InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: ........ - Francia

28.11.09

Sanando brechas generacionales por anuncios de televisión

Un amigo mío no creyente llevaba años diciendo que no quería casarse ni tener hijos porque había tenido malas relaciones con su padre y pensaba que las familias sólo causaban y perpetuaban problemas en el mundo. Pero, hace poco anunció que se iba a casar. A nivel social, la brecha generacional es algo que todos enfrentamos más pronto o más tarde, sean las que sean nuestras creencias religiosas.

El gobierno de Singapur comenzó en 2008 por medio del Ministerio para el Desarrollo Comunitario, Juventud y Deporte una campaña [inglés] en apoyo de la familia y de los hijos. Anteriormente había encargado anuncios por medio de Petronas, la compañía de gas y petróleo que pertenece al gobierno nacional de ese país.

Estos dos emotivos anuncios de televisión (uno de cada iniciativa) muestran lo difícil que puede ser vivir de día a día la brecha generacional, pero también que está a nuestro alcance hacer algo para mostrar amor a los que nos son más prójimos, a los que más nos puede costar amar, antes de que sea demasiado tarde.

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8.11.09

¿Qué tipo de Bucéfalo somos?

Bucéfalo (“Cabeza de buey”), era un caballo indomable hasta que el joven Alejandro Magno se fijó en cómo el animal mostraba su temperamento sobre todo cuando veía su sombra, lo orientó hacia la luz para que no pudiera ver su sombra y lo montó sin problema. Desde entonces, Bucéfalo sólo se dejaba montar por Alejandro.

Espiritualmente, podemos ser como Bucéfalo y experimentar diferentes grados de mansedumbre ante el Señor, que según el Evangelio del XXXII Domingo de Tiempo Ordinario: “observaba a la gente” (Mc. 41) mientras hacían sus ofrendas en el Templo de Jerusalén. Él lee los corazones y sabe el estado en que se encuentran nuestra almas y lo que podemos llegar a ser si nos dejamos llevar por Él como hizo la Bta. Isabel de la Trinidad (1880-1906).

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1.10.09

Burlas de un masón, densas tinieblas, fe heróica

En el Evangelio del XXVI Domingo de Tiempo Ordinario Jesús recuerda el castigo reservado para los que causan escándalo a: “uno de estos pequeñuelos que creen” (Mc. 9, 42). ¡Tan cerca de sí guarda el Señor a estos “pequeñuelos”! Entre ellos se encuentra Sta. Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (1873-1897) con su “caminito de infancia espiritual”.

El lector Norberto comparte este enlace (donde se pueden descargar las obras completas de esta Doctora de la Iglesia), al igual que esta bella reflexión de la santa:

“Hay en la tierra un árbol maravilloso, cuya raíz, ¡oh misterio!, se encuentra en el cielo… Acogido a su sombra, nada ni nadie te podrá alcanzar; sin miedo a la tormenta, bajo él puedes descansar. El árbol inefable lleva por nombre «amor». Su fruto deleitable se llama «el abandono». Ya en esta misma vida este fruto me da felicidad, mi alma se recrea con su divino aroma. Al tocarlo mi mano, me parece un tesoro. Al llevarlo a la boca, me parece más dulce todavía. Un mar de paz me da ya en este mundo, y en esta paz profunda descanso para siempre… Sólo el abandono me entrega a tus brazos, ¡oh Jesús mío!, y es el que me hace vivir la vida de tus elegidos.” (Poesía 52)

Pero, la misma santa confía a la Madre María de Gonzaga, su superiora pocos meses antes de morir:

“Pues, a juzgar por las apariencias, ¿existe acaso un alma menos probada que la mía? Pero ¡qué extrañada se quedaría mucha gente si la prueba que desde hace un año vengo sufriendo apareciese ante sus ojos…! […]Esta prueba no debía durar sólo unos días, o unas semanas: no se extinguirá hasta la hora marcada por Dios…, y esa hora no ha sonado todavía…

También conmueve leer de esta santa:

“…debo de parecerle un alma llena de consuelos, para quien casi se ha rasgado ya el velo de la fe. Y sin embargo, no es ya un velo para mí, es un muro que se alza hasta los cielos y que cubre el firmamento estrellado… Cuando canto la felicidad del cielo y la eterna posesión de Dios, no experimento la menor alegría, pues canto simplemente lo que quiero creer.

