26.05.09

Ponerse tetas

Para doña Bibiana da todo igual: las tetas, los seres vivos, el aborto, los humanos, o una operación de próstata. Ella, tan sensata, dice que, hoy, no abortaría, pero quizá a los dieciséis años sí lo hubiera hecho. Puede ser que esté encantada con sus tetas. Se mirará al espejo, desnuda, y dirá: ¿Para qué someterme a una operación, si con estos órganos glandulosos y salientes, que como mamífera tengo en número par, he llegado a ministra? ¿Para qué abortar si puedo tener a un ser vivo que a la semana catorce y media puede incluso llegar a convertirse en humano, y en futuro votante de mi glanduloso partido?

A la ministra Aído le sucede lo que a algunas adolescentes medio neuróticas. No le preocupa la función, le preocupa la apariencia del órgano. Lo de menos es que la teta secrete leche – la función - . Lo importante es que la chica se sienta guay, muy buena, estupenda, deseable, capaz de avergonzar a otras compañeras de gimnasio menos dotadas de glándulas salientes – la apariencia - .

En esto, las chicas descerebradas son como los chicos descerebrados. La función no crea el órgano. El órgano – el tamaño del órgano – crea la autoestima, la presunción absurda de creerse el rey del mambo sólo por unos centímetros de más, aun a costa de muchas neuronas de menos.

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24.05.09

No es de recibo, Monseñor

Esta mañana, de camino a la sede de una Hermandad del Rocío, he pasado, vestido de sotana, por delante de una iglesia cristiana no católica. He visto que estaban celebrando el culto dominical y he pensado: “son mis hermanos, aunque estén separados”. No puedo, ni quiero, sentir antipatía por otros cristianos. Más bien siento, espontáneamente, lo contrario. Pienso que, en medio de un mundo indiferente, que se confiese a Cristo es algo tan importante que, por sí mismo, crea un vínculo de comunión y de afecto.

Pero esta convicción no llega a nublar mi juicio sobre las cosas. Leer lo que ha declarado el obispo lefebvrista Monseñor De Galarreta me entristece. Yo creo que, de ese grupo de obispos seguidores de Monseñor Lefebvre, el más sensato, el más católico, es Monseñor Fellay. Ha dado, pienso, pruebas de ello.

“El acto de las consagraciones episcopales de 1988 por Monseñor Lefebvre fue un acto absolutamente necesario para la continuidad del sacerdocio católico, de la Tradición, de la fe católica y de la misma Iglesia. Fue un acto de supervivencia, de salvaguarda de la fe católica, y por lo tanto no es una falta que deba recibir ningún tipo de condenación o de censura. Fue un acto virtuoso y a mi modo de ver supremamente virtuoso por el bien de las almas y de la Santa Iglesia”, dice De Galarreta. Obviamente, esta declaración es absurda. Parece ignorar que la Iglesia es indefectible, y que el Espíritu Santo la asiste constantemente.

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23.05.09

La Ascensión y la dignidad de cada hombre

La solemnidad de la Ascensión del Señor se sitúa en la dinámica de la Pascua, del paso o éxodo de Cristo de este mundo al Padre. Jesucristo, vencedor de la muerte, entra para siempre con su humanidad glorificada en la esfera de Dios; en ese ámbito divino simbolizado en la Escritura por la nube y por el cielo.

El movimiento del ascenso, de la subida, nos hace pensar en el descenso, en la Encarnación: el que vuelve al Padre es el que salió del Padre (cf Juan 16, 28). Entre la salida primera y el retorno hay una diferencia. Cristo “sale” del Padre para, sin dejar de ser Dios, hacerse hombre, verdaderamente hombre, semejante a los hombres en todo, menos en el pecado.

