El desclericalizador que la desclericalice, buen desclericalizador será
El verano es época propicia para el esperpento como fruto de los calores y el dolce far niente. Las parroquias bajan el acelerador, las comunidades de base suspenden sus reuniones, muchos grupos de acción caritativa echan el cierre hasta septiembre y, en consecuencia, hay gente que se aburre mucho y sale por peteneras, que es una forma interesante de salir en los papeles.
Estos últimos días he visto casi de todo, pero me van a permitir que me sitúe en las historias que me han parecido más chuscas.

Normalmente me llevo pocos, porque ya tengo suficientemente avisados y aleccionados a los lectores más habituales, pero nunca es descartable que alguien te salga con su toque de originalidad.
No es infrecuente encontrar en las parroquias laicos encargados del archivo parroquial. Suelen ser personas de confianza que se ocupan tanto de pasar nuevas partidas de bautismo, matrimonio y, en muchos lugares aún, de difuntos, como de emitir las partidas y certificados que puedan solicitarse. No sé si acabamos de ser conscientes de lo que eso significa.
Parece que unos cuantos ayuntamientos, bastantes creo, han colocado hoy una banderita arco iris en sus balcones. Es el llamado “día del orgullo gay” y Dios te libre de no hacerlo. A un ayuntamiento se le perdona la corrupción -mejor colgaran una bandera pirata para que no quedara duda de la calaña de tantas corporaciones municipales-, el enchufismo, el amiguismo, la recalificación de lo suyo, las mangas y capirotes y la conversión de capa en sayo. No pasa nada. Pero como no aparezca suficientemente sensible con la cosa del llamado orgullo gay, que se de por eso y nunca mejor dicho.





