La fuerza y la energía
Uno de los significados de la palabra “espíritu” es ánimo, valor, aliento, brío, esfuerzo. Cuando nos falta el “espíritu” nos sentimos languidecer. No solamente puede debilitarse el cuerpo - por ejemplo, en la enfermedad -, sino que también el “espíritu” puede abatirse.
Aunque mejoremos nuestras condiciones de vida – la vivienda, el bienestar material, la comodidad –, si nuestro espíritu no está fuerte, entonces no encontraremos la felicidad. Incluso teniéndolo todo, nos parecerá que las cosas, y que la misma existencia, no merecen demasiado la pena.
El “espíritu” es también un modo de denominar nuestra alma. Los hombres somos seres “espirituales”, dotados de “espíritu”; es decir, llamados a un fin sobrenatural, destinados, desde la creación, a ser elevados, por pura gracia, a la comunión con Dios.
La solemnidad de Pentecostés nos recuerda que la fuerza y la energía interior nos viene de Dios, y que la realización de esa capacidad de nuestra alma de ser elevada al plano de lo divino es también una obra de Dios, del Espíritu de Dios.