(Fides/InfoCatólica) El encuentro, convocado por el Reino Unido, la Unión Africana, la Unión Europea, Francia y Alemania, tenía como objetivo impulsar una solución negociada al conflicto, pero ha evidenciado las profundas divisiones en el seno de la comunidad internacional.
A la cita han asistido ministros de Asuntos Exteriores y representantes de alto nivel de países como Canadá, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Estados Unidos, Turquía y otros actores regionales e internacionales, además de representantes de la Liga Árabe y de Naciones Unidas. Sin embargo, la ausencia de las dos fuerzas enfrentadas –las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), lideradas por el general Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), comandadas por Mohamed Hamdan “Hemeti” Dagalo– ha limitado gravemente las posibilidades de avanzar hacia la paz.
Los organizadores de la conferencia han afirmado que los participantes de este año prometieron más de 1.000 millones de dólares para Sudán y sus vecinos. Esta cifra incluye 590 millones de dólares de la UE y sus Estados miembros y 158 millones del Reino Unido.
La declaración final, que debía tratar sobre la formación de un grupo de contacto para mediar entre las partes, se ha omitido debido, según informa el periódico The Guardian, a diferencias entre Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos. Los dos primeros apoyan al general al-Burhan, los terceros, en cambio, son sospechosos de estar del lado de Dagalo. Este último, coincidiendo con la conferencia de Londres, volvió a proclamar ayer, 15 de abril, la formación de un gobierno alternativo al dirigido por el general al-Burhan, calificándolo de «Gobierno de Paz y Unidad, el verdadero rostro de Sudán».
Dagalo describió la administración que encabezaba como «una alianza entre el Frente Revolucionario Sudanés, la sociedad civil, las organizaciones humanitarias y los movimientos juveniles».
Además, subrayó que el gobierno del Frente Revolucionario Sudanés (RSF) pretende unificar Sudán comprometiéndose a proporcionar educación, sanidad y servicios esenciales en todo el país, devastado por la guerra, y no sólo en los territorios que controlan.
Dos años de guerra
Con decenas de miles de muertos, 14 millones de desplazados internos y más de tres millones y medio de refugiados en los países vecinos, Sudán se adentra en el tercer año de una devastadora guerra civil que no muestra señales de tregua. El conflicto, iniciado el 15 de abril de 2023, enfrenta a las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), dirigidas por el general Abdel Fattah al-Burhan, y a las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), lideradas por Mohamed Hamdan “Hemeti” Dagalo (véase Fides 17/4/2023).
Mientras los combates continúan, el país sufre una de las peores crisis humanitarias del mundo. Millones de sudaneses han perdido sus fuentes de ingresos y permanecen atrapados en campos de desplazados o en sus hogares, bajo constante amenaza de bombardeos y enfrentamientos. En las zonas recientemente reconquistadas por el ejército, la situación sigue siendo crítica: los saqueos son frecuentes y la infraestructura básica -como la distribución de agua y electricidad- está prácticamente destruida.
La estrategia militar adoptada por las SAF, basada en el uso intensivo de drones para bombardear centrales eléctricas y de telecomunicaciones, ha dejado a gran parte del país en la oscuridad y sin comunicaciones durante largos períodos del conflicto.
Aunque las SAF han retomado el control de Jartum, capital donde reside un tercio de la población, los enfrentamientos más feroces se concentran ahora en Darfur, bastión de las RSF. La situación es particularmente alarmante en El Fasher, capital de Darfur Norte, sitiada desde hace casi un año. Allí, miles de civiles se enfrentan a la escasez extrema de alimentos y agua, agravada por el bloqueo de suministros.
En los últimos días, las RSF han intensificado sus ataques en la región. Tras bombardear durante tres días consecutivos el campo de desplazados de Zamzam, ubicado a unos 12 kilómetros de El Fasher, tomaron el control del lugar causando al menos 500 muertos, según informaciones de fuentes locales (véase Fides 14/4/2025).
El impacto económico del conflicto es igualmente catastrófico. Se estima que Sudán ha perdido cerca de 33.000 millones de dólares de su producto interno bruto. El sector industrial, que antes del conflicto representaba el 17% del PIB, se ha visto gravemente afectado: el Ministerio de Industria informó que más del 40% de las fábricas -2.655 de un total de 6.660- han cerrado sus puertas.