Encima querrán que vengamos a la iglesia
En estas últimas semanas creo que son tres o cuatro las personas que me han amenazado con eso de que “encima querrán que vengamos a la iglesia”, como si lo de acudir a la parroquia fuera favor personal que le hacen al señor cura.
El primer caso, no hace mucho, fue en vísperas de primeras comuniones. Una mamá, que vive justo en la otra punta de Madrid, y cuyo arrapiezo con diez añazos iba a hacer su primera comunión en una parroquia vecina. El problema es que el niño estaba sin bautizar y en la parroquia donde hacía su catequesis celebraban el bautizo de los niños que iban a hacer su primera comunión en una celebración conjunta. Y mamá que no, que su niño solito por si se reían de él. Y que en esta parroquia. Pues mire, no… Ni son de esta parroquia, ni hace la comunión aquí, ni yo sé cómo está preparado el niño. Pues eso, que “encima querrán que vengamos a la iglesia”, a lo que añadió que “iba a llamar a telemadrid”. Va una.

Cómo ha cambiado la cosa de los cumples. De niño recuerdo algunas celebraciones. Por ejemplo, los cumpleaños de tíos y abuelos, cuya celebración consistía en plato de galletas y algunos bollos de la panadería, y siempre una copita de vino dulce. Y ya. Que por cierto los niños de mi generación bebíamos alcohol, evidentemente en dosis muy moderadas, pero se nos daba sin problemas en los santos una copita y en caso de inapetencia un poco de quina Santa Catalina, que es medicina y es golosina, evidentemente con su poco de alcohol.
La cosa surgió, como suele pasar tantas veces, casi de casualidad. Estábamos en una reunión de matrimonios del Movimiento Familiar Cristiano y uno de los asistentes nos contaba cómo en la ermita de la Virgen del Milagro de Hornuez, cada segundo sábado de mes, los segovianos pueblos de Alconada, Alconadilla, Aldealengua, Cilleruelo, Carabias, Fuentemizarra y Valdevarnés, renuevan su voto de gratitud a la Virgen por haberles librado, hace siglos, de la hambruna y la peste. Problema grave, nos decía, conseguir un sacerdote, ya que los de la zona atienden hasta quince pueblos cada uno. El caso es que si tú podrías… y de paso hacíamos allí la convivencia de fin de curso de los grupos de matrimonios… ¡Hecho!
Tras lo de las estupideces eclesiales del otro día, a uno no le queda más remedio que hacerse preguntas.
Ante todo, mil perdones al editor, al director y a mis lectores por publicar un segundo post en el mismo día, cosa que hago por segunda vez en mis cuatro años de bloguero en esta casa. Vaya en mi descargo que tampoco escribo a diario.