(InfoCatólica) El arzobispo de Sevilla, Mons. José Ángel Saiz Meneses, ha lamentado en su homilía que hay «demasiadas heridas abiertas, demasiados inocentes que sufren en los conflictos que ensombrecen el mundo. La Iglesia no se resigna: ora, anuncia y trabaja por la paz. El Santo Padre León XIV ha reiterado que la paz se construye con manos limpias y corazón valiente: manos que comparten, que perdonan, que tienden puentes; corazón que reconoce la dignidad de cada persona y no cede al lenguaje del odio».
El prelado ha recalcado que «desde Sevilla, pedimos el milagro de la paz y nos comprometemos a gestos concretos: reconciliación en las familias, respeto en la vida pública, rechazo de toda violencia, educación para la paz en nuestras parroquias, colegios, en todos los ámbitos eclesiales, acompañamiento espiritual y social de quienes arrastran las consecuencias de la violencia».
Mons. Saiz Meneses ha explicado qué debe hacer la iglesia en España:
«En primer lugar, la atención a los más pobres y los inmigrantes que llegan huyendo de la miseria. El pobre no es un número, es rostro e historia. La opción preferencial por los pobres pertenece a la misión de la Iglesia inseparablemente unida a su tarea evangelizadora, tal como han señalado reiteradamente en su magisterio san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco».
Y lo que tiene previsto hacer tanto la Iglesia sevillana como aquellos a los que se atiende que vienen de otros países:
«Una de las acciones concretas que contiene nuestro Plan Pastoral Diocesano consiste en “potenciar y promover la acogida, el acompañamiento y la integración de las personas migrantes”. Acogida solidaria, integración leal y una implicación responsable por parte de los gobernantes. Estas son las tres claves imprescindibles. Por nuestra parte hemos de tener una actitud de acogida solidaria hacia las personas necesitadas que llaman a la puerta; por parte de los migrantes debe darse una actitud de integración leal en la nueva sociedad que les acoge».
Y finalmente, ha recordado que en el fenómeno de la inmigración debe armonizarse el derecho de los inmigrantes y el de la sociedad que los acoge:
«Por último, tal como señalaba Benedicto XVI en la carta encíclica Caritas in veritate, un fenómeno de tal magnitud y complejidad sólo se puede afrontar desde una estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino, y ha de ir acompañado de normativas internacionales adecuadas capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos, con vistas a salvaguardar los derechos de las personas emigrantes, así como los derechos de las personas y sociedades que acogen (cf. n. 62)».







