(KNA/InfoCatólica) El Reino Unido, antaño una potencia colonial y mundial, alberga actualmente una amplia diversidad de creencias entre sus 68 millones de habitantes. Según datos recientes, aproximadamente 25 millones son anglicanos, 10 millones pertenecen a otras denominaciones protestantes y 6 millones son católicos. Un 25% de la población se declara sin afiliación religiosa. Además, se estima que hay 3 millones de musulmanes, más de 800,000 hindúes, 420,000 sikhs y alrededor de 300,000 judíos y budistas.
Ser católico en Inglaterra fue, durante siglos, una existencia marcada por la adversidad. El punto de inflexión llegó hace 175 años, el 29 de septiembre de 1850, cuando el Papa Pío IX restableció la jerarquía católica en Inglaterra, un hito que marcó el inicio de su renacimiento.
Raíces históricas y auge medieval
El cristianismo llegó a Gran Bretaña en el siglo III d.C., con mártires como San Albano y obispos britano-romanos presentes en el Concilio de Arlés (314 d.C.). La misión de San Agustín de Canterbury en 597 d.C., enviada por el Papa Gregorio I, consolidó el catolicismo, con Canterbury como sede clave. Durante la Edad Media (1066-1534), la Iglesia católica tuvo una presencia clave, como lo evidencian las majestuosas catedrales góticas, como Canterbury y York. Figuras como Tomás Becket, martirizado en 1170, y el cardenal Stephen Langton, impulsor de la Carta Magna (1215), reforzaron los lazos con Roma.
La ruptura con Roma y la disolución de los monasterios
El punto de ruptura llegó en 1533, cuando Enrique VIII rompió con el Papa por negarse a anular su matrimonio con Catalina de Aragón. En 1534, mediante el Acta de Supremacía, se proclamó cabeza de la nueva Iglesia de Inglaterra, marcando el nacimiento del anglicanismo. Aunque inicialmente los anglicanos mantuvieron doctrinas católicas -Enrique VIII persiguió a protestantes-, las influencias protestantes se impusieron con el tiempo. Entre 1536 y 1540, bajo la dirección de Thomas Cromwell, se disolvieron más de 800 monasterios, en un proceso que confiscó aproximadamente una cuarta parte de las tierras cultivables de Inglaterra, valoradas en £1.3-1.5 millones (equivalentes a miles de millones actuales). Este robo enriqueció a la Corona y a la nueva nobleza protestante, desplazó a unos 10,000 religiosos y destruyó valiosas bibliotecas monásticas. La rebelión conocida como la Peregrinación de Gracia (1536, con ~30,000 participantes) reflejó la oposición popular, pero fue sofocada.
Persecución y el Complot de la Pólvora
Desde la Reforma, los católicos, denominados despectivamente “papistas”, enfrentaron severas restricciones. Bajo Isabel I (1558-1603), las Actas de Supremacía y Uniformidad reforzaron el protestantismo, y en 1585 se declaró traidores a los sacerdotes jesuitas, ejecutándose a más de 200 católicos. El fallido Complot de la Pólvora de 1605, liderado por Guy Fawkes, quien intentó volar el Parlamento con dos toneladas de pólvora para protestar contra la opresión católica, agravó la situación. Este atentado frustrado llevó a un endurecimiento de las leyes y a un persistente estigma de traición contra los católicos. El Acta de Establecimiento de 1701 excluyó de la sucesión al trono a cualquiera que profesara el catolicismo o se casara con un católico, restricción que se mantuvo hasta el Acuerdo de Perth de 2015, que eliminó la exclusión por matrimonio con católicos, aunque el monarca debe seguir siendo anglicano.
Emancipación gradual
Los católicos vivieron siglos de marginación, a menudo asociados con inmigrantes irlandeses que llegaron en oleadas, especialmente tras la Gran Hambruna (1845-1852), cuando su población creció de ~70,000-100,000 en 1801 (1%) a 1.2 millones en 1861 (7-8%). El Acta de Alivio de los Papistas de 1778 permitió poseer tierras y servir en el ejército, pero desató los disturbios de Gordon (1780, ~300 muertos). El Acta de Alivio Católico de 1791 autorizó celebrar misas, abrir escuelas y construir iglesias discretas. Finalmente, el Acta de Alivio Católico de 1829, impulsada por Daniel O’Connell, eliminó los juramentos anticatólicos y permitió a los católicos ocupar escaños en el Parlamento y cargos públicos, aunque restringió el voto irlandés, afectando al 80% de los arrendatarios.
Restauración de la jerarquía católica (1850)
El 29 de septiembre de 1850, el Papa Pío IX emitió la bula Universalis Ecclesiae, restableciendo la jerarquía diocesana católica, abolida desde la era de Isabel I. Respondiendo al crecimiento de la población católica (~1.2 millones, impulsada por la inmigración irlandesa), se crearon 12 diócesis, como Westminster (bajo el cardenal Nicholas Wiseman) y Southwark, con nombres no anglicanos para cumplir con las leyes de 1829. La bula desató la llamada “Agresión Papal”, con protestas, disturbios y quema de efigies, además del Acta de Títulos Eclesiásticos de 1851, que prohibió títulos territoriales católicos (aunque no se aplicó y fue derogada en 1871). A pesar de la oposición, este acto marcó un hito en la legitimidad institucional del catolicismo.
Renacimiento intelectual y social
A pesar de la restauración, el catolicismo británico permaneció intelectualmente marginal hasta los años 1950. Excepciones notables incluyeron conversos del Movimiento de Oxford (1833-1845), como San Juan Enrique Newman (1801-1890), convertido en 1845, nombrado cardenal y declarado Doctor de la Iglesia, y Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), autor de los relatos de Padre Brown. El Movimiento de Oxford, con sus Tracts for the Times, inspiró a 200 clérigos y miles de laicos a convertirse en la década de 1850 (5,000-10,000 anuales). La Apologia Pro Vita Sua de Newman (1864) se convirtió en un referente mundial. El compromiso caritativo y educativo de la Iglesia católica, junto con su credibilidad moral, facilitó su integración social, con católicos alcanzando roles como médicos, abogados y parlamentarios. La novela Brideshead Revisited de Evelyn Waugh (1945) capturó esta evolución del catolicismo inglés.
Crecimiento demográfico y ordinariatos
La población católica creció significativamente: 1.8 millones en 1901 (4.8%), 3.9 millones en 1951 (8.7%) y 4.2 millones en 2001 (8.3%). En 2018, el 19% de la población británica se identificaba como católica, impulsada por inmigrantes polacos (~900,000 desde 2004) y otros de Europa del Este, África e Italia, especialmente en Londres.
Los ordinariatos anglocatólicos son estructuras eclesiásticas creadas por la Santa Sede para acoger a grupos de anglicanos que desean entrar en plena comunión con la Iglesia Católica, manteniendo elementos de su patrimonio litúrgico, espiritual y pastoral anglicano. Fueron establecidos a raíz de la constitución apostólica Anglicanorum Coetibus (2009) del papa Benedicto XVI, en respuesta a solicitudes de anglicanos que buscaban la unidad con Roma.
En Inglaterra, el principal ordinariato es el Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham, erigido en 2011. Su presencia es modesta pero significativa, con comunidades en varias ciudades, como Londres, Oxford y Birmingham. Estas comunidades suelen ser pequeñas, compuestas por exanglicanos y algunos católicos que se sienten atraídos por su espiritualidad. La catedral principal es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y San Gregorio en Londres.






