No es de recibo, Monseñor

Esta mañana, de camino a la sede de una Hermandad del Rocío, he pasado, vestido de sotana, por delante de una iglesia cristiana no católica. He visto que estaban celebrando el culto dominical y he pensado: “son mis hermanos, aunque estén separados”. No puedo, ni quiero, sentir antipatía por otros cristianos. Más bien siento, espontáneamente, lo contrario. Pienso que, en medio de un mundo indiferente, que se confiese a Cristo es algo tan importante que, por sí mismo, crea un vínculo de comunión y de afecto.

Pero esta convicción no llega a nublar mi juicio sobre las cosas. Leer lo que ha declarado el obispo lefebvrista Monseñor De Galarreta me entristece. Yo creo que, de ese grupo de obispos seguidores de Monseñor Lefebvre, el más sensato, el más católico, es Monseñor Fellay. Ha dado, pienso, pruebas de ello.

“El acto de las consagraciones episcopales de 1988 por Monseñor Lefebvre fue un acto absolutamente necesario para la continuidad del sacerdocio católico, de la Tradición, de la fe católica y de la misma Iglesia. Fue un acto de supervivencia, de salvaguarda de la fe católica, y por lo tanto no es una falta que deba recibir ningún tipo de condenación o de censura. Fue un acto virtuoso y a mi modo de ver supremamente virtuoso por el bien de las almas y de la Santa Iglesia”, dice De Galarreta. Obviamente, esta declaración es absurda. Parece ignorar que la Iglesia es indefectible, y que el Espíritu Santo la asiste constantemente.

Es más, Mons. De Galarreta se atribuye a sí mismo, y a su grupo, la potestad de representar la “Tradición católica”. La Tradición es lo que la Iglesia es y lo que la Iglesia cree. No puede, una parte, atribuirse lo que le corresponde al todo. La garantía de estar en la Tradición es, en la práctica, la comunión con la catolicidad de la Iglesia y con el Papa y no autoerigirse en guardianes de unas supuestas esencias.

En la misma línea delirante se sitúa la acusación al Papa de sentirse identificado con el Vaticano II. ¿Podría esperar otra cosa? ¿Olvida que no hay concilio sin Papa y que cada uno de los documentos del Vaticano II ha sido ratificado por el Papa? ¿Cómo puede decir que se ha cambiado la fe?

Ya no he leído más. ¿Para qué? Quizá Monseñor De Galarreta no lo vea así, pero está dejando quedar muy mal al Papa Benedicto XVI, que ha hecho un esfuerzo de acercamiento y de generosidad. En el fondo, algunos de estos personajes no quieren ser católicos, no quieren estar “cum Petro et sub Petro”. Se les agradece que lo digan claramente.

15 comentarios

  
Miki V.
La soberbia, Pater, la soberbia es el enemigo interno que deben de expulsar en la FSSPX si quieren, algún dia, aspirar a la unión espiritual con el Papa.

Desde luego no es descabellado pensar que, así como nacieron el IBP y la Fraternidad de San Pedro de la FSSPX, se vuelva a producir una escisión considerable, que tenga que liderar el mismísimo Mons. Fellay, vista la "intransigencia" de sus hermanos obispos.

Eso, por desgracia, significaría la polarización irreversible de la Fraternidad, y tampoco es deseable llegar a eso. Se debe rezar mucho por que Benedicto XVI y Monseñor Fellay alcancen un acuerdo, pese a quien le pese. Miguel Serrano comentaba en uno de los comentarios que se han medio-perdido que lo deseable sería una Prelatura Personal, una iniciativa que me parece loable, porque daría muchísimo margen de maniobra a una FSSPX regulizarizada y funcionando en el seno de la Iglesia (pero con UN obispo, no 4, añado yo).
26/05/09 1:35 PM
  
luis
Como dije en un comentario anterior, no entiendo el problema.
Según el Concilio, la Iglesia verdadera "subsiste" en la Iglesia Catolica, teniendo las otras "Iglesias" elementos de verdad y de santificacion, no negándose el Espíritu Santo a actuar a través de ellas. Ergo, los lefebristas están en la buena línea.

