La Patrona de España y de los EE.UU. (Mc. 1, 3)
El Papa Pío IX proclamó la Inmaculada Concepción de María un Dogma de Fe el 8 de diciembre de 1854, pero la Ssma. Virgen María ya se había aparecido en 1830 a Sta. Catalina Labouré, pidiendo que se hiciera una medalla con su imagen y las palabras: “O María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos.” Después de la proclamación del dogma, se apareció en 1858 a Sta. Bernadette en Lourdes diciendo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, palabras que la vidente no comprendía entonces. Bajo esas advocaciones la Inmaculada ha dejado huellas inequívocas en mi vida.
Cuando le dijeron a mi madre los médicos que no podía tener hijos, hizo una peregrinación a Lourdes, Francia, para pedirlos y cuando volvió se enteró de que estaba embarazada conmigo. Por eso me llamaron “María Lourdes” y me llevaron al sitio de las apariciones de niña para agradecer el favor. Nací en España, cuya Patrona Oficial (desde 1760) es la Inmaculada Concepción. Cuando vivía en Madrid, una de las iglesias en las que asistíamos a Misa era la Basílica de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y también fuimos al lugar de las apariciones en París.

El desierto, árido por definición, no está muerto ya que acoge una gran variedad de flora. Hasta el Atacama, el desierto más seco, florece en abundancia bajo condiciones propicias. Del desierto surgió S. Juan Bautista como se oyó en
Hablé con alguien hace poco que para ganar más dinero había cambiado de empleo. No hay nada de espectacular allí, especialmente en estos tiempos de crisis económica. Pero, lo hizo a pesar de que su antiguo empleo pagaba bien y a pesar de que tendría que dejar a su familia y a su novia y mudarse lejos de ellos para vivir solo. Además, me dijo que no estaba del todo contento porque pensaba que quizás podría haber negociado más dinero para su salario (cerca de $100.000 o 78.000 euros). Me contaba sus planes de seguir trabajando para alcanzar esa cifra y reconocía que eso no sería suficiente para sus ambiciones, que probablemente buscaría en el futuro otro empleo que le pagara más aún y que cuando tuviera más tiempo entonces sí podría volver a asistir a Misa los domingos, que su horario no se lo permitía. ¿Cuándo tendrá más tiempo? ¿Cuándo dejará de matarse por cifras que no llenan?