¿Artístico o sulpiciano?
La iglesia de S. Sulpicio es segundo en tamaño en París a la Catedral de Notre Dame y se construyó en 1642 sobre los restos de una iglesia románica más pequeña del s. XII. Ese año estaba a cargo del P. Jean-Jacques Olier, que fundó la Sociedad de S. Sulpicio para sacerdotes que se dedicarían a la instrucción de seminaristas y sacerdotes.
Se conservan en la iglesia murales de Delacroix [Foto de RichardCDL, Wikimedia Commons], pero en el mundo artístico eclesial se asocia más a esa iglesia con el arte sulpiciano “una mal escogida frase, debe decirse, y una que es muy insultante para con una parroquia parisiana muy estimable” (Jacques Maritain, “Art and Scholasticism”, 1935) según recoge: “Sulspiciano y Modernismo eclesial: Dos caras de una misma moneda”, [un artículo recomendado por el lector “luis” sobre el tema]. El autor de ese artículo define el arte sulpiciano como “error artístico de fines del siglo XIX y comienzos del XX: pegajoso, sentimental, producido en masa, de material barato.”


El lector Fleming sugirió que se hablara más sobre las parábolas de Jesús en este blog. Como sigue los Evangelios de las Misas dominicales no verá como tema obvio alguna parábola por bastante tiempo después del
Miguel Serrano Cabeza comentó en el artículo anterior que “la verdadera pedagogía [es] la del amor, que siempre es respetuoso, humilde, firme y veraz”, lo cual mostró la Virgen María en sus apariciones a Sta. Bernadette. Como madre, me pregunto si siempre actúo así con mis hijos, y la verdad es que no siempre muestro ese amor que describe S. Pablo:





