Mayo en el blog: Yo te saludo, María
Un texto difícil el que presento hoy. Difícil no porque su intelección sea complicada, sino porque revela sufrimiento y dolor. Una realidad, plenamente humana, pero de la que tendemos a huir. Una realidad, en todo caso, asumida y redimida por Jesucristo. La vida de fe no se edifica sobre la nada; se construye sobre lo que somos y permite el salto a lo que aún no somos, pero llegaremos a ser, si correspondemos a la gracia. En el texto se relata una historia interior, poblada de fantasmas, como pobladas de fantasmas están nuestras torres más propias. Pero es también una historia liberadora, exorcizadora, que atestigua el poder sanador de la fe. Y la compañía, silente tantas veces, de Nuestra Señora. Debemos el texto a Eduardo.
YO TE SALUDO, MARÍA
(escrito por Eduardo)
Para todo católico la Virgen María es, ante todo, Madre. Y es a través de la experiencia de haber sido amados por la madre de cada uno de nosotros como la Madre Universal se nos aparece con mayor claridad en nuestros corazones. Para mi desgracia, aquella primera vivencia de lo maternal no fue todo lo ejemplar que hubiera deseado. No es lugar para hablar de ello aquí, pero lo que quisiera destacar es que, aun cuando mi experiencia como hijo de mi madre fue demasiado compleja y teñida de claroscuros, siempre tuve la añoranza de una madre inequívocamente buena; en mi corazón estaba inscrito, por así decir, mi necesidad de la Madre Universal, la llena de gracia, María.