4.05.20

LXXXI. La revelación del misterio trinitario

934. –¿Por qué el Aquinate trata, en la parte teológica de la «Suma contra los gentiles, en primer lugar, el misterio trinitario?

–Tal como ha indicado al final del capítulo anterior, Santo Tomás comienza con el estudio de Dios, pero según lo que es objeto de fe, por trascender la razón humana, y que nos ha sido revelado. La Iglesia ha enseñado siempre que en Dios, en una sola esencia o naturaleza, hay trinidad de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el más antiguo y breve «símbolo de la fe» o «credo», recopilación de las principales verdades de la fe, se profesa: «(Creo) en el Padre omnipotente, –y en Jesucristo, Salvador nuestro,– y en el Espíritu Santo Paráclito, en la Santa Iglesia, y en el perdón de los pecados»[1].

La enseñanza de la Santísima Trinidad se fundamenta en la revelación expresa, clara y plena, de Dios por medio de Cristo. No se basa en la razón humana, porque es un misterio estrictamente sobrenatural. Sin la divina revelación, la razón del hombre no lo hubiera descubierto por sí mismo.

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15.04.20

LXXX. Triple conocimiento de Dios

921. ––¿El contenido del libro cuarto de la «Suma contra los gentiles» continúa el de la parte anterior?

––En el cuarto libro de la Suma contra los gentiles, se comienza propiamente la segunda parte de la obra, el tratado teológico de Dios, pero de orden sobrenatural. El tema de la gracia, con el que finaliza el libro tercero, desde el capítulo 147 hasta el capítulo 163, posibilita la entrada en la teología sobrenatural, que se trata en este último libro. El tema de la gracia permite el acceso en el orden sobrenatural, porque sin la gracia es imposible la fe y, por tanto, la aceptación de la revelación divina, de la que la teología sobrenatural toma sus principios.

Al igual que en los tres libros anteriores, en este último se comienza con un lema, que es también una cita de la Sagrada Escritura, para expresar desde el principio el tema y el enfoque de lo que se va a tratar. El lema escriturístico, que, en este caso, expresa lo que se ha hecho en la primera parte temática de la obra –que comprende los tres primeros libros–, y lo que se hará en la segunda, es el siguiente: «He aquí que esto que se ha dicho es una parte de sus caminos; y si apenas hemos oído una pequeña gota de lo que de Él se puede decir, ¿quién podrá comprender el trueno de su grandeza?»[1].

Sin embargo, las cuestiones, que se tratan, en esta segunda parte teológica de la obra, son las mismas que en la parte filosófica, pero desde una perspectiva distinta. En la primera parte la vía fue filosófica ascendente, en la segunda, es teológica descendente.

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1.04.20

LXXIX. La salvación y la condenación

905. –En el penúltimo capítulo del tercer libro de la Suma contra gentiles, que se acaba de comentar, el Aquinate ha demostrado, sobre el final de los hombres, que: «unos ayudados por la gracia, se dirigen mediante la operación divina al fin ultimo, y otros, desprovistos de dicho auxilio, se desvían del fin último». También, en otro capítulo del mismo libro (III, c. 64), se ha probado que: «todo lo que Dios hace está dispuesto y ordenado desde la eternidad por su sabiduría». Infiere de ello, tal como indica al principio del último capítulo, que: «dicha distinción de los hombres ha sido ordenada por Dios desde la eternidad». ¿Desde la eternidad, Dios elige a algunos, les da, por ello, la gracia, y pueden así adquirir méritos y salvarse?

–Después de la inferencia de las premisas citadas, explica Santo Tomás que: «en cuanto que Dios designó de antemano a algunos desde la eternidad para dirigirlos al fin último, se dice que los «predestinó». De donde dice el Apóstol: «Y nos predestinó a la adopción de hijos, por Jesucristo, según el propósito de su voluntad»[1].

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16.03.20

LXXVIII. Siete tesis sobre la gracia

891. Desde el capítulo ciento cuarenta y siete del tercer libro de la Suma contra gentiles, el Aquinate se ocupa del tema de la gracia, que finaliza en los tres últimos capítulos de este libro ¿Qué es lo esencial de la doctrina de la gracia del Aquinate?

–La doctrina de la gracia de Santo Tomás, que expone en estos últimos capítulos del tercer libro de la Suma contra los gentiles, se podría expresar en siete tesis.

La primera sostiene que cualquiera de las buenas obras, que realiza el hombre, sin la gracia de Dios, conseguida por Cristo, no le salvan, no le justifican.

Con el término justificación, tomado de la Escritura, se significa la reconciliación del hombre con Dios y su justicia, o el que pase del estado de pecado –en el que se encuentra el hombre por el pecado original, que está en su naturaleza humana, y por sus pecados personales, en su individualidad–, al estado de justicia, al de no culpabilidad.

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2.03.20

LXXVII. El hombre pecador

881. – El hombre, como se ha explicado: «no puede dirigirse al último fin sin contar con el auxilio de la gracia divina». Además: «sin ella tampoco puede nadie poseer lo que es necesario para tender al fin último, como son la fe, la esperanza, la caridad y la perseverancia». Si un hombre no posee estas gracias, ¿es responsable de su perdición?

–Reconoce Santo Tomás que: «puede parecer a alguno que no se puede imputar al hombre la carencia de estas cosas». Más aún, porque, por una parte: «no puede merecer el auxilio de la gracia divina ni convertirse a Dios»; por otra, no puede: «convertirse a Dios sin que Él le convierta». No puede así ser responsable de no salvarse, «porque a nadie se le imputa lo que depende de otro».

Además, tampoco podría decirse que el hombre sin estas gracias se condenara, porque: «quien no tiene fe, ni esperanza, ni amor de Dios, ni perseverancia en el bien, no merecería castigo»[1]. Aunque, sin embargo, se lee en la Escritura: «El que no da crédito al Hijo, no verá la vida sino que la cólera de Dios permanece sobre él»[2].

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