Como canta la liturgia: “Sin dejar de ser lo que era ha asumido lo que no era”. Pero este “hacerse hombre” no es un acontecimiento pasajero, como si el Hijo de Dios se revistiese de un modo puramente externo de la condición humana. No, la Encarnación es un acontecimiento definitivo, irreversible. Para siempre, el que era sólo Dios es también hombre. Por su Ascensión, un hombre, uno de los nuestros, con un cuerpo como el nuestro, ha entrado para siempre en Dios.

Si la Encarnación supone la máxima cercanía de Dios a los hombres, la Ascensión supone la máxima cercanía de la humanidad y del mundo a Dios. El camino hacia Dios, el itinerario que marca para el hombre la meta definitiva, no es un camino cerrado, un callejón sin salida, un esfuerzo imposible. Es una realidad; es un camino ya transitado. El “territorio de Dios” no está vedado; la frontera se ha alzado para siempre: “Dios está abierto respecto del hombre” (J. Ratzinger).

Todo esto no carece de consecuencias para nosotros. Por la Ascensión, la naturaleza humana ha sido “extraordinariamente enaltecida”, hasta el punto de participar de la misma gloria de Dios. Nadie, salvo Dios, puede exaltar de tal modo la condición humana, elevarla a la dignidad suprema de lo divino.

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21.05.09

Hablando claro sobre el aborto

Abortar es interrumpir el desarrollo del feto durante el embarazo. El aborto puede ser natural o provocado. Si es provocado, interviene la voluntad de alguien que, por medios farmacológicos o quirúrgicos, mata al feto para expulsarlo del útero materno antes del nacimiento.

Si quien está embarazada es una mujer, el embrión o feto es un embrión o feto humano; es decir, un ser humano en sus primeras fases de desarrollo. Si es un ser humano, un individuo de la especie humana, es también una persona, única e irrepetible, poseedora de una dignidad innata, que merece ser reconocida y tratada como tal.

El mismo hecho de que exista un debate en torno al aborto muestra claramente que lo que está en juego es la vida de un ser humano en sus primeras, o no tan primeras, etapas de desarrollo. Si en vez de un ser humano, se tratase de un mosquito, pongamos por caso, o de una planta, o de un animal cualquiera – salvo que estuviese en peligro de extinción – , no habría motivo para tal contienda.

Cuando se protege a un animal perteneciente a una especie en peligro de extinción no se protege a ese ejemplar concreto, por ser lo que es, sino exclusivamente en tanto que pertenece a una especie amenazada. Cuando se protege a una persona, se le protege por sí misma, sin que sea necesario que la especie humana corra el riesgo de desaparecer. Se pueden comprar o vender cachorros de perro, pero no se pueden comprar o vender bebés humanos. Las personas tienen dignidad, no precio.

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20.05.09

El dolor del feto

El dolor comprobado del feto hace reflexionar a los científicos
Entrevista con el doctor Carlo Bellieni (publicado en ZENIT)
ROMA, miércoles, 11 mayo 2004
El dolor del feto, comprobado por la ciencia, plantea serias reflexiones a los científicos, y demuestra que es «acientífico» tratar «la vida prenatal como si fuera de segunda clase», advierte el neonatólogo italiano Carlo Bellieni.
En esta entrevista el especialista alerta de que la ciencia no puede contradecir el hecho de que el feto sea persona.
¿Qué experimenta un feto? ¿Cuáles son sus derechos? ¿Qué dice la ciencia al respecto? ¿Es la fecundación artificial verdaderamente inocua? Son cuestiones que ha abordado el doctor Bellieni sobre la base de una profunda y precisa documentación científica en el libro «L’alba dell’io: dolore, memoria, desiderio, sogno del feto» –«El amanecer del yo: dolor, memoria, deseo, sueño del feto»– (Editorial SEF).
El doctor Bellieni lleva años ocupado en la investigación del dolor del feto y del neonato con su trabajo en el departamento de Terapia Intensiva Neonatal del Policlínico Universitario «Le Scotte» de Siena (Italia).

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