Pobres y ricos necesitamos a Cristo

Pobres y ricos necesitamos a Cristo

Están, asimismo, quienes se valen de los pobres con nítidos objetivos marxistas. La así llamada «teología de la liberación» –más allá de las buenas intenciones de algunos de sus referentes- buscó y lo logró, en buena medida, «liberar» a no pocos fieles de Jesucristo, y de su yugo suave y su carga liviana.

Hace unas horas, regresando de madrugada a Buenos Aires, luego de una misión difícil, en la estación de micros de Retiro, al reconocerme como cura, un muchacho me gritó A ver si hacen algo por la gente que está durmiendo en la calle; que hay mucha gente allí… En estos casos, por lo general, me acerco a conversar; pero, en esta ocasión, desistí de hacerlo dada la evidente y agresiva ebriedad del joven. Por lo demás, aunque hubiera querido, me hubiese resultado imposible pues desapareció raudamente… Como si la espesura de la noche se lo hubiese tragado.

Hice, de cualquier modo, lo más importante que como sacerdote puedo realizar: ofrecer la Santa Misa por sus intenciones. Y, claro está, por todos aquellos que, dentro y fuera de la Iglesia, piensan que la Iglesia solo sirve para hacerse cargo de los pobres que el Estado genera y multiplica…

Y antes de que me acusen de mal cristiano o cosas por el estilo, reafirmo que sé perfectamente lo que dice el Señor sobre su presencia especial en los pobres (Mt 25, 31 -- 46). Y, por cierto, todo lo que enseñan la Tradición, la Biblia, el Catecismo, y la Doctrina Social de la Iglesia, al respecto. Por lo demás, durante buena parte de mi Seminario, y en los seis años que llevo de cura, viví y realicé apostolado en villas de emergencia y en barrios pobres. Y en las dos parroquias que, por ahora, tengo a mi cargo, Sagrado Corazón de Jesús, y Santos Mártires Inocentes, de Cambaceres, Ensenada, la inmensa mayoría de sus habitantes son pobres o muy pobres. Bien lejos en mí, por lo tanto, está el tener una idea distorsionada de ellos, por mirarlos solo a través de la televisión…

A lo que quiero referirme es a esa visión meramente materialista, y hasta ideológica que de los pobres se tiene en buena parte de la sociedad y también, lamentablemente, dentro de ciertos sectores de la Iglesia. Como si el primero, único y excluyente objetivo para nosotros fuese alimentarlos; y darles tierra, techo y trabajo, sin hablarles del fin de nuestra vida: la gloria de Dios y nuestra propia santificación. Y, mucho menos, de los novísimos: muerte, juicio, infierno y gloria. Como si la Iglesia únicamente fuese una ONG multinacional, a la que solo se le permite ocuparse, gratuitamente, de los marginados.

Como Iglesia, está fuera de toda discusión, debemos hacernos cargo --como lo venimos haciendo desde hace dos mil años- de todos los pobres y excluidos; y de todas las víctimas de la injusticia social y de los sistemas perversos, como el capitalismo salvaje y el marxismo. Pero a lo que no debemos renunciar, de ningún modo, es al anuncio concreto de Jesucristo. Lo estaríamos traicionando a Él y a su expreso mandato de ir por todo el mundo, y anunciar el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará (Mc 16, 15 -- 16)

Hay instituciones en la Iglesia que hacen una labor admirable por los pobres; a los que, con la misma intensidad y pasión, con la que les dan un plato de comida, les presentan a Cristo con todas sus exigencias. Y les hablan de la gracia y del pecado; del Cielo y del infierno; de los sacramentos, y de la única religión verdadera. Están llenas de católicos sin complejos que, en serio, sin sectarismos, hacen la opción evangélica por los pobres para ayudarlos a salir, en cuanto se pueda, de su pobreza; pues pobres tendremos siempre entre nosotros (Mt 26, 11). Y que, fundamentalmente, se valen del alimento material para hablarles de la Eucaristía; a la que debe accederse tras una profunda conversión y previa confesión. Y que es anticipo, claro está, del banquete celestial.

Como penosa contracara, también están los que convierten parroquias, y otras asociaciones en simples comederos donde casi todo está permitido; menos hacerse la señal de la Cruz, leer la Biblia o rezar el Rosario… Allí van los pobres en busca de comida; pero lo más importante, la Palabra de Dios, van a buscarla en otras confesiones cristianas o, incluso, en las más variadas sectas…

Están, asimismo, quienes se valen de los pobres con nítidos objetivos marxistas. La así llamada teología de la liberación --más allá de las buenas intenciones de algunos de sus referentes- buscó y lo logró, en buena medida, liberar a no pocos fieles de Jesucristo, y de su yugo suave y su carga liviana (Mt 11, 30). Con eslóganes como Cristianos por el socialismo, y otros por el estilo, arrastró a sacerdotes, consagrados y laicos a la aventura revolucionaria, con fusiles o sin ellos. Los resultados están a la vista, especialmente, en nuestra Hispanoamérica: guerrillas y represiones de las mismas, con heridas aun sangrantes; deserciones masivas de la Iglesia, con templos, seminarios y noviciados vacíos y, por cierto, multiplicación de los pobres y excluidos.

Plantear la lucha de clases en la Iglesia y en la sociedad trajo estas y otras consecuencias funestas. Y la ignorancia --en no pocos casos, supina-, de gobernantes y gobernados, de la Doctrina Social de la Iglesia; la que libera auténticamente, y que no usa y descarta, ha llevado al aumento de las estructuras injustas y la creciente pauperización de los más postergados.

