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18.04.10

Revelaciones del Cristo de la Gran Promesa

El Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia indica que el discípulo que reconoció a Cristo Resucitado esperando a sus apóstoles en la playa fue: “aquel discípulo que Jesús tanto quería” (Jn. 21, 7). Tradicionalmente, se piensa que ese discípulo es el mismo S. Juan Evangelista.

El Bto. Bernardo de Hoyos (1711-1735), beatificado hoy domingo (18 de abril de 2010) en Valladolid, tuvo muchas visiones que recibió del Señor y de santos como el apóstol S. Juan, encontrándose con él “arrimado al Corazón de Jesús” tras recibir la Comunión. Explica sobre S. Juan: “con cuánta razón se le da en la Vida de Santa Gertrudis el título de Portero del Corazón de Jesús; por lo cual es casi inseparable el amor al Corazón de Jesús de un tierno afecto a este Santo evangelista.”

Resalta en sus escritos cómo Sta. Gertrudis le pregunta a S. Juan Evangelista que por qué habiendo reposado sobre el Santísimo Pecho y Corazón del Señor en la Última Cena no escribió sobre el Sagrado Corazón en su Evangelio. Le responde S. Juan: “El dar noticia de las pulsaciones y movimientos del Corazón de Jesús, quedó reservado para los tiempos futuros, en los cuales, oyendo los inflamados afectos del Corazón de Jesús, se encienda el mundo envejecido y resfriado en el amor de Dios”.

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15.04.10

¿Cómo debemos mostrar perdón a nuestros enemigos? - Cuestiones prácticas

Jesucristo nos manda amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado y lo demostró muriendo por nosotros, perseguido por sus enemigos. Hasta fue abandonado por sus apóstoles en Getsemaní y negado por S. Pedro tres veces.

Sin embargo, a cada uno ofrece su perdón de forma diferente. Intercede ante Dios Padre por sus enemigos para que sean perdonados y cuando se aparece resucitado a sus apóstoles por primera vez no les recrimina nada sino que les dice enseguida: “Paz a vosotros”. Concede a Sto. Tomás la oportunidad de tocar sus heridas y a S. Pedro (que había llorado amárgamente su error) le pregunta tres veces si Le ama.

También se acuerda de nosotros Cristo Resucitado porque les dice a sus apóstoles en el Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” (Jn. 20, 27). Los que ya estamos bautizados recibimos ordinariamente ese perdón de los pecados por medio de la Confesión sacramental.

Pero, al enseñarnos el Padre nuestro, el Señor insiste que además debemos perdonarnos los unos a los otros, y además “70 veces 7”, o siempre. En ciertas situaciones, tenemos también la obligación de demostrarlo, aunque nos cueste.

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14.04.10

¿Cómo es el cuerpo resucitado de Jesucristo y cómo serán los cuerpos en el Cielo?


En el Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia el Señor aparece ante sus discípulos a pesar de que las puertas están cerradas y le dice a Sto. Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado” (Jn. 20, 27)

S. Agustín señala: “Los clavos habían taladrado las manos, la lanza había abierto el costado, y las heridas se conservaban para curar el corazón de los que dudaran.” (Ioannem, tract., 121). Esas heridas revelan que el cuerpo que se aparece ante los discípulos es el del “Señor Jesucristo, que transformará nuestro humilde cuerpo conforme a su cuerpo glorioso en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas.” (Filipenses 3, 20-21)

¿Cómo es el cuerpo resucitado de Cristo y cómo serán los cuerpos de los justos en el Cielo?

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12.04.10

Sufrimiento que acerca a Dios: la fe de una lectora del blog con una hija en el hospital

En el Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia, Cristo Resucitado se aparece ante sus discípulos y: “les enseñó las manos y el costado” (Jn. 20, 20) cuando ellos se encontraban abrumados en la tristeza a causa de la Pasión y Muerte de su amado Señor. Jesucristo se muestra en la gloria de la Resurrección precisamente con esas llagas que tanto dolor le causaron.

Podría parecer incomprensible a algunos que los católicos nos gloriemos en Cristo, y Él crucificado (como expresaba S. Pablo) o que S. Pio de Pietrelcina, un sacerdote estigmático, ofreciera estos consejos a hijos espirituales padeciendo dolores de cuerpo o de alma:

“Él permite todo esto para asemejarla a su Hijo divino en las angustias del desierto, del huerto y de la cruz. Lo mejor que puede hacer es aceptar con alegría y serenidad la prueba presente.”

“Sólo te aconsejo que imites a Isaac en manos de Abraham y que esperes contra toda esperanza.”

Algunos se podrían preguntar: “¿Cómo es posible creer en Dios en medio del sufrimiento?” La respuesta se encuentra en Cristo Resucitado, que demuestra el sentido de nuestra vidas. Hay almas que por su fe católica encuentran un gran consuelo esperándolo todo del Señor, como demuestra el testimonio conmovedor de una lectora del blog, que responde a unas preguntas hechas en otro post.

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11.04.10

Cómo sacar provecho espiritual de la susceptibilidad

El Evangelio del Domingo de Divina Misericordia resalta: “Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.” (Jn. 20, 24). Ocho días tardó el Señor en volver a aparecerse a los Apóstoles, en mostrarse a Sto. Tomás. ¡Cómo habría pasado esos días Sto. Tomás!

Pero cuando se apareció el Señor, no sólo les dio a los Apóstoles el poder de perdonar pecados, sino que sanó al mismo Tomás ofreciéndole la oportunidad de creer y de ser el primero en reconocer: “¡Señor mío y Dios mío!”

No por nada eligió este segundo domingo de Pascua para establecer su Fiesta de la Divina Misericordia. Reveló a Sta. Faustina: “Deseo darme a las almas, deseo las almas, hija Mía. El día de Mi Fiesta, la Fiesta de la Misericordia – recorrerás el mundo entero y traerás a las almas desfallecidas a la fuente de Mi misericordia. Yo las sanaré y las fortificaré.” [206 (99)]

Hasta de la susceptibilidad que podría haber sentido Sto. Tomás (al no habérsele aparecido el Señor) puede Dios sacar provecho espiritual para las almas que Le aman. Así lo demuestran unas anécdotas de situaciones humillantes que experimentó Sta. Faustina Kowalska, que le perfeccionaron en confianza en la Divina Misericordia y que podrían ilustrar el camino de Sto. Tomás hacia su gran profesión de fe.

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