Visita a cuatro aldeas - Segunda parte (2/2)

Mazirayo, renovada

La semana pasada visité dos aldeas lejanas, de las más alejadas en dirección noroeste. La primera fue Mazirayo, que me dio la gran satisfacción de ver que habían construido la nueva capilla, un poco más grande, pero con ladrillos cocidos y techo de chapa. Cuando me iba acercando a la capilla, sólo se veía la iglesia vieja, y por detrás asomaban las chapas de la nueva.

Mazirayo 1

La verdad que me alegré muchísimo, sobre todo por la historia de esta aldea. De paso que es una zona alejada, y por eso no tienen toda la atención que requieren, hay que decir que han sufrido el paso de catequistas que no han trabajado bien. El anterior catequista estafó a varias personas, pidiendo dinero, usándolo para otra cosa, vendiendo un terreno prestado, y cosas parecidas. Hasta que un día ya tuvo problemas graves, sufrió un juicio, y debió irse porque ya no podía ser catequista con este prontuario. Los fieles estuvieron varias veces por construir una iglesia, pero las malas administraciones echaban a perder todo, sobre todo la buena voluntad de los fieles.

Mazirayo 3

Gracias a Dios, con una reacomodación de los catequistas de la zona, pudimos proveer de uno, y de a poco todo fue cambiando para bien. También llegó una maestra nueva a la escuela del lugar, que como venía de “afuera", traía nuevos deseos e impulsos… y aquí estamos, que celebré la primera misa en la capilla nueva. Y fue una sorpresa, porque no vi en ningún momento el proceso de construcción, ni siquiera los cimientos, porque hace un año que no pasaba por allí. La iglesia estaba llena, muchos niños como siempre, y muchos adultos. Y los que han recibido catecismo en este último tiempo, muestran que ha habido un cambio muy positivo. Deo gratias.

Namba Kumi na Moja, aldea del confín

Este nombre se traduce por “Número 11″, que es una especie de lote, según entiendo. Allí era la primera vez que iba a celebrar la Misa. Esta aldea queda a 45 km de viaje, y lleva un poco más de una hora y media el llegar. Es realmente pequeña y queda en el confín con la parroquia vecina de Bulungwa.

Namba Kumi 4

Es una aldea muy bonita, o mejor dicho pintoresca, porque está rodeada de bosques de grandes árboles, y todas las casas son de un color rojo muy intenso. La mayoría de las casas tienen techo de paja. La iglesia no desentona con el estilo de construcciones. La gente estaba muy callada, a diferencia de muchas aldeas, pero sobre todo porque era la primera vez que nos veíamos, y creo que es la primer reacción, sobre todos para ellos, porque la mayoría de las veces piensan que los blancos no saben swahili. Pero luego de la misa, con sermón incluido, mas los bautismos, y los saludos de rutina al final, reparto de medallas y caramelos… ya se rompió el hielo.

Namba Kumi 1

De todos modos me admira mucho ver que en esa zona de la parroquia se habla mucho mas sukuma que swahili. Me las tuve que ingeniar para las confesiones, pero ya entiendo algo, porque mezclan palabras de swahili y por ahí vamos buscando la salida… No había mucha gente en la iglesia, pero en esa aldea tampoco hay muchas familias, por lo que se podía ver.

Namba Kumi 3

Me quedé pensando al despedirme, en el catequista, que es muy joven… y que se ha ofrecido a ser catequista, y lleva la capilla adelante. Con gran esfuerzo participa de las reuniones y retiros, siendo que debe recorrer 45 km hasta llegar a la parroquia. Pensar que si él no estuviera, tal vez no tendríamos esa capilla y esos fieles. En cada caso, es admirable cómo Dios provee de las personas, que es más admirable, por cierto que la providencia en las cosas materiales. Como he leído en el Beato Manuel González, aunque no recuerdo la cita exacta, que es más importante “el hombre de la obra” que las obras materiales. Allí está todo, y por eso hay que rezar, para que Dios nos mande los obreros para Su obra.

Namba Kumi 5 - Catequista

Visita a Johny

Antes de regresar, pasamos a ver un enfermito, un niño de nueve años. Hace dos o tres años que está enfermo, como me dijeron, y querían que vaya a verlo y darle la unción. Me llamó la atención verlo tan chiquito para tener nueve años, y muy delgado de piernas y brazos, y la panza muy hinchada. No soy médico, pero es muy probable que tenga desnutrición, aunque cierto que tengo grandes posibilidades de equivocarme. De todos modos ellos tampoco saben qué tiene, así que luego de estar con ellos, rezar y darle los sacramentos, les pregunté si lo habían llevado al dispensario de nuestras hermanas. Me dijeron que no, así que les pedí que hagan el esfuerzo de traerlo. Quedaron en que lo traerían. Daba mucha pena verlo tan debilucho, y con una cara muy triste. De todos modos se alegró con la visita, las medallas, las fotos… se llama Johny, y sé que van a rezar por él. Me han dicho las hermanas que todas las semanas atienden casos de niños con desnutrición.

Johny 2

Emprendí el regreso, y pude gozar otra vez de un atardecer soñado… viajando y rumiando un poco todas estas cosas, llegué bien entrada la noche a la misión.

Regreso 1

De verdad que no me gusta simplemente escribir las cosas sin tratar de sacar algún provecho de orden espiritual. Y pensaba de manera especial en lo que puede ser siempre una tentación para los misioneros, sobre todo en lugares como este, y es el activismo. Siempre hay algo para hacer, y siempre es mucho lo que hay que hacer. Es fácil verse desbordado por el trabajo, y es fácil dejar de rezar por cansancio o por las ocupaciones. Hemos tenido la experiencia de que el mejor momento para rezar es el inicio del día, porque reina el silencio, porque nadie viene tan temprano. Y eso es de vida o muerte, no dejar la oración. A veces dejamos la oración que se va regando durante el día, como las visitas al Sagrario, o las jaculatorias, o la Lectio Divina.

Dice el padre Carrascal: “Sea cual sea la materia de Meditación, o fiesta, estés de un temple o de otro, siempre tu ora­ción de misionero debe ser ante todo misionera. A ella debes llevar todas tus preocupaciones de misionero, tus deseos, esperanzas y temores, tus debilidades y triunfos de misionero. En ella encomen­darás a sus cristianos, catecúmenos y paganos. Son almas a él con­fiadas, son suyas. En ella pedirás la bendición para la visita a las cristiandades, para tus ejercitantes y catecúmenos (…) Pedirás temple para las contrariedades que sabes se te ofrecerán ese día. Y a la luz de tu oración misionera examinarás tu ministerio.

Procurarás entonarte para la prosa de la vida, para el trato benigno con todos, generoso con los criados, y para sonreír siem­pre, para tener paciencia y no responder malhumorado…, hasta mañana.”

Siempre tendremos mucho trabajo, muchas visitas a gran cantidad aldeas, pero que Dios nos conceda entender que todo ese trabajo se mantendrá y fructificará en la medida que estemos unidos a Él por la oración.

Regreso 2

¡Firmes en la brecha!

P. Diego Cano, IVE.

1 comentario

  
Maria
Gracias padre. Y con mi agradecimiento mi oración.
31/10/15 5:24 PM

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