Y comenzó a enviarlos
Jesús envía en misión a los Doce (cf Mc 6,7-13). La iniciativa de este envío procede únicamente del Señor. Él, en lugar de hacerlo todo por sí mismo, quiso contar con la colaboración de los hombres; quiso, por la Encarnación, compartir nuestra existencia y quiso hacernos partícipes de su misión.
Jesús no desprecia la ayuda de los hombres, sino que les confiere la dignidad de ser sus enviados, a pesar de conocer sus límites y sus debilidades. La palabra “apóstol” significa precisamente “enviado”. Jesús envía a los Doce y les pide, para poder llevar a cabo la misión, una actitud de desprendimiento. No deben estar, los apóstoles, apegados al dinero o a las comodidades.
También les advierte de que no siempre recibirán una acogida positiva; más aun, en ocasiones serán rechazados y perseguidos. Se repetirá en cada uno de ellos la experiencia del profeta Amós, enviado por Dios a profetizar en el santuario de Betel (cf Am 7,12-15). Amós no fue bien acogido, pero es consciente de que él no ha elegido su misión de profeta, sino que la ha recibido del Señor. Tanto si lo aceptan como si lo rechazan, continuará profetizando.