(InfoCatólica) En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas, que tendrá lugar el domingo día 1 de junio, no solo se enfrentan partidos políticos, sino, sobre todo, dos maneras opuestas de entender el futuro de Polonia y de Europa. ¿Qué es lo que se necesita hoy? ¿Más aborto, más «derechos» LGTBI, una laicidad agresiva y una Unión Europea de los burócratas o, por el contrario, defender a los no nacidos, proteger a la familia, volver a las raíces cristianas y crear una Unión Europea de las naciones? A diferencia de lo que sucede en otros países, donde los principales partidos están todos en el mismo lado de esa ecuación, los polacos tienen la oportunidad de decidir realmente por sí mismos cómo quieren que sea el futuro de su patria.
En esta segunda vuelta se enfrentan el candidato liberal, progresista y europeísta Rafał Trzaskowski, de la Plataforma Cívica (KO), y Karol Nawrocki, que cuenta con el apoyo del partido Ley y Justicia (PiS), conservador, católico y nacionalista. En la primera vuelta, celebrada el 18 de mayo, se registraron unos resultados muy igualados. El candidato progresista obtuvo el 31 % de los votos, mientras que el candidato conservador recibió el 30 %.
Todo es posible en la segunda vuelta, en la que el liberal Trzaskowski buscará convencer a los votantes del centro, confiando en el casi seguro apoyo de otros partidos de izquierda (como Polonia 2050, de Szymon Hołownia, y el Partido de La Izquierda, de Magdalena Biejat). El conservador Nawrocki, por su parte, obtendrá probablemente los votos de Konfederacja, una unión de distintos grupos de derechas que es actualmente la tercera agrupación política en importancia de Polonia.
El ganador sucederá en su puesto al actual Presidente Andrzej Duda, conservador del Partido Ley y Justicia, que no puede presentarse porque ya ha cumplido dos mandatos, el máximo que permite la legislación polaca. Aunque en Polonia el Presidente tiene menor poder real que el Primer Ministro, el resultado de estas elecciones presidenciales será un claro signo de si Polonia está de acuerdo con las reformas progresistas del Primer Ministro, Donald Tusk, caracterizadas por el aumento de los impuestos, la legalización cada vez más amplia del aborto y la aceleración de la integración europea.
El candidato progresista, Rafał Trzaskowski, de 53 años, es alcalde de Varsovia y fue ministro de Digitalización y diputado del Parlamento Europeo. Perdió por un estrecho margen frente al actual Presidente, el conservador Andrzej Duda, en las elecciones de 2020. La campaña de Trzaskowski defiende valores proeuropeos y políticas sociales liberales.
En efecto, Trzaskowski apoya liberalizar las leyes polacas para reconocer legalmente el derecho al aborto hasta la semana 12 de gestación. Asimismo, respalda el acceso a la píldora del día después sin receta médica. También aboga por el laicismo estatal, como muestra su decisión de retirar cruces de las oficinas públicas de Varsovia.
En cambio, Karol Nawrocki, historiador y director del Instituto de la Memoria Nacional, de solo 41 años, promueve valores nacionalistas, católicos y tradicionales, con una clara apuesta por la independencia nacional frente al creciente poder de la Unión Europea. En ese sentido, sigue la línea política del actual Presidente Duda, que muestra ciertas similitudes con las de Viktor Orbán y Donald Trump.
Nawrocki se opone firmemente al aborto. No solo mantendrá la prohibición casi total que existe actualmente en Polonia, sino que incluso podría endurecer las restricciones, ampliándolas a casos de violación o incesto. Defiende un sistema educativo basado en la identidad nacional polaca y los valores católicos. Apoya firmemente el papel de la Iglesia Católica en la sociedad de Polonia, como nación católica, y mantendrá la prohibición de abrir las tiendas los domingos. Cuenta con el respaldo del sindicato Solidaridad.
El tema de los «derechos» LGTBI es paradigmático de las posturas enfrentadas en estas elecciones. Los progresistas, tanto Trzaskowski como el Primer Ministro Tusk, defienden la legalización de uniones civiles para parejas del mismo sexo y las manifestaciones del «orgullo Gay», aunque algunos activistas LGTBI los consideran moderados porque aún no se atreven a respaldar plenamente la adopción homoparental. Por su parte, el partido Ley y Justicia y Nawrocki se oponen a ampliar los «derechos» LGTBI, considerando que contradicen los valores familiares tradicionales polacos.
Como curiosidad, durante el debate previo a la primera vuelta de las elecciones, Nawrocki entregó al progresista Trzaskowski una bandera del arco iris, sugiriendo que esa era su auténtica bandera y no la rojiblanca de Polonia. Trzaskowski no supo qué hacer y quitó la bandera de la vista. Poco después, la candidata de La Izquierda, Magdalena Biejat, fue a por la enseña LGBTI, la colocó sobre su propio podio y dijo: «no me avergüenzo de ella».
Se trata, sin duda, de uno de los temas que podrían decidir estas elecciones presidenciales, ya que un presidente contrario a las parejas del mismo sexo podría vetar cualquier iniciativa destinada a reconocerlas legalmente. La aceptación de las parejas del mismo sexo ha crecido en las últimas décadas en el país, en buena parte por la presión cultural y legal europea (hasta el punto de que el Presidente Duda declaró que se trataba de una «ideología extranjera»). No obstante, sigue habiendo una gran oposición al movimiento LGTB y la constitución polaca define el matrimonio como «la unión de un hombre y una mujer», que debe ser protegida por el Estado.
En conjunto, la opción de los polacos en estas elecciones podría influir en toda Europa. Polonia es uno de los pocos países que mantienen una cierta resistencia contra la aparentemente imparable agenda liberal. Si los polacos deciden capitular por completo en temas como el aborto, los temas LGTBI, el laicismo y la disolución de las identidades nacionales, la presión para los demás «resistentes» se hará aún mayor.