(InfoCatólica) Con motivo del aniversario de la publicación de la encíclica Humanae vitae del Papa Pablo VI la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos ha vuelto a publicar en su web el documento escrito con motivo del 40º aniversario. No pierde vigencia, especialmente en estos momentos en los que por un lado la situación respecto a la natalidad, el aborto y la cosificación de la mujer –las tres "profecías" del Papa—como al cuestionamiento recurrente por teólogos, muy vociferentes en el pasado pontificado.
No solo el documento completo, también el resumen de conclusiones que ofrecen desde el punto de vista científico no pierde actualidad.
Promemoria: Documento de la FIAMC sobre la Humanae vitae
Documento de la FIAMC (2008)
Cuarenta años de Humanae vitae desde una perspectiva médica
Oboedire oportet Deo magis quam hominibus
La encíclica Humanae vitae del Papa Pablo VI se publicó hace cuarenta y cuatro años (56 en 2025), encontrando una importante oposición desde muchos ámbitos, como la Declaración de Königstein, realizada por los obispos alemanes, y la Declaración de Maria Troster, de los obispos austriacos. Estas publicaciones dejaban la elección de los métodos anticonceptivos enteramente a la conciencia de los cónyuges, lo que provocó que muchas personas se alejaran del concepto fundamental de la encíclica y se decantaran por la anticoncepción artificial.
Las consecuencias de lo que sucedió después pueden verse hoy en día, y se examinan a continuación.
- En primer lugar, se exponen las amenazas a la vida antes del nacimiento.
- La segunda parte trata de las amenazas a la vida después del nacimiento, en particular a la mujer como consecuencia de la contracepción.
- El tercer capítulo pretende explorar, en un contexto social amplio, las causas y los efectos del rechazo de la fertilidad como parte de la mentalidad anticonceptiva.
Amenazas a los niños no nacidos como consecuencia del control de la natalidad. El ejemplo más evidente es la condena a muerte impuesta al feto por los distintos métodos de aborto, tanto quirúrgicos como químicos. Sin embargo, en las primeras etapas de la vida, el embrión está expuesto a muchos otros peligros, que rara vez se mencionan, o se ignoran deliberadamente. Además del aborto, la intención aquí es destacar esos peligros para aumentar la conciencia sobre ellos, ya que tienen una importancia cualitativa y cuantitativa en la sociedad.
Los métodos anticonceptivos más utilizados suelen impedir la implantación del embrión. En primer lugar, la anticoncepción hormonal, con sus cuatro mecanismos activos (ovulación, mucosa cervical, endometrial y de Falopio) es el ejemplo clásico de prevención de implantes.
De estos cuatro mecanismos, sólo dos impiden realmente la implantación (endometrial y de Falopio). En términos generales, los DIU hormonales también pertenecen a la categoría de anticoncepción hormonal. Las sustancias gestágenas «de depósito» también tienen un marcado efecto antiimplantatorio.
La intercepción, como la anticoncepción poscoital (intercepción poscoital = píldora del día después = anticoncepción de emergencia) también tiene un efecto antiimplantatorio, aunque también puede tener un efecto antiovulatorio si se toma antes de la ovulación. Cabe señalar aquí que la píldora del día después está disponible actualmente en muchos países sin receta médica. No hay que olvidar las vacunas anticonceptivas en forma de vacunas anti-hCG, y la vacuna anti-embrión que se está desarrollando actualmente. Por último, también hay que tener en cuenta la amenaza relacionada con la reproducción asistida (FIV e ICSI), que consume un gran número de embriones. Estos métodos para curar la esterilidad «producen» nueva vida, pero a costa de innumerables embriones que hay que sacrificar por ello, sin contar las pérdidas atribuibles al diagnóstico preimplantacional selectivo. A ello se añaden los peligros inherentes, entre otros para los niños nacidos tras embarazos múltiples, mucho más frecuentes y que dan lugar, por una parte, a un feticidio selectivo y, por otra, a nacimientos prematuros con los consiguientes daños potenciales para el recién nacido. El exceso de embriones se destina a la investigación sobre y con embriones, principalmente a la investigación sobre células madre embrionarias, e incluso a la clonación. Incluso ciertos tratamientos médicos no destinados a la anticoncepción, como la ablación endometrial (láser y termo) representan una amenaza para los embriones pequeños.
El tan cacareado estilo de vida moderno también tiene sus propias víctimas, aunque a menudo estén ocultas. La promiscuidad favorece la transmisión de enfermedades de transmisión sexual (ETS) causantes de endometritis, como la clamidia, que a su vez puede tener efectos antiembrionarios. Se sabe poco sobre los efectos antiestrógenos de la nicotina, que también tiene un efecto antiimplante en el embrión. Drogas como el LSD y la cocaína también tienen un efecto antiimplantatorio. La magnitud del efecto antiimplantatorio de los anticonceptivos orales se muestra mediante el índice de destrucción embrionaria (IDE) desarrollado por Bayle. Este cálculo proporciona unas cifras escalofriantes sobre la destrucción de embriones, con al menos 10 millones de abortos tempranos de este tipo practicados cada año en todo el mundo. Si comparamos la cifra global de unos 54 millones de muertes registradas ( enfermedades, accidentes, etc.) con los 42 millones de abortos más estos abortos precoces, en conjunto la segunda cifra supera a la de muertes «naturales» de personas ya nacidas. Ahora bien, si tenemos en cuenta que los abortos y los abortos precoces son practicados por médicos, seguramente tendremos que plantearnos la siguiente pregunta: ¿en qué se ha convertido el deber terapéutico de la medicina?
