(ACN/InfoCatólica) En la grabación, que ha recibido la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), se escucha claramente que el hombre está corriendo mientras dice también que «las casas están abandonadas», señal de que toda la población ha huido de sus hogares. Los acontecimientos se siguen con gran preocupación desde Pemba, la capital de la provincia de Cabo Delgado. Allí se encuentran muchos sacerdotes y religiosas, que también han tenido que abandonar sus parroquias y misiones por los ataques armados que asolan esta región del norte de Mozambique desde 2017.
Desde Pemba, el P. Kwiriwi Fonseca, uno de los responsables de Comunicación de la diócesis, ha explicado a la fundación pontificia ACN que «los ataques» se produjeron «simultáneamente en el pueblo de Manguna y en los barrios de Quibuite y Quilaua de la ciudad de Palma».
Por su parte el P. Edegard Silva, un misionero brasileño que se encuentra actualmente en Pemba y cuya parroquia la del Sagrado Corazón de Jesús del distrito de Muidumbe fuera también escenario de uno de los ataques más violentos de los terroristas en 2020, indica que el ataque de ayer era esperado: «Ya se contaba con él porque en los últimos quince días los malhechores y los insurgentes venían perpetrando una serie de ataques en la región de Nangade y prácticamente todas las comunidades que rodean Palma ya habían sido agredidas».
Familias abandonan sus hogares por los terroristas
En un mensaje enviado a la sede portuguesa de la fundación pontificia ACN, el P. Edegard confirma que la población está en fuga a raíz del ataque armado: «Muchos familiares de nuestros catequistas en Palma se han puesto en contacto con nosotros para comunicarnos que han huido. Cuando se producen estos ataques, la gente huye al monte y resulta difícil comunicarse por la débil señal y por la descarga de la batería del móvil», explica el sacerdote.
El P. Edegard Silva explica que la ciudad de Palma, donde se produjo el ataque, se encuentra en la región «donde se está llevando a cabo el gran proyecto de exploración de gas de la multinacional Total», y que muchos observadores señalan que esta es una de las razones de la «insurgencia», como se suele denominar a nivel local esta situación de violencia.
Decenas de civieles muertos
El Gobierno de Mozambique ha informado este domingo de que son «decenas» los civiles muertos en el ataque perpetrado por milicianos sobre la localidad de Palma, en la provincia de Cabo Delgado, en el norte del país. El asalto contra la localidad comenzó el pasado miércoles y sería obra de milicianos de Estado Islámico en África Central (ISCA).
«Un grupo de terroristas penetró disimuladamente en la localidad de Palma y desencadenó las acciones que han culminado con el cobarde asesinato de decenas de personas indefensas y daños materiales en las infraestructuras del Gobierno», ha relatado un portavoz del Ministerio de Defensa, Omar Saranga, en rueda de prensa sin preguntas celebrada en Maputo, según recoge el diario portugués 'Público'. «El objetivo de este asalto de los terroristas era aterrorizar a la población civil», ha subrayado Saranga.
Entre los fallecidos hay siete integrantes de las Fuerzas de Defensa y Seguridad mozambiqueñas (FDS), ha explicado Saranga, en referencia al asalto al Hotel Amarula, donde se habían refugiado algunos civiles bajo protección de los militares.
Terrorismo islamista desde el 2017
Cabo Delgado viene siendo desde octubre de 2017 escenario de ataques de grupos armados vinculados a yihadistas del grupo Estado Islámico, una situación que ha sumido a la región en una profunda crisis humanitaria. Según Naciones Unidas, a finales del año pasado ya había más de 670.000 desplazados y más de dos mil muertos.
La fundación pontificia ACN apoya desde los comienzos los esfuerzos de la Iglesia local para ayudar a la población desplazada, y ha concedido una primera ayuda de emergencia de 160.000 euros. Además, ACN proporciona ayudas de subsistencia para sacerdotes y religiosas, además de financiar la formación de seminaristas y religiosas y otros proyectos relacionados con las necesidades más acuciantes de la vida de Iglesia, tanto en Pemba como en todo Mozambique.