La esencia del cristianismo en la perspectiva de la prioridad de la evangelización y de la sinodalidad

No resulta fácil describir sintéticamente la situación cultural y eclesial en la que, en la actualidad, nos podemos interrogar acerca de la esencia del cristianismo.

Vivimos en una sociedad caracterizada por la desconfianza posmoderna hacia la verdad, por el relativismo, y por la tendencia a convertir el deseo en criterio supremo de discernimiento. Como leemos en un documento de la Conferencia Episcopal Española: “Ahora, en su tramo final, la modernidad no solo prescinde de la gracia, sino que pretende devaluar la naturaleza. Como resultado, la persona, reducida a individuo autosuficiente e independiente, se construye a sí misma siguiendo la ley del deseo, en permanente ejercicio de autodeterminación, también sobre el propio cuerpo”[1]. En este sentido, la llamada “ideología de género” es, en definitiva, “la voluntad de construir una antropología del deseo, sobre todo en su dimensión sexual”[2].

El repliegue hacia el relativismo favorece la imposición intolerante de las ideologías amparadas por el poder: “El pensamiento moderno no quiere ya reconocer la verdad del ser, sino que quiere adquirir poder sobre el ser. Quiere reformar el mundo según las propias necesidades y deseos. Con esta orientación no a la verdad sino al poder se toca sin duda el verdadero problema del tiempo presente”[3].

El derecho a decidir y el deseo-sentimiento adquieren, advierte la Conferencia Episcopal Española, “categoría jurídica al servicio de la construcción de un nuevo modelo social, para lo que es preciso «deconstruir» lo esencial del sistema vigente”[4]. Se extiende por el mundo una legislación contraria a la razón, a la naturaleza y a la vida, “que desde poderosos organismos financieros globales se imponen a los gobiernos”[5].

En el plano religioso, la secularización convive con una pluralidad de ofertas religiosas y espirituales que son consideradas por muchos como equivalentes. La secularización cuestiona la credibilidad de la propuesta cristiana: “El proceso de modernización comporta una profunda revisión de las creencias y de las prácticas religiosas, que dejan de tener el valor normativo que gozaban y pasan a ser algo secundario, una opción más, sujeta a modas y tendencias culturales, y que puede ser percibida como más o menos útil o conveniente para el propio proyecto personal o social”[6]. La pluralidad de propuestas religiosas es un motivo añadido para delimitar lo propiamente cristiano.

La vida eclesial se encuentra determinada por dos factores decisivos: la prioridad de la evangelización y, en conexión con ella, la apuesta por la sinodalidad como vía por la que ha de caminar la Iglesia[7]. El papa Francisco apunta en Evangelium gaudium 11 la relación que existe entre el anuncio del Evangelio y su contenido esencial: “Un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora. En realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: el Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado […] Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva»”[8].

El Santo Padre contextualiza la pregunta por la esencia del cristianismo en el anuncio kerigmático como transmisión existencial de un encuentro con Jesucristo vivo que interpela personalmente a quien escucha con el corazón[9].

El presupuesto indispensable para un nuevo impulso misionero es la puesta en acción de una Iglesia sinodal, que involucra a todo el pueblo de Dios, ya que todos los miembros de la Iglesia están llamados a participar activamente en la misión evangelizadora[10].

Los obispos actúan, en el proceso sinodal, “como auténticos custodios, intérpretes y testimonios de la fe de toda la Iglesia, que deben saber distinguir atentamente de los flujos muchas veces cambiantes de la opinión pública”[11]. El interés por la esencia del cristianismo puede ayudar, sospechamos, a este “saber distinguir”, ya que reconocer los signos de los tiempos “no es sinónimo de adaptarse simplemente al espíritu del tiempo sin más (Rom 12,2)”[12].

Una referencia similar al necesario discernimiento la hacen los obispos del Norte de Europa en una carta dirigida al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana: “Desde siempre, las verdaderas reformas de la Iglesia han partido de la enseñanza católica fundada en la revelación divina y en la auténtica tradición, para defenderla, exponerla y traducirla de manera creíble a la vida vivida y no desde la capitulación al Zeitgeist. Lo voluble que es el Zeitgeist es algo que comprobamos a diario”[13].

La preparación del Jubileo de 2025, retomando los textos fundamentales del concilio Vaticano II y dedicando el 2024, como pide el Papa, a una gran “sinfonía” de oración para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo, puede constituir una ayuda para centrar la mirada en Jesucristo, la auténtica esencia del cristianismo.

 

Guillermo JUAN-MORADO.

 



[1] Conferencia Episcopal Española, El Dios fiel mantiene su alianza (Dt 7,9) (Madrid 2023) 32.

[2] Ibid. 35.

[3] Benedetto XVI, Che cos’è il cristianesimo. Quasi un testamento spirituale (Milano 2023) 31. La traducción es nuestra.

[4] Conferencia Episcopal Española, El Dios fiel, 39.

[5] Ibid., 39.

[6] LL. Oviedo Torró, La credibilidad de la propuesta cristiana (Maliaño 2022) 266.

[7] Cf. Francisco, “Discurso en la conmemoración del 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos” (17 de octubre de 2015), en: www.vatican.va (7-4-2023). Cf. F.J. Andrades Ledo, “La sinodalidad, criterio orientador de la acción pastoral de la Iglesia”: Salmanticensis 68 (2021) 407-435.

[8] Francisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013) 11.

[9] Cf. J. Vidal Taléns, “La pregunta por la esencia del cristianismo en el contexto evangelizador actual”: Anales Valentinos, Nueva Serie VII (2020) 83-119, 83.

[10] La sinodalidad, en el contexto eclesiológico, “indica la específica forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora”, Comisión Teológica Internacional, La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia (2018), en: www.vatican.va (7-4-2023).

[11] Francisco, “Discurso en la conmemoración del 50 aniversario”.

[12] Id., “Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Alemania” (29 de junio de 2019), en: www.vatican.va (8-4-2023).

[13] Conferencia Episcopal Nórdica, “Carta al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana” (9 de marzo de 2022), en: www.infocatolica.com (7-4-2023).

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