Por otra parte, no pocos ricos creyentes; empresarios exitosos --con lo que puede quedar de ellos en nuestra Argentina saqueada- deben sufrir, sistemáticamente, los ataques furibundos de ciertas predicaciones. Como si la riqueza, y no la avaricia fuese un pecado imperdonable.

Me ha tocado conversar con varios de ellos. Buenos cristianos, trabajadores; no pocos de los cuales se hicieron desde muy abajo y que son, literalmente, presentados casi como chupasangres o esclavistas. «Yo hago mucho más por los pobres --me confió uno de ellos- que tantos políticos, militantes extremistas y hasta curas: les doy trabajo, los capacito, me ocupo de que nos les falte lo necesario y, ciertamente, recompenso a los que más se esfuerzan. Además, pago mis impuestos y cumplo con lo que la ley manda. ¿Soy acaso un insensible, dispuesto a cualquier cosa para llenarme de dinero?».

Como periodista, antes de entrar al Seminario, tuve ocasión de conocer cuántas obras, cuántas instituciones educativas, cuántas becas de estudios, y hasta cuánta generosidad a la hora de contribuir al sostenimiento de la evangelización, tienen como autores a prestigiosos empresarios, que deciden permanecer en el anonimato. Sus manos izquierdas no saben lo que hacen sus manos derechas (Mt 6, 3). Bien distintos, por ejemplo, de los que amagan con la izquierda, y se llenan los bolsillos con la derecha…

La Santa Madre Teresa de Calcuta que, desde el Corazón de Jesús sirvió en serio a tantos Cristos presentes en los pobres, decía siempre que «los ricos deben ayudar a los pobres en sus necesidades materiales; y los pobres deben ayudar a los ricos a llegar al Cielo». Camino evangélico por donde se lo mire; bien lejos de cualquier dialéctica. Porque, en definitiva, pobres y ricos necesitamos a Cristo, para alcanzar un día la verdadera y absoluta felicidad del Cielo. Sin Él, y mucho peor, contra Él, toda pobreza es humillante y sin salida; y toda riqueza un asfixiante acumular para la nada…

+ Pater Christian Viña

 

6 comentarios

Jose Manuel Ruiz
¡Qué buen artículo, qué lúcido... y qué cristiano!
10/11/18 3:46 PM
ANTONIO I. MARGARITI BARAUT
ESTIMADO PADRE CHRISTIAN: He leído su excelente informe. Me ha indignado la agresión que soportó de un "argentino típico": aquél que vive de los demás gracias al Estado y que acusa a los justos de abandonar los pobres que la política social produce. Sin embargo creo que hay que ir a fondo. Nuestros jefes: el Papa y los obispos, no sólo deben amparar la pobreza, sino contribuir a que los pobres se pongan de pie y dejen de serlo. ¡ Me refiero a la pobreza material, no a la del espíritu ! Para eso deben abandonar la cobardía y endeblez de callarse la boca, dejar de lado el análisis marxista que se está infiltrando en los documentos vaticanos y recuperar aquella sabiduría de la ESCUELA DE SALAMANCA o del Escolástico Tardío que hace VII siglos supo ver con claridad el problema de la pobreza y proponer soluciones concluyentes a los políticos de entonces: REBAJAR IMPUESTOS, DEJAR DE EMITIR DINERO PARA FINANCIAR EL GASTO PÚBLICO DESTINADO A SUS BASES ELECTORALES Y NEGARSE A TOMAR DEUDA A NOMBRE DEL PUEBLO. Si los políticos quiren donar dinero o endeudarse, pues que lo hagan con sus recursos o asuman la responsabilidad de pagar ellos la deuda pública que pretenden trasladar a la gente inocente.
12/11/18 2:02 PM
Pater Christian
Duc in altum.

Muchas gracias, querido amigo Antonio. ¡Tantos años!. ¡Dios le recompense su generosidad!. Me gustaría que me deje su correo o teléfono, para poder comunicarnos. Le dejo mi bendición en el Sagrado Corazón de Jesús, en Quien hoy más que nunca la Patria espera

+ Pater Christian
12/11/18 7:12 PM
ANTONIO I. MARGARITI BARAUT
Apreciado P.Chistian:
Su lema DUC IN ALTUM es como pedir al Señor que le "conduzca muy alto y le permita remar mar adentro". Entonces es como la petición de San Juan de la Cruz:
Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé sólo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Mi correo es [email protected]
Un abrazo.
12/11/18 8:08 PM
Pepe
Porqué fracasó el marxismo?, en teoría había una buena intención, llevar la prosperidad a los más necesitados. Una de las causas fue el ateísmo, no tener en cuenta la fragilidad humana, sus defectos y debilidades, pensar que el hombre por sí sólo puede, después de haber desprestigiado la cultura tradicional de las sociedades que venía en gran parte del cristianismo, pero pronto se vio que el resultado fue mucho peor. Y ahora ocurre un poco preocuparse de lo material sin tener en cuenta la moral de la gente.
14/11/18 12:31 PM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Muchas gracias, Padre, por tan excelente artículo. "La verdad os hará libres", dijo nuestro Señor Jesucristo.
Que el Espíritu Santo lo siga iluminando, y la Santísima Virgen María y San José lo protejan siempre.
18/11/18 12:29 PM

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