Progreso y respeto a la vida
En el capítulo segundo de la encíclica “Caritas in veritate”, Benedicto XVI se ocupa de la relación que existe entre desarrollo humano y respeto a la vida. No es el respeto a la vida una cuestión de pura moral “individual” o “privada”, no se agota su trascendencia en la decisión de la persona que aborta o del “profesional” que practica el aborto, sino que forma parte también de la moral social: Este tema “en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos” (CiV 28).
El concepto de pobreza y de subdesarrollo debe ser ampliado “a los problemas vinculados con la acogida de la vida, sobre todo donde ésta se ve impedida de diversas formas”. ¿Cuáles son estas formas? Benedicto XVI señala algunas: las prácticas de control demográfico por parte de los gobiernos, que llegan incluso a imponer el aborto, y, en los países ricos o, al menos, más desarrollados económicamente, la extensión de legislaciones contrarias a la vida. Estas leyes “han condicionado ya las costumbres y la praxis, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista, que muchas veces se trata de transmitir también a otros estados como si fuera un progreso cultural”.