Sin rendirse ante presiones
En el Evangelio del III Domingo de Pascua oímos que Jesús: “les abrió el entendimiento” (Lc. 24, 45) a los apóstoles cuando se les apareció tras Su Resurrección. Aún así, no fue hasta la venida del Espíritu Santo que los apóstoles confesaron su fe sin temor.
San Atanasio (297-373) nació en Alejandría, Egipto, que en su tiempo fue lugar de orígen de la herejía arriana (que equivocadamente pensaba que Jesucristo no era Dios por naturaleza). S. Atanasio templó su fe católica viviendo una temporada en el desierto, donde fue discípulo de S. Antonio Abad (cuya biografía escribió). Huyendo de la fama del mundo, la encontró al no poder esconder su caridad. Ésta le llevaba a hacer todo lo posible para salvar almas. Por combatir la herejía arriana tuvo que huir 5 veces de su sede episcopal, donde finalmente terminó sus días en paz.

Se podría decir que
Hace un par de días mi familia vió una representación teatral de un libro infantil, “The Runaway Bunny” (“El conejito andarín”), por Margaret Wise Brown, sobre un conejito que quiere irse de casa y alejarse de su madre y para hacerlo dice que se convertirá en diferentes cosas. Su madre le asegura que si se convierte en trucha ella será una pescadora que le pescará, por ejemplo, o si se convierte en un barco, ella será el viento que sople para hacerle regresar a ella. Al final reconoce el conejito: “- ¡Vaya! – dijo el conejito -, mejor me quedo donde estoy y sigo siendo tu conejito. Y así lo hizo. - ¿Quieres una zanahoria? – le preguntó su mamá.”





