(AICA/InfoCatólica) El papa León XIV recibió el sábado 23 de agosto a las participantes de los capítulos generales de las Hijas Misioneras de la Sagrada Familia de Nazaret, el Instituto de las Hijas de Nazaret, las Apóstoles de la Sagrada Familia y las Hermanas de la Caridad de Santa María. El Santo Padre manifestó su satisfacción por la reunión y agradeció la labor que estas congregaciones realizan al servicio de las familias.
En su intervención, el Pontífice recordó que, pese a la diversidad de sus orígenes, los institutos comparten un elemento esencial: «el deseo de vivir y transmitir a sus hermanos los valores de la Sagrada Familia de Nazaret, centro de oración, forja de amor y modelo de santidad».
La familia como núcleo insustituible
El Papa dedicó gran parte de su mensaje a la importancia de la familia. Evocó las palabras de san Pablo VI durante su peregrinación a Tierra Santa, cuando en la Basílica de la Anunciación expresó el deseo de que, al contemplar a Jesús, María y José, los fieles comprendieran más profundamente el valor del hogar: «su comunión de amor, su belleza, sencilla y austera a la vez, su carácter sagrado e inviolable, su pedagogía amable y su papel natural e irremplazable en la sociedad». León XIV subrayó la vigencia de aquellas palabras: «También hoy existe una gran necesidad de todo esto. La familia de nuestro tiempo necesita, más que nunca, apoyo, promoción y aliento mediante la oración, el ejemplo y una actividad social solidaria, dispuesta a ayudar en sus necesidades».
Renovar la misión en favor de los hogares
El Pontífice señaló que el testimonio y la acción de las consagradas son de gran ayuda para las familias. Les invitó a mirar la historia de sus institutos y el servicio que han prestado a niños, padres, madres, jóvenes y ancianos, para renovar su entrega, de modo que «las mismas virtudes y el mismo amor que florecieron en la Sagrada Familia» puedan crecer también en los hogares actuales.
Por último, León XIV alentó a las congregaciones a proseguir su misión, «creando una familia» y «estando cerca de las personas a las que sirven, mediante la oración, la escucha, el consejo, la ayuda; para cultivar y difundir, en las diversas realidades en las que trabajáis, el espíritu de la casa de Nazaret».