Hay una cuestión que merece especial atención: la cuestión semántica del aborto precoz. Se consideraba que el embarazo comenzaba en el momento de la concepción hasta 1965, cuando el ACOG trasladó el punto de partida al momento de la implantación del embrión. Desde entonces, las intervenciones realizadas antes de la implantación ya no se consideran interrupción del embarazo, por lo que este periodo queda totalmente desprotegido.
Esto ha repercutido no sólo en la anticoncepción, sino también (y sobre todo) en la investigación sobre y con embriones, en particular con células madre embrionarias.
Amenazas para las personas ya nacidas, especialmente las mujeres, como consecuencia de la anticoncepción Los debates sobre los efectos secundarios de la píldora anticonceptiva generan una gran controversia y opiniones divergentes. Aquí se enumeran y discuten en profundidad los diferentes aspectos implicados. Empezando por los efectos secundarios de la anticoncepción hormonal, se describen a modo de ejemplo los posibles efectos de las hormonas potentes, que casi siempre se toman sin consejo médico.
Como afirmación básica, la píldora anticonceptiva debe describirse como un derivado de la cortisona. Esto genera necesariamente algunos efectos secundarios, como la propensión a las infecciones. La más notable en este caso es la clamidia, la enfermedad de transmisión sexual (ETS) más extendida, que se ve favorecida por la hormona anticonceptiva. La esterilidad es un resultado común de la inflamación de las trompas de Falopio.
El segundo factor importante son los efectos cancerígenos de la píldora, que en 2005 llevaron a la OMS a declararla causa de cáncer de cuello de útero, mama e hígado. La infección por el VPH es un factor clave en el desarrollo del cáncer de cuello de útero, que también se ve favorecido por las hormonas anticonceptivas. Aunque la píldora anticonceptiva ayuda a proteger contra el cáncer de útero y de ovarios, una evaluación de estos carcinomas se muestra claramente en contra de los anticonceptivos hormonales. El tercer grupo de efectos secundarios se refiere al riesgo de trombosis y enfermedades cardiovasculares, que la píldora agrava en gran medida. Además, la píldora también provoca alteraciones metabólicas, trastornos psiquiátricos y alteraciones del comportamiento sexual. También debe tenerse en cuenta la posibilidad de malformaciones en los niños durante o después del uso de la píldora. Otra cuestión esencial y cada vez más urgente es la presencia de hormonas en el agua potable, provocada principalmente por la píldora. Hay que tener en cuenta que en los últimos cincuenta años los niveles de espermatozoides en los hombres han disminuido en un 50%.
Por último, debemos tener en cuenta los numerosos y conocidos beneficios de la píldora para hacer una evaluación correcta de los efectos secundarios y los beneficios.
Rechazo de la fertilidad. Causas y efectos de la mentalidad anticonceptiva Rechazar la fertilidad significa precisamente separar sexualidad y procreación. Pero, ¿no es este rechazo también un rechazo del Creador? Hay que estudiar la influencia sobre las madres, los hijos, las familias y la sociedad, y encontrar las causas de este rechazo. En consecuencia, la medicina moderna sobre la reproducción debe ser examinada más de cerca y conceptos como salud reproductiva y derechos reproductivos deben ser examinados bajo el microscopio.
Además, debe debatirse la anticoncepción y la sexualidad, en particular la «sexualización» de la sociedad, incluida la educación sexual en las escuelas. ¿Qué tiene que ver todo esto con la anticoncepción? ¿Se trata realmente de anticoncepción o simplemente de aborto precoz? Los resultados de las investigaciones realizadas en este ámbito son sorprendentes y deberían examinarse y debatirse. ¿Qué papel desempeñan las definiciones y las diferentes interpretaciones? Más adelante veremos las consecuencias de este rechazo de la fertilidad, que están teniendo graves repercusiones en nuestra sociedad y que, en última instancia, están provocando que la reproducción se separe de la sexualidad, como ocurre con la fecundación in vitro.
Entre las consecuencias figuran los efectos secundarios de los anticonceptivos, que afectan sobre todo a las mujeres. Como consecuencia de la promiscuidad, entre ellos destacan las enfermedades de transmisión sexual, en particular la clamidia, que provoca la esterilidad y la fecundación artificial. Se enumeran los efectos generales sobre la sociedad, como la degradación moral y la disminución de la población. El número de abortos practicados aumenta, a pesar de la anticoncepción, lo que convierte al aborto en un recurso en caso de fracaso de la anticoncepción. También se exponen las consecuencias de la fecundación in vitro.
La última consecuencia de la mentalidad anticonceptiva, que promueve el aborto, es necesariamente la eutanasia. La lección aprendida de este dilema puede ser simplemente intentar cambiar nuestra comprensión actual de la sexualidad para volver a la fertilidad y sexualidad naturales pretendidas por Dios. El mejor método de control de la natalidad es el control natural de la natalidad. Esto cierra el círculo de la Humanae Vitae, cuya verdad se confirma aún mejor a la luz del desarrollo de la mentalidad anticonceptiva, confundiendo a sus críticos.