse, sabiamente, al «crecimiento infinito». Las ventas de Chartreuse debían cubrir la subsistencia de los monjes, el costoso mantenimiento de los monasterios, a menudo antiguos, y la práctica de la caridad, pero nada más. Además, los monjes deseaban preservar el estilo de vida monástico de los dos o tres hermanos cartujos que aún hoy gestionan la producción de licores, una actividad muy exigente. Por lo tanto, la producción se limita a 1,2 millones de litros anuales: una triste noticia para los entendidos y aficionados, pero una sabia decisión para los monjes.
De forma paralela a la decisión de limitar la cantidad de licor, los cartujos han retomado la experiencia herbolaria que se remonta a sus orígenes. Cuando San Bruno y sus compañeros se establecieron en el macizo de la Cartuja en 1084, los monjes tuvieron que aprender a aprovechar la naturaleza circundante y sus plantas. Los cartujos de hoy no han perdido su interés por las plantas aromáticas y medicinales y, en 2023, comenzaron a elaborarse cuatro nuevas infusiones cartujanas, además de otros proyectos relacionados.
¿Dónde se pueden encontrar licores e infusiones de Chartreuse?
Las botellas de Chartreuse son cada vez más escasas, pero aún se encuentran disponibles. Para preservar la vida de oración de los monjes, el monasterio no está abierto al público y los monjes no disponen de tienda ni casa de huéspedes, pero es posible adquirir productos cartujanos en el Museo de la Gran Cartuja: Route du Désert, 670, 38380 Saint-Pierre-de-Chartreuse (Francia).
También es posible comprar productos del monasterio de la Gran Cartuja (licor Chartreuse amarillo, licor chartreuse verde e infusiones) en línea, en la tienda monástica Divine Box.







