(InfoCatólica) En medio de la crisis de la vida religiosa últimamente llegan noticias esperanzadoras desde Vietnam. Ya sean benedictinos, carmelitas u otras muchas. Una vida cristiana que, lógicamente se nota y se retroalimenta como puede observarse en los sacerdotes diocesanos o en las innumerables iniciativas de laicos.
Esta vez la alegría ha venido por el proceso de beatificación de Benoît Thuận, el misionero francés que preparó el terreno para los cistercienses en Vietnam.
A principios de mes concluyó en Roma la fase diocesana del proceso del sacerdote francés que fundó el monasterio de Nuestra Señora de Phuoc Son, en la diócesis de Hue, en 1918. Una experiencia que hoy cuenta con cientos de monjes en Vietnam.
Como recoge AsiaNews, el P. Benoît Thuan, nacido Henri Denis en Francia en 1880, ingresó en la «Société des Missions Etrangères de Paris» y fue ordenado sacerdote en 1903. Inmediatamente después de su ordenación, la comunidad le envió a Annam (Vietnam). Allí, el obispo de Hue le dio el nombre vietnamita de Thuan, que significa «obediencia» o «consentimiento». Tras diez años de trabajo pastoral, el P. Henri Thuan se convirtió en profesor del seminario menor de An-Ninh. Se caracterizaba por no tratar a la gente como un superior, sino como su servidor y adaptarse a su cultura.
Como había dos monasterios carmelitas en Vietnam, pero ningún monasterio contemplativo para hombres, el P. Henri Thuan tuvo la idea de fundar un monasterio para candidatos vietnamitas. Se dirigió con su idea a los abades trapenses de Francia e Italia, y más tarde también a los benedictinos y cartujos, pero no recibió ninguna respuesta satisfactoria. Tras recibir la autorización de la Santa Sede para fundar una nueva congregación contemplativa, el 14 de agosto de 1918, el P. Henri Thuan, acompañado únicamente por un laico vietnamita, se dirige a Phuóc-Son («Montañas de la Felicidad»), donde se ha puesto a su disposición un terreno para fundar un monasterio. El día de la Asunción de 1918, celebró allí su primera Santa Misa en una sencilla cabaña de paja y, junto con su compañero, comenzó una vida monástica según la Regla de San Benito y las costumbres de Cîteaux, adaptada a las exigencias del país. El padre Henri Thuan llamó al monasterio «Nuestra Señora de Annam» (más tarde el monasterio pasó a llamarse «Notre-Dame de Phuóc-Son») y eligió Benedictus (Benoît en francés) como nombre de la orden. A pesar de la austeridad de la vida monástica, o quizá precisamente por ello, este ideal religioso atrajo enseguida a decenas de jóvenes.
El padre Benoît Thuan solicitó la incorporación del monasterio a la orden trapense, pero le fue denegada. Se dirigió entonces a los cistercienses. El convento contaba ya con 93 miembros cuando se incorporó a la orden cisterciense.
El propio padre Benoît Thuan no puede calificarse de cisterciense, ya que no tuvo formación cisterciense. Sin embargo, su fundación de un monasterio marcó el inicio de la floreciente orden cisterciense en Vietnam, de la que surgió la «Congregación Cisterciense de la Sagrada Familia», que hoy comprende varios monasterios. Con más de 1.000 monjes y monjas, es la mayor congregación de la orden cisterciense, que actualmente cuenta con unos 2.200 miembros.
Debido a la agitación política de 1945, el monasterio de Phuoc Son tuvo que trasladarse a Thu Dúc, en la diócesis de Saigón. La guerra de Vietnam, que duró 11 años, terminó en 1975 con la conquista de Vietnam del Sur por el Vietcong comunista, lo que empeoró drásticamente la situación de la Iglesia católica en general. En 1978, dos monjes fueron detenidos y el otro centenar dispersado. Se dividieron en pequeños grupos y se instalaron en diversas regiones del sur de Vietnam. Desde 1987, la situación de las comunidades religiosas del país se ha suavizado un poco.
Durante la ceremonia, el abad Lepori subrayó que, casi un siglo después, aún se puede sentir «la fuerza profética de este misionero convertido en monje», que «llevó su misión hasta el extremo». «El padre Benoît» comprendió que no basta con llevar el anuncio de Cristo Salvador a los rincones más remotos de la tierra. Más bien, es necesario llevarlo a lo más profundo del corazón de las personas.