(Katolisch/Infocatólica) «Hace tres años, cuando dije en el servicio de apertura del Camino Sinodal que la justicia de género es la cuestión decisiva para el futuro de la Iglesia, estaba bastante sola», dijo la Hermana Philippa. «Hoy, el Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el obispo Georg Bätzing, y muchas otras personas responsables lo ven de la misma manera». La monja aseguró que es un éxito que el tema esté por fin sobre la mesa (*)y no pueda seguir escondiéndose bajo una alfombra.
Dios «se hizo hombre y no el hombre»
Ella misma estaba convencida «de que viviré para ver a las primeras mujeres ordenadas», dijo la monja benedictina, cuyo libro «'... porque Dios lo quiere': las mujeres hablan de su vocación a ser diáconos y sacerdotes» se publicó en 2021. «Lo decisivo no es el género, sino ser humano. Al fin y al cabo, como confesamos en el Credo, Dios se hizo hombre y no el hombre» (sic).
A continuación, Sor Philippa se pronunció a favor de que el celibato obligatorio sea opcional para los sacerdotes de la Iglesia católica. En este contexto, se refirió a un texto del Foro de Sacerdotes del Camino Sinodal. Aquí se aprecia lo «bendito, satisfactorio y significativo» de una vida célibe. Como benedictina, podía dar testimonio de ello con su vida. «Lo decisivo, sin embargo, es que los religiosos vivimos el celibato voluntariamente y en comunidad. Muchos sacerdotes, en cambio, lo han aceptado como un mal necesario. Cuando veo a tantos sacerdotes solos, me estremezco. Otros llevan una doble vida. Imagino que es igual de gravoso».
La Iglesia siempre existirá «porque la buena nueva de Jesús permanece y siempre es relevante», subrayó la Hermana Philippa. «Pero la forma de la Iglesia cambiará. Muchas formas arraigadas están a punto de desmoronarse. Entonces puede surgir algo nuevo».
(*) Ciertamente es un éxito para los heterodoxos que se discuta siquiera sobre la posibilidad de admitir a las mujeres al sacerdocio ordenado, dado que san Juan Pablo II sentenció que tal cosa era imposible y que su sentencia debía ser aceptada como definitiva. Así lo escribió en Ordinatio sacerdotalis:
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.