InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: .... 4) S. Juan

17.12.08

Héroe casi desconocido hasta su muerte (Jn 1, 26)

Hay un himno muy popular de Adviento en latín: “Veni, veni Emanuel” basada en las Antifonías de la O de la Liturgia de las Horas, que comienza (traducida al español): “Ven, ven Emmanuel, / Libera a Israel cautivo / que gime en el exilio / privado del Hijo de Dios. / ¡Alégrate, alégrate! / Emmanuel nacerá por ti, Israel.” San Juan de Mata (1160-1213) dedicó la Órden Trinitaria que fundó a la liberación de los cautivos, entre los cuales han habido algunos muy célebres (se mencionarán dos en este artículo). El santo mitó tan bien al Señor en su humildad, de quien dijo S. Juan Bautista en el Evangelio del 3er. domingo de Adviento: “…en medio de vosotros hay uno que no conocéis” (Jn 1, 26), que casi nada se supo de él hasta después de su muerte a pesar de sus extraordinarios logros.

Como S. Juan de Mata nació en una parte de Francia muy próxima a España y que era territorio español en esa época, se le considera un santo franco-español. En su Primera Misa, el Señor le encomendó su misión por una visión del Señor o de un ángel con una cruz roja y azul sobre una túnica blanca (el futuro hábito de los Trinitarios) con dos prisioneros, uno blanco y uno negro. En la fachada del hospital Sto. Tomás in Formis en Roma (el convento le fue dado por el Papa Inocencio), todavía se puede ver un mosaico circular que ilustra su visión y forma parte del sello de la Orden de la Santísima Trinidad y Redención de los Cautivos que fundó, posiblemente llamada así para proclamar la fe cristiana frente al Islam.

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15.12.08

Los Evangelios no mencionan burro y buey en el pesebre (Jn 1, 21)

Dos lectores, Ramón y Ranger, han mencionado el papel didáctico del pesebre en sus comentarios. Ranger comentó lo mucho que le enseñó su madre a través de las figuritas. Desde luego que preparar el belén es una forma muy buena de prepararse para la Navidad, de colocarnos en el acontecimiento que vamos a celebrar muy pronto. A S. Juan Bautista le preguntaron en el Evangelio del 3er. domingo de Adviento: “¿Tú quién eres?” (Jn 1, 21) Podríamos preguntarnos lo mismo al colocar las figuras alrededor del pesebre y pensar sobre cómo nos acercamos espiritualmente al Nacimiento del Señor. ¿Con qué figuras del belén nos relacionamos? Nos podría ayudar esta segunda mitad de una reflexión por el Cardenal Joseph Ratzinger (el actual Papa Benedicto XVI), “El buey y el asno junto al pesebre”:

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En la cueva de Greccio se encontraban aquella Nochebuena, conforme a la indicación de S. Francisco, el buey y el asno. Al noble Juan le había dicho:”Quisiera evocar con todo realismo el recuerdo del Niño, tal y como nació en Belén, y todas las penalidades que tuvo que soportar en su niñez. Quisiera ver con mis ojos corporales cómo yació en un pesebre y durmió sobre el heno, entre el buey y el asno“. Desde entonces, el buey y el asno forman parte de toda representación del pesebre. Pero, ¿de dónde proceden en realidad? Como es sabido, los relatos navideños del Nuevo Testamento no cuentan nada de ellos.

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14.12.08

¿Aguafiestas o santo de la alegría? (Jn 1, 7)

Si repasamos la vida de San Juan de la Cruz (1542-1591), podríamos preguntarnos: “¿Qué tiene que ver con la alegría de este Domingo “Gaudete” ("alegrémonos")?” Huérfano de padre y acostumbrado a mortificaciones corporales desde muy jóven, vivió en pobreza toda su vida. Se hizo carmelita a los 21 años y quiso observar la regla estrictamente, sin excepciones. En 1567, al ser ordenado sacerdote, pidió a Dios poder estar siempre en gracia y sin pecado y la paciencia para sufrir toda clase de penas. Su vida de penitencia chocaba con la vida más cómoda de muchos otros carmelitas de aquella época.

Ayudó a Sta. Teresa de Jesús con su reforma y añadió “de la Cruz” a su propio nombre. Sus penas crecían con su santidad, desde sequedades y abandonos espirituales de Dios hasta dolencias de cuerpo que padeció hasta la muerte. Sufrió calumnias y persecuciones que resultaron en su encarcelación en condiciones pésimas por nueve meses y más tarde en la destituición de sus cargos. En la prisión escribió muchos poemas y obras espirituales como Subida al Monte Carmelo y La noche oscura del alma (que dió nombre al estado de desolación espiritual). También escogió estar en un carmelo con un superior que le tenía antipatía y le hacía la vida difícil. ¿Qué alegría hay en todo ese sufrir?

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30.11.08

Es hora de despertar (Mc. 13, 33), (Jn 1, 41)

Comienza el ciclo litúrgico B con el Evangelio del 1er domingo de Adviento, en la que Nuestro Señor advierte a los apóstoles que hay que velar y que “Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos…” (Mc. 13, 33). “No habló así solamente para los que entonces le oían, sino también para los sucesores de aquellos, los anteriores a nosotros, para nosotros mismos y los que sigan después de nosotros hasta su última venida.” (S. Agustín) Recordemos, entonces al Apóstol San Andrés (que aparece en santoral de hoy) y que transmitió lo que oyó de Jesús practicando las virtudes teologales de “fe, esperanza y caridad” (1 Cor. 13, 13), las cuales “fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. […] Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna.” (Catecismo de la Iglesia Católica, (CIC) 1813). Examinémolos, pues, en la vida del Apóstol para también vivirlos este Adviento mientras velamos por el Señor.

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22.11.08

Llamados a dar fruto (Jn. 15, 5-8)

La inspiración de este blog es la alegoría de la Vid que explicó Nuestro Señor Jesucristo la noche antes de morir. En la Última Cena, la primera del Amor Sacramentado, nuestro mejor Amigo quiso quedarse con nosotros para siempre y la despedida se convirtió en el deseo de que nadie se apartara de su Amor. “Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.” (Jn 15, 5) Eso mismo reconoció la Virgen María al aceptar en su seno a Emmanuel (“Dios con nosotros”) diciendo: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).

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