InfoCatólica / Sapientia christiana / Archivos para: Noviembre 2022

15.11.22

XX. La circuncisión de Cristo

El «sacramento» de la circuncisión[1]

Termina Santo Tomás la primera de las cuatro partes, en que divide su estudio sobre la vida de Cristo, y que se dedica a todo lo referente a «su entrada en el mundo»[2], con una cuestión sobre las observancias legales, que sus padres cumplieron con el niño. La primera es la circuncisión.

Considera Santo Tomás que la circuncisión era un tipo de sacramento, porque se han dado tres clases de sacramentos en tres momentos distintos de la historia del hombre. Hubo unos sacramentos en el período de la ley natural, anterior al de la ley mosaica, otros en el de la ley escrita, período que va desde Moisés hasta Cristo; y, por último, en el de la Nueva Ley, o ley evangélica, instituida por Cristo.

Las tres clases de sacramentos no se diferencian como tres especies de un mismo género. En la división del «sacramento», el término tiene un sentido analógico, con una analogía de proporción o de atribución extrínseca. El analogado principal, el que significa formal e intrínsecamente lo significado, el ser instrumento de la gracia conseguida por Cristo por la pasión y méritos de Cristo, es el sacramento de la Nueva Ley. Todos los de la Antigua Ley y los anteriores son analogados secundarios, porque son sólo un signo de la gracia de Cristo.

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2.11.22

XIX. La estrella de los Magos

Seguir la estrella[1]

En los dos últimos artículos de la cuestión, dedicada a la manifestación al mundo del nacimiento de Cristo, de la Suma teológica, Santo Tomás se ocupa de la estrella por la que se anunció y de la adoración de los Magos, que, por ella, lo conocieron.

Sobre esto último escribe: «Los Magos son «las primicias de los gentiles» que creyeron en Cristo, en medio de las cuales apareció, como un presagio, la fe y la devoción de las gentes que vienen a Cristo de remotos países. Y por eso, como la devoción y la fe de los gentiles está exenta de error en virtud de la inspiración del Espíritu Santo, así hemos de creer que los Magos, inspirados por el Espíritu Santo, sabiamente mostraron reverencia a Cristo»[2].

La intervención del Espíritu Santo para que los Magos siguieran la estrella queda confirmada por: «las palabras de la Escritura: «Las gentes andarán a tu luz y los reyes a la claridad de tu aurora» (Is 60, 3). Pero los que se dejan guiar por la luz divina no yerran; luego los Magos no incurrieron en el error al rendir homenaje a Cristo»[3], ya que habían sigo guiados por la manifestación divina de la luz de la estrella. Por tanto: «vinieron convenientemente los Magos a adorar y venerar a Cristo»[4].

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