Secularización hasta en la liturgia (Sacralidad - IV)
Pudiera parecer sorprendente que lo más santo y sagrado, con tanta carga de sacralidad, devoción y espiritualidad como es la liturgia, pudiera secularizarse, pero así ha ido sucediendo.
El proceso de secularización ha sido tan persistente que ha penetrado por las ventanas de la Iglesia y ha alcanzado a la misma liturgia pervirtiéndola. Un grave mal que hoy se padece es la secularización interna de la Iglesia, y como la liturgia es epifanía de la Iglesia, su manifestación visible, una Iglesia secularizada se reflejará en su liturgia igualmente secularizada.
Detengámonos en ver los rasgos e intenciones de esta secularización y comprenderemos mejor el alcance que tiene en la liturgia.
- La secularización detesta lo religioso y sus expresiones, y quiere en todo caso reducirlo a la conciencia privada de cada cual.
- La secularización, de la mano del relativismo, piensa que no existe la Verdad y por ello todo son opiniones igualmente válidas. Es la dictadura del relativismo que denunció Benedicto XVI.
- La secularización sustituye a Dios o por el hombre o por el progreso social o por los valores de moda (ecología, solidaridad, paz…)
- La secularización sólo respeta de la religión aquello que puede servir a su proyecto: las obras asistenciales y de caridad y la enseñanza que se acomoda a sus postulados de sólo valores, sólo lo “políticamente correcto”.
- La secularización ignora la trascendencia y lo superior, y quiere volcarlo todo en lo terreno, en lo temporal, en el aquí y ahora.