Próxima publicación: Novena a san Pancracio

San Pancracio, mártir en el siglo IV, murió en Roma en plena adolescencia por su fe en Cristo, siendo sepultado en la vía Aurelia, a dos miliardos de la Urbe. El papa san Símaco levantó una basílica sobre su sepulcro y el papa san Gregorio Magno convocaba a los fieles en torno al mismo sepulcro, para que recibieran el testimonio del verdadero amor cristiano. El 12 de mayo se conmemora el día de su sepultura.

A partir del siglo VI se difundieron sus reliquias y se extendió su culto, haciéndose muy popular. Es representado muy joven, casi niño, vestido con la túnica romana o con el traje militar, y con la palma del martirio.

Aparece portando un libro abierto en el que se lee esta frase: “VENITE AD ME ET EGO DABO VOBIS OMNIA BONA”, que significa: “Venid a mí y os daré todos los bienes”. Esta frase está tomada de Gén 45,17-18: Dijo el faraón a José: “Di a tus hermanos: «Haced lo siguiente: cargad vuestros asnos y regresad a la tierra de Canaán; luego tomad a vuestro padre y vuestras familias y volved acá. Yo os daré lo mejor de la tierra de Egipto y comeréis lo más sustancioso del país»”.

San Pancracio es modelo de fortaleza en la fe, la cual obtiene de la boca de los niños una perfecta alabanza a Dios (cf Mt 21,16). En la oración colecta del día de su memoria, le pedimos al Señor “que se alegre tu Iglesia, confiada en la protección de san Pancracio”. La protección de los mártires nos llena de alegría porque testimonia la cercanía de Dios.

He escrito esta novena con el deseo de que podamos compartir esa alegría, haciendo nuestras las palabras del papa Francisco: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii gaudium, 1).

 

Guillermo Juan Morado

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