(InfoCatólica) La celebración del Jubileo de los Misioneros digitales e influencers católicos en Roma los días 28 y 29 de julio ha despertado tanto encendidos elogios como fuertes críticas dentro y fuera de la Iglesia.
Una de las críticas más llamativas ha sido la del diario norteamericano New York Post, que publicó un artículo titulado: «Ante el desplome del número de fieles, el Vaticano congrega a los ‘curas guapos’ influencers que diseminan la Palabra de Dios entre los jóvenes».
El artículo, firmado por Shane Galvin, habla de «los ‘curas guapos’, que llaman la atención con sus abundantes seguidores en Internet». Estos sacerdotes «divinamente atractivos» acudieron a Roma para hablar sobre cómo atraer a las nuevas generaciones en un momento en que cada vez menos fieles acuden a la Iglesia.
El New York Post mencionó por su nombre a tres sacerdotes en particular, como paradigmas de esta tendencia. En primer lugar, el P. Guiseppe Fusari, un sacerdote culturista de Brescia (Italia), con tatuajes y de 58 años, que, según el artículo, ha conseguido sus más de 60.000 seguidores a base de «ofrecer el Evangelio, sus reflexiones sobre la vida y fotos musculosas», a menudo de «sus propios bíceps tatuados».
Otro de los sacerdotes participantes mencionados por el Post es el P. Cosimo Schena, de 46 años que «se ha convertido en el cura más querido de Italia tras años de poner mensajes positivos en redes sociales». Tiene 454.000 seguidores en Instagram, «donde publica toneladas de fotos de sí mismo, enseñando sus perlados dientes y su cuidada barba», además de «fotos con el perro que ha adoptado, Storm», mientras «anima a los italianos a que adopten perros de las perreras locales».
Finalmente, el P. Ambrogio Mazza, de 34 años, es un «hombre de Dios llamativamente guapo que sube regularmente sus selfies a Internet» para mostrar a 460.000 seguidores en TikTok e Instagram sus múltiples actividades, ya sea tocando la guitarra, montando en bicicleta o cumpliendo sus deberes sacerdotales.
No es de extrañar que estos ejemplos, unidos a la publicación en 2022 de un calendario de curas atractivos del Vaticano en 2022, hayan llevado al New York Post a hablar irónicamente de «los sacerdotes atractivos en los límites del celibato que constituyen la vanguardia de la misión de la Iglesia Católica en medios sociales».
Estas reacciones, por supuesto, se pueden achacar con no poca razón al deseo de los medios seculares de criticar a la Iglesia. A fin de cuentas, resulta evidente que lo que dice el Post es, en buena parte, una exageración: en el Jubileo participaron más de un millar de «misioneros digitales», la mayoría de los cuales no eran «curas guapos», sino sinceros católicos que quieren evangelizar a tiempo y a destiempo a través de Internet.
Además, durante el encuentro se habló de temas muy serios y urgentes. Por ejemplo, el Papa León XIV animó a los presentes, diciéndoles: «vayan a reparar las redes. Jesús llamó a los primeros apóstoles mientras reparaban sus redes; ahora les pide construir redes de amor, donde la amistad sea auténtica y profunda, donde se pueda reparar lo que se ha roto». Durante la visita que hicieron a la reproducción de la gruta de Lourdes en los jardines vaticanos, Mons. Luis Marín de San Martín, agradeció a los influencers su empeño por «evangelizar en el continente digital» y les recordó que «no somos el centro, Cristo es el centro».
Dicho eso, también ha habido serias críticas desde el interior de la Iglesia, que han advertido sobre el peligro de intentar ser populares a cualquier precio, como si el Evangelio dependiera de la presentación más que del contenido. El vocabulario ingles de influencers, followers, etc., la obsesión por las cifras de seguidores, el énfasis en el aspecto físico de los interesados, los curas estrella, el sentimentalismo y otros aspectos resultan inquietantes para muchos. En ese contexto, incluso con la mejor de las intenciones, la tentación de aguar el catolicismo u ocultar las partes más impopulares del mismo puede ser muy fuerte.
También llama la atención que algunos sacerdotes con una amplísima presencia en redes sociales, pero de un enfoque más tradicional, como el P. Santiago Martin, el P. Nelson Medina o el P. Javier Olivera Ravasi, por mencionar algunos de habla española, no hayan sido invitados al Jubileo. Estas omisiones podrían ser simplemente casuales o indicar la opción por un tipo de «evangelización» que privilegia lo moderno, popular y cool sobre la sustancia.
Como ha señalado el blog católico Creative Minority Report, la Buena Noticia no radica «en cuantos likes consigues para tu selfie espiritual», ni «en si tu sacerdote podría salir en la portada de una revista de moda». Radica, más bien, «en la idea simple y abrumadora de la redención, de la gracia, de un amor tan vasto que nos abarca a cada uno de nosotros, sin importar nuestras imperfecciones terrenales ni nuestras cifras de seguidores en Instagram».







