XLVIII. Los ángeles en la vida del hombre
527. ––Descritas las funciones de los nueve órdenes o coros angélicos, el Aquinate pasa a examinar las de las almas espirituales humanas, las otras substancias intelectuales, que son incompletas, porque deben estar unidas a un cuerpo, para disponer del conocimiento sensible para entender. Comienza con esta indicación:«Las almas humanas ocupan el último lugar entre las demás substancias espirituales, porque, según se dijo (III, c. 80), en su primera disposición, asumen un conocimiento general del orden de la providencia; y para que el alma tenga un conocimiento perfecto del orden en cuanto a lo singular, es necesario que parta de las cosas mismas, en las cuales ya está establecido particularmente dicho orden providencial. De ahí la necesidad de que constase de órganos corporales mediante los cuales pudiese obtener el conocimiento de las cosas». ¿Este modo de conocer les basta a los hombres para conocer el orden de la providencia sobre ellos y sobre las otras cosas?

517. ––El Aquinate había indicado, en el capítulo setenta y cinco de esta tercera parte de la Suma contra los gentiles, que algunos dijeron que: «la providencia divina no llega a los singulares»
505.     ––Después de tratar el problema del mal y la providencia y al iniciar el capítulo siguiente, afirma el Aquinate: «Así como la divina providencia no excluye totalmente el mal en las cosas, del mismo modo tampoco excluye la contingencia ni les impone la necesidad»
490. —-¿Al igual que la divina providencia no excluye la acción de las causas segundas, tampoco excluye el mal?
477. —Después de estudiar a Dios como fin o bien de todas las cosas, en el libro III de la Suma contra los gentiles, el Aquinate trata de su gobierno universal sobre todas las criaturas ¿Por qué sigue esta sucesión entre estas dos partes del libro?
        



