(EP/InfoCatólica) Monseñor Rouco ha destacado el papel decisivo de España en la configuración de Europa y ha afirmado que si este continente olvida suis raíces cristianas olvida su alma y pone en peligro su futuro. Aludiendo al lema de la Fiesta de la Familia que se celebrará el próximo domingo 27, el cardenal reiteró que «el futuro de esta Europa pasa por la familia vivida en plenitud».
Monseñor Rouco ha hablado además de la Navidad como hecho fundamental en la Historia del hombre, «que se hace actualidad cada año cuando se acerca litúrgicamente esta fiesta», y recordó que celebrar la Navidad es «hacer presente el Misterio de hechos históricos que no pasan nunca y se renuevan año tras año, para que el hombre pueda vivir de ellos, en este caso para que puedan vivir del misterio del nacimiento del hijo de Dios».
El arzobispo de Madrid argumentó que «en la propuesta cristiana sobre el derecho a la vida hay un elemento que está más allá de lo que podría llamarse la coyuntura política o situación jurídica» y que ese factor es el que desde la Conferencia Episcopal Española (CEE) se desea promover, favoreciendo «el cuidado del derecho a la vida» y tratando de «neutralizar los efectos negativos de la ley».
No es posible retirar todos los crucifijos sin violar la Constitución
El presidente de la Conferencia Episcopal aseguró que «es muy difícil» llevar a cabo la retirada de los crucifijos de las aulas, porque sólo podría hacerse «violando la Constitución». Monseñor Rouco añadió que cree que «el artículo 27 de la Constitución tal y como va desarrollado es muy difícil cambiarlo y esperamos que no pase en este campo educativo nada que atente contra lo que estamos viviendo».
Sin embargo precisó que no cree que haya «ningún plan inmediato de cambiar la situación jurídica de las manifestaciones públicas de lo religioso» y pidió a la sociedad que «se fije más en los hechos y no en las presuntas tramas o conspiraciones».
Sobre la polémica censura del PNV al nuevo obispo de San Sebastián, Monseñor José Ignacio Munila, el cardenal explicó que «el Papa es el único que puede elegir con libertad a los representantes de la Iglesia», a través de «unas listas que proponen otros obispos» y que lo más problemático son «las intervenciones y las valoraciones políticas».