Según la enseñanza anterior al Concilio, la Iglesia Catolica ES la Iglesia verdadera, siendo las otras sectas desviaciones,estructuras cismaticas, por lo que el Espíritu Santo actúa en los fieles de esas denominaciones A PESAR de esas sectas. Es la doctrina que sustentan los lefebristas. Si esta doctrina es verdad, están en lo cierto al rechazar la nueva doctrina.
26/05/09 1:46 PM
  
luis
Lo que quiero decir, es que según la lógica del ecumenismo, no se puede condenar a los lefebristas.
Para poder hacerlo, hay que recurrir a la lógica de la doctrina tradicional de la Iglesia, desplegada en la encíclica "Mortalium Animos" de Pío XI; y si es así, nos encontramos con la paradoja de que los únicos que sustentan hoy en día tal doctrina son los lefebristas.
¿Entonces?
26/05/09 1:49 PM
  
Miki V.
Claro, Luis, luego los Küng y compañía violan el "espiritu del Concilio" al condenarlos ;)
26/05/09 1:52 PM
  
luis
Claro, Miguel, la inconsecuencia de los progres es total.
Para hacerse una idea de las dificultades y paradojas del pensamiento progre, recomiendo leer el sesudo análisis que
el "teòlogo" Hunnerman (Univ. de Tubingen) ha dedicado a la decision del Papa
de levantar las excomuniones a los lefes.
Comienza diciendo que es indudable que el Concilio ha variado
la doctrina y la liturgia de la Iglesia, y pone como ejemplo
los cambios en la terminología respecto de los "cismaticos"
y "herejes", en lo que advierte una mutacion sustancial en
las oraciones del Viernes Santo.
A continuación, y sin que el Organon de Aristòteles de su
biblioteca, como diría Lope, no empiece a dar voces ( o el
Dentzinger del cual Hunnerman es "aggiornador" y coautor),
caracteriza a los lefes como "cismaticos" y "herejes" e insinùa
que Benedicto serìa un propiciador de tal cisma y herejìa,
concluyendo que el levantamiento de las excomuniones es nulo
y debería ser asumido como tal por la Iglesia.
Como decía Mons. Lefebvre, el "coup de maitre de Satan" es, en nombre de la obediencia y de categorías tradicionales, obligar a la
desobediencia y a la heterodoxia.
Por eso, aunque no coincido con los lefes, no dejo de advertir
que cuentan sólo con la buena fe y la valentía del Santo Padre. ¿Serà suficiente?
26/05/09 2:56 PM
  
luis
Si a alguien le interesa leer el articulo de Peter Hunnerman, obra maestra de la lógica torticera de buena parte de los católicos con con "espìritu del concilio" y de los lobos con piel de oveja, como para entender (que no justificar) a los lefes, lo dejo aquí:

http://blogs.periodistadigital.com/religion.php/2009/05/06/hunermann-el-levantamiento-de-la-excomun
26/05/09 3:24 PM
  
Guillermo Juan Morado
Luis: Se contradice usted, los lefebvristas no quieren ser una "comunidad eclesial", ni una "iglesia hermana", sino parte, con todas las consecuencias, de la Iglesia Católica. No pueden pretender serlo si se ponen ellos por encima del Papa a la hora de interpretar con autoridad la revelación divina.
26/05/09 4:00 PM
  
luis
No, yo no me contradigo. Se contradicen los que sostienen que puede haber "Iglesias" fuera de la comunión católica, y al mismo tiempo sostienen que los lefes deben ser excomulgados.
La Iglesia es una sola, si la consideramos como siempre "Cuerpo mistico de Cristo". No puede haber "Iglesias hermanas"
26/05/09 4:07 PM
  
Guillermo Juan Morado
Debe repasar lo que ha dicho la Santa Sede sobre el alcance exacto de la expresión "Iglesias hermanas". Bueno, debe repasar lo que ha dicho la Santa Sede sobre todas estas cuestiones.
26/05/09 4:09 PM
  
Guillermo Juan Morado
B. TEXTO DE LA NOTA



1. La expresión Iglesias hermanas se repite a menudo en el diálogo ecuménico, sobre todo entre católicos y ortodoxos, y es objeto de profundización por ambas partes del diálogo. Aún existiendo un uso indudablemente legítimo de la expresión, en la actual literatura ecuménica se ha difundido un modo ambiguo de utilizarla. En conformidad con la enseñanza del Concilio Vaticano II y el sucesivo Magisterio pontificio, es por lo tanto oportuno recordar cuál es el uso proprio y adecuado de tal expresión. Pero antes, parece útil señalar brevemente la historia del término.

I. Origen y desarrollo de la expresión.

2. En el Nuevo Testamento, la expresión Iglesias hermanas, como tal, no se encuentra; sin embargo, se hallan numerosas indicaciones que manifiestan las relaciones de fraternidad existentes entre las Iglesias locales de la antigüedad cristiana. El pasaje neotestamentario que en modo más explícito refleja esa convicción es la frase final de 2 Jn 13: «Te saludan los hijos de tu hermana Elegida». Se trata de saludos enviados de una comunidad eclesial a otra; la comunidad que envía los saludos se llama a sí misma “hermana” de la otra.