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El lector Joserra comparte aquí un fragmento de “Maurice y Teresa. La salvación por la confianza” de Patrick Ahern [libro comentado en un artículo de Zenit], Voz de Papel, pág. 84-86, en la que se narra una humillación pública de Sta. Teresita causada por un masón, que probó la fe de la santa y de muchos otros católicos franceses:

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27.09.09

"Escándalos" que no lo son

En el Evangelio del XXVI Domingo de Tiempo Ordinario, el Señor tiene palabras muy fuertes para: “El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen” (Mc. 9, 42). El que era “piedra de tropiezo y roca de escándalo” (1 Ped. 2, 8) para los no creyentes no se refería a todo escándalo, sino que condena el que hace daño espiritual a los que sí creen, a nuestros hermanos en Cristo. Así llegaría a decir S. Pablo:

“Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece, o se escandalice, o flaquee. La convicción que tú tienes, guárdala para ti y para Dios. Dichoso el que a sí mismo no tenga que reprocharse lo que siente.” (Rom. 14, 21-22)

Por eso, en una cita compartida por el lector Luis en “‘Hay rumores de que no sé quién es no sé que’”, señala S. Gregorio Magno: “Cuando alguien se escandaliza de la verdad, mejor es consentir el escándalo que ocultar la verdad”. Siempre habrá personas que considerarán un escándalo el bien hecho por otros como hacían los fariseos con el Señor.

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19.09.09

Cómo dirigir nuestras pasiones naturales hacia la santidad

En el Evangelio del XXIV Domingo de Tiempo Ordinario Jesús nos recuerda que sus discípulos tienen que negarse a sí mismos y además: “que cargue con su cruz y me siga” (Mc. 8, 34). Por si eso no fuera bastante, Sta. Teresa de Jesús nos dice : “un santo triste es un triste santo”. O sea, que cargamos la cruz con una sonrisa.

En “De mal humor pero aparentando alegría: ¿virtud o hipocresía?”, se comentó por qué uno debería de mostrarse alegre a otros aún cuando uno se sienta mal. Puede ser reconfortante saber, pues, que han habido santos a quienes eso de mostrarse alegre a otros no se les dabe muy bien, como Sta. Gema Galgani, que era naturalmente muy sería y tenía una gran devoción a la Misa diaria (el Sacrificio incruento de la Cruz) y al Vía Crucis.

Sta. María Emilia de Rodat (1787 - 1852) fue otra santa que también encauzó su tristeza natural hacia la santidad, llorando por sus pecados y las de otros, meditando la Pasión del Señor (aunque también amaba la Santa Infancia) y aprovechando su experiencia para consolar y animar a otros. Desde pequeña le costaba tanto sonreír que su abuela, que la cuidaba, solía acercar su cara a la suya y no soltaba su barbilla hasta que le mostraba una sonrisa. Años después, tras fundar la Congregación de la Sagrada Familia, animó a una novicia desanimada y triste, ofreciéndole su sonrisa todos los días cuando ésta cumplía su mandato de llevarle flores cada día.

Tuvo mal salud a lo largo de su vida, pero lo que le hizo decir que comprendía “el suplicio de un alma réproba, separada de Dios” fueron años terribles de sequía espiritual. Esta santa se esforzaba en mostrar buen humor a otros, aunque no siempre lo lograba. Cuando le obligaron a posar para un retrato y el artista le recomendaba sonreír, sólo consiguió llorar. A pesar de sus enfermedades, murió con una sonrisa celestial.

Una forma de combatir pasiones como la tristeza es orientarlas hacia un bien con mira espiritual. El P. Antonio Royo Marín, en “Teología de la perfección cristiana”, señala que:

“Una de las razones más comunes de tantos santos frustrados es que no han dado la necesaria atención al control y al uso de las grandes energías de sus pasiones. Sin pasión, efectivamente sin gran pasión dirigida hacia el bien, es practicamente imposible hacerse santo.”[traducido del inglés]

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Según el P. Antonio Royo Marín, estos son los objetos principales hacia los cuales deberíamos de dirigir nuestras pasiones:[traducido del inglés]

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