3. En la literatura eclesiástica, la expresión se comienza a utilizar en Oriente cuando, a partir del siglo V, se difunde la idea de la Pentarquía, según la cual a la cabeza de la Iglesia se encontrarían los cinco Patriarcas, y la Iglesia de Roma tendría el primer puesto entre las Iglesias hermanas patriarcales. Al respecto, hay que notar que ningún Romano Pontífice reconoció esta equiparación de las sedes ni aceptó que a la sede romana se le reconociese solamente un primado de honor. Además, nótese que en Occidente no se desarrolló esa estructura patriarcal que es típica de Oriente.

Como se sabe, en los siglos siguientes las divergencias entre Roma y Constantinopla llevaron a excomuniones mutuas, que tuvieron «consecuencias, que, por cuanto podemos juzgar, fueron más allá de las intenciones y las previsiones de sus autores, cuyas censuras concernían a las personas afectadas, no a las Iglesias, y no tenían la intención de romper la comunión eclesiástica entre las sedes de Roma y de Constantinopla»[1].

4. La expresión aparece de nuevo en dos cartas del Metropolita Nicetas de Nicomedia (año 1136) y del Patriarca Juan X Camateros (desde 1198 a 1206), en las cuales ambos protestaban contra Roma, la cual, presentándose como madre y maestra, habría anulado su autoridad. Según ellos, Roma es solamente la primera entre hermanas de igual dignidad.

5. En época reciente, el primero en utilizar nuevamente la expresión Iglesias hermanas fue el Patriarca ortodoxo de Constantinopla Atenágoras I. Acogiendo los gestos fraternos y la llamada a la unidad a él dirigidos por Juan XXIII, expresa a menudo en sus cartas el auspicio de ver pronto restablecida la unidad entre las Iglesias hermanas.

6. El Concilio Vaticano II usa la expresión Iglesias hermanas para calificar la relación fraterna entre las Iglesias particulares: «…existen en Oriente muchas iglesias particulares o locales, entre las cuales ocupan el primer lugar las iglesias patriarcales, y de las cuales no pocas tienen origen en los mismos Apóstoles. Por este motivo ha prevalecido y prevalecen entre los orientales la diligencia y el cuidado de conservar en la comunión de la fe y de la caridad aquellas relaciones fraternas, que deben observarse entre las iglesias locales como entre hermanas».[2]

7. El primer documento pontificio en el cual de halla el apelativo de hermanas aplicado a las Iglesias es el Breve Anno ineunte, de Pablo VI al Patriarca Atenágoras I. Tras haber manifestado su voluntad de hacer lo posible para «restablecer la plena comunión entre la Iglesia de Occidente y la Iglesia de Oriente», el Papa se pregunta: «Puesto que en cada Iglesia local se opera este misterio del amor divino, ¿no es tal vez éste el origen de aquella expresión tradicional, en virtud de la cual las Iglesias de varios lugares comenzaron a llamarse entre ellas como hermanas? Nuestras Iglesias han vivido por siglos como hermanas, celebrando juntas los concilios ecuménicos, que han defendido el depósito de la fe contra toda alteración. Ahora, después de un largo período de división y de incomprensión recíproca, el Señor, a pesar de las dificultades que en el pasado han surgido entre nosotros, nos da la posibilidad de redescubrirnos como Iglesias hermanas».[3]

8. Después la expresión ha sido utilizada por Juan Pablo II en numerosos discursos y documentos entre los cuales serán recordados aquí los principales, siguiendo un orden cronológico.

Encíclica Slavorum Apostoli: «Para nosotros [Cirilo y Metodio] son paladines y a la vez patronos en el esfuerzo ecuménico de las Iglesias hermanas de Oriente y Occidente para volver a encontrar, mediante el diálogo y la oración, la unidad visible en la comunión perfecta y total».[4]

Carta de 1991 a los Obispos europeos: «Con aquellas Iglesias [las Iglesias ortodoxas] se fomentan relaciones como entre Iglesias hermanas, según la expresión del Papa Pablo VI en el Breve al Patriarca de Constantinopla Atenágoras I».[5]

En la Encíclica Ut unum sint, el tema es desarrollado sobre todo en el n. 56, que inicia así: «Después del Concilio Vaticano II y con referencia a aquella tradición, se ha restablecido el uso de llamar Iglesias hermanas a las Iglesias particulares o locales congregadas en torno a su Obispo. La supresión, además, de las excomuniones recíprocas, quitando un doloroso obstáculo de orden canónico y psicológico, ha sido un paso muy significativo en el camino hacia la plena comunión». El número termina auspiciando: «El término tradicional de Iglesias hermanas debería acompañarnos incesantemente en este camino». El tema es retomado en el n. 60, en el cual se observa: «Más recientemente, la Comisión mixta internacional ha dado un paso significativo en la cuestión tan delicada del método a seguir en la búsqueda de la comunión plena entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, cuestión que ha alterado con frecuencia las relaciones entre católicos y ortodoxos. La Comisión ha puesto las bases doctrinales para una solución positiva del problema, que se fundamenta en la doctrina de las Iglesias hermanas».[6]

II. Indicaciones sobre el uso de la expresión.

9. Las referencias históricas expuestas en los párrafos precedentes muestran la relevancia que ha asumido la expresión Iglesias hermanas en el diálogo ecuménico. Esto hace aun más importante que de ella se haga un uso teológicamente correcto.

10. En efecto, en sentido proprio, Iglesias hermanas son exclusivamente las Iglesias particulares (o las agrupaciones de Iglesias particulares: por ejemplo, los Patriarcados y las Metropolías).[7] Debe quedar siempre claro, incluso cuando la expresión Iglesias hermanas es usada en este sentido propio, que la Iglesia universal, una, santa, católica y apostólica, no es hermana sino madre de todas las Iglesias particulares[8].

11. Se puede hablar de Iglesias hermanas, en sentido propio, también en referencia a Iglesias particulares católicas y no católicas; y por lo tanto también la Iglesia particular de Roma puede ser llamada hermana de todas las Iglesias particulares. Pero, como ya ha sido recordado, no se puede decir propiamente que la Iglesia católica sea hermana de una Iglesia particular o grupo de Iglesias. No se trata solamente de una cuestión terminológica, sino sobre todo de respetar una verdad fundamental de la fe católica: la de la unicidad de la Iglesia de Jesucristo. Existe, en efecto, una única Iglesia,[9] y por eso el plural Iglesias se puede referir solamente a las Iglesias particulares.

En consecuencia es de evitar, como fuente de malentendidos y de confusión teológica, el uso de fórmulas como “nuestras dos Iglesias”, que insinúan –cuando se aplican a la Iglesia católica y al conjunto de las Iglesias ortodoxas (o de una Iglesia ortodoxa)– un plural no solamente al nivel de Iglesias particulares, sino también al nivel de la Iglesia una, santa, católica y apostólica, confesada en el Credo, cuya existencia real aparece así ofuscada.

12. En fin, se debe también tener presente que la expresión Iglesias hermanas en sentido proprio, como es testimoniado por la Tradición común de Occidente y Oriente, puede ser aplicada exclusivamente a aquellas comunidades que han conservado válidamente el Episcopado y la Eucaristía.

Roma, en la Sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 30 de junio de 2000, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.



+ Joseph Card. Ratzinger
Prefecto

+ Tarcisio Bertone, S.D.B.
Arzobispo emérito de Vercelli
Secretario
26/05/09 4:14 PM
  
luis
Realmente, Padre, por piedad a los firmantes omito analizarla desde el punto de vista lógico. Las buenas intenciones están a la vista, pero no resiste el análisis lógico. Romano Amerio hablaba del "circiterismo" o "masomenismo" de los textos postconciliares.
Simplemente, falta un concepto central: el de "Iglesia".
Se es "Iglesia" o no se es "Iglesia". Tertium non datur.
26/05/09 5:02 PM
  
Guillermo Juan Morado
Ok, yo pensé que los firmantes sabían algo de Teología.
26/05/09 5:06 PM
  
luis
Està claro en el texto que el punto 7 (las declaraciones de Pablo VI) son contradichas en el punto 11. Esto no es hermeneutica de la continuidad, es hermeneutica de la correccion. Seamos honestos intelectualmente.
26/05/09 5:07 PM
  
Carlo
Luis,usted es un fascista.El integrismo no es de recibo.
Es un lamentable error dar "carta de ciudadania" a estos grupos antisistema que utilizan la Religion como fachada para propagar ideologia fascista.
A los hechos me remito, estos grupos integristas tienen emisoras de radio propias, alli es moneda comun el desprecio y el repudio a la DEMOCRACIA Y LOS DERECHOS HUMANOS y no solo eso tambien es su doctrina demonizar al pueblo judio y a otros seres humanos que no "encajan" en su particular "vision" del mundo y de la vida...como es el caso de los homosexuales.
Estos grupos fascistas con "fachada cristiana" como es sabido hasta niegan la existencia de los INNEGABLE...niegan para su verguenza e ignominia el horror de los hornos crematorios de Auschwitz.Una tercera parte de la poblacion judia mundial se evaporo...desaparecio...sin otro delito que el tener la misma Religion que Jesucristo.
Esto hoy se niega por un charlatan fascista...con la "bendicion" del Vaticano.
27/05/09 11:07 PM
  
luis
Señor Carlo, tanto mi edad como mi nacionalidad me vedan haber pertenecido o pertenecer a ningún movimiento vinculado con Benito Mussolini.
Respecto de los demás denuestos e improperios que me inflinge, al menos me consuela compartir calumnias con la Santa Sede.
27/05/09 11:13 